(Guillermo III de Inglaterra o de Orange; La Haya, 1650 - Londres, 1702) Estatúder de Holanda y rey de Inglaterra. El príncipe de Orange era hijo póstumo de Guillermo II de Nassau (que había sido estatúder en 1647-50). En 1672 fue escogido estatúder de las Provincias Unidas del norte de los Países Bajos, cargo semejante al de rey.
Solamente entrar al poder debió enfrentar una guerra contra ámbas potencias de europa vecinas, Inglaterra y Francia. Consiguió la retirada del ejército francés que había invadido Holanda (1672-73) y la paz con Inglaterra (1674). Mediante su matrimonio con la hija del heredero de los Estuardo (el futuro rey Jacobo II de Inglaterra) en 1677, invirtió las coaliciones, formando una coalición europea opuesta a la hegemonía de la Francia de Luis XIV, a la que forzó a asegurar la independencia de los Países Bajos (Paz de Nimega, 1678).
Sin embargo, Guillermo habría de traicionar a su suegro, el católico Jacobo II, en el momento en que éste se vio confrontado en su país a la oposición de la Iglesia anglicana y de los protestantes que dominaban el Parlamento; éstos llamaron en su contribuye a Guillermo, quien no vaciló en desembarcar con su ejército en Torbay y ponerse adelante de la «Gloriosa Revolución» inglesa de 1688.
Aquella revolución, de inspiración protestante, parlamentaria y whig, destronó a Jacobo II frente al miedo a conocer consolidarse en el Trono inglés a una dinastía católica y tendente a imitar el absolutismo francés; los rebeldes coronaron en su rincón a Guillermo III, que podía alegar derechos al Trono tanto por ser nieto (por la parte de madre) de Carlos I de Inglaterra como por estar casado con María Estuardo.
Sin embargo, para asentarse en el Trono inglés (que por entonces llevaba ahora unidos los de Escocia y también Irlanda), debió llenar la victoria sobre los jacobitas (católicos incondicionales de Jacobo II), singularmente fuertes en Irlanda; derrotados en la guerra de Boyne (1690), los católicos capitularon en Limerick (1692).
A la instauración del nuevo rey prosiguió la aprobación de la Declaración de Derechos (1689), que consagraba finalmente la hegemonía del Parlamento y las libertades ciudadanas en la constitución política inglesa; en verdad, Guillermo se desentendería prácticamente de la política interior, dejando realizarse el gobierno parlamentario.
Fueron los temas de todo el mundo los que absorbieron su atención desde el instante en que el acompañamiento de Luis XIV a Jacobo II arrastró a una exclusiva guerra con Francia (1689-97). La unión dinástica entre Inglaterra y Holanda dio a Guillermo III una hegemonía marítima llamada a perdurar en un largo plazo como un componente principal del poderío británico en el planeta; con tal arma encabezó la «enorme coalición» formada contra las ambiciones hegemónicas de Luis XIV, ingresando otro elemento duradero en la política exterior británica, el principio del equilibrio europeo.
Por la Paz de Ryswick (1697), Luis XIV reconoció al fin a Guillermo como rey de Inglaterra. Sin embargo, la desaparición sin descendientes de Carlos II de España (1700) y la aceptación por Luis XIV de la herencia de españa para la Casa de Borbón desencadenó un nuevo enfrentamiento: Guillermo III de Inglaterra se encaró otra vez a las ambiciones francesas formando una exclusiva coalición con los Habsburgo contra la candidatura de Felipe V; pero murió en el momento en que hacía los preparativos militares para la Guerra de Sucesión Española (1701-14).
Antes de fallecer, Guillermo aprobó la Ley de Asentamiento (1701), que excluía del Trono inglés a los católicos, por la que, más allá de que a Guillermo III le sucedió Ana I de Gran Bretaña (hija de Jacobo II), al fallecer ésta la Corona recaería sobre la Casa de Hannover.
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