Ya sea inspirando a otros o siendo una pieza esencial de la acción. Gonzalo Jiménez de Quesada es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestra consideración por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Gonzalo Jiménez de Quesada es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que detentó Gonzalo Jiménez de Quesada en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Gonzalo Jiménez de Quesada, sino que posiblemente legó una huella mucho más insondable de lo que podamosconcebir en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Gonzalo Jiménez de Quesada de forma personal.Gonzalo Jiménez de Quesada fue una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Gonzalo Jiménez de Quesada, cautivan nuestro interés, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Gonzalo Jiménez de Quesada, el motivo por qué Gonzalo Jiménez de Quesada vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Granada, España, 1509 - Mariquita, Colombia, 1579) Conquistador y cronista español, investigador del reino de Nueva Granada (de hoy Colombia) y principal creador de su capital, Santa Fe de Bogotá. Frente a las gigantes figuras de Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Francisco Pizarro, el nombre de Gonzalo Jiménez de Quesada solamente es recordado hoy en día salvo por los especialistas. La relevancia de sus conquistas y el ahínco efectuado por él fueron parejos, si no superiores, a los de los personajes principales del desarrollo colonizador que prosiguió al hallazgo de América, más allá de que es verdad que los logros de Quesada se generan de manera tardía y resultan menos sensacionales.
No hay seguridad de que fuera en Granada donde nació Gonzalo Jiménez de Quesada, ni de que transcurriese en el año 1509, a pesar de que los historiadores dan por buenos los dos datos a falta de otros documentos que los contradigan. De lo que no existe duda es de su estancia en Italia como soldado hasta 1530, fecha en que regresó a España y empezó la carrera jurídica en la localidad de Granada. Terminados los estudios con enorme brillantez, el título de licenciado y su popularidad de combatiente veterano fueron las llaves que le abrieron las puertas de la Real Cancillería de Granada, donde ocupó un puesto de letrado que terminaría catapultándolo del otro lado del océano.
Había fallecido el gobernador de Santa Marta, localidad ubicada en la costa caribeña de lo que el día de hoy es Colombia, y como sustituto fue escogido Pedro Fernández de Lugo, a quien se concedió unas capitulaciones con el título de adelantado y derecho a llevar hasta esos pagos a su personal de seguridad. Fernández de Lugo no vaciló en designar a Quesada para el cargo de justicia mayor y teniente general de la expedición, teniendo en cuenta con acertado juicio que era "hombre despierto y de agudo talento, no menos capaz para las armas que para las letras". La travesía fue emprendida inmediatamente y en 1536 Quesada estaba ahora en el Nuevo Planeta.
Muchas habían sido las tentativas que desde la costa, ahora fuera partiendo de Santa Marta o de Cartagena de Indias, se habían efectuado intentando encontrar las ricas tierras que indudablemente existían dentro del conjunto de naciones. Todas habían fracasado gracias a las adversidades que suponía adentrarse en las ásperas selvas y sortear los vehementes ríos que las atravesaban. Esta fue la misión que, poco tras su llegada, le confió Fernández de Lugo. Jiménez de Quesada remontó el río Magdalena, exploró los vales de su curso medio y en 1537 alcanzó las llanuras de la meseta de Cundinamarca, ubicada en el centro de Colombia. Para ello tuvo que enfrentar varios riesgos (plagas tropicales, legiones de mosquitos y asaltos de indígenas proveídos de flechas envenenadas) y sobrepasar además de esto una barrera geográfica hasta el momento infranqueable, la formada por la cadena de los Andes septentrionales.
En el altiplano de Cundinamarca halló Quesada la civilización artesana y agrícola de los chibchas o muiscas, a los que sometió solamente sin derramamiento de sangre, sirviéndose mucho más de la razón que de la espada. Además, la tarea de los españoles fue facilitada por dado que la cruz era un signo sagrado para los originarios, que, como en otros sitios, consideraron a los recién llegados hijos del Sol, dios al que veneraban. El 5 de agosto de 1538, el licenciado Quesada fundaba la localidad de Santa Fe de Bogotá, la que tenía que transformarse en la ciudad más importante del reino de Nueva Granada.
La relevancia estratégica y la extensión de los territorios conquistados podían equipararse con las del México ocupado por Hernán Cortés, pero lamentablemente la metrópoli se encontraba ahora fatigada de gestas y muy necesitada de riquezas, y era visible que en la sabana de Cundinamarca no había un Moctezuma ni una Tenochtitlán llena de palacios, sino más bien sencillos agrupaciones de tipo aldeano cuya única riqueza eran los enormes árboles y las feraces tierras. Por ello la conquista de Quesada quedó en la historia en un background.
A inicios de 1539 llegaron a Bogotá 2 novedosas expediciones: la de Sebastián de Belalcázar, que viene de Perú, y la del alemán Nicolás Federmann, que había partido de Venezuela. Los tres capitanes estuvieron a puntito de establecer una guerra, pero por fin concluyeron regresar juntos a España a fin de que el monarca resolviese a quién correspondía la gobernación de Nueva Granada. A pesar de que todo el mérito correspondía a Quesada y de que él era el único que había actuado legítimamente por orden de un superior (tanto Belalcázar como Federmann lo habían realizado por cuenta propia), el Consejo de Indias resolvió no dar a ninguno de los tres el ansiado título de gobernador.
Hasta mayo de 1547, ocho años tras su regreso, no se recompensó a Quesada con el ascenso honorífico de Mariscal del reino de Nueva Granada, si bien nunca lograría un mando con jurisdicción sobre las tierras que había conquistado. Jiménez de Quesada regresó de nuevo a Santa Fe de Bogotá en 1550 y emprendió, por la zona de los Llanos orientales, una expedición en pos de los bienes de El Dorado que sería un fracaso: las riberas del vehemente Orinoco fueron superiores a sus ahora menguadas fuerzas. Viejo, enfermo y arruinado, se retiró en Suesca.
Los últimos años de su historia los dedicó a redactar una secuencia de proyectos de las que se ha perdido la mayoría. No se mantiene ni su Relación de la conquista del Nuevo Reino de Granada, ni el libro que se titula Ratos de Suesca ni el llamado Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino, donde aparentemente abordaba una historia completa de los primeros años de colonización. Sí que llegó hasta nosotros su Antijovio, artículo en el que relata los hechos primordiales sucedidos en Europa en la primera mitad del siglo que le tocó vivir. La obra trata de probar la falsedad de las afirmaciones y cuentos antiespañoles del cronista italiano Paulo Jovio, historiador de fortuna que disfrutó de determinado improcedente predicamento en la temporada.
La última hazaña de Gonzalo Jiménez de Quesada fue soportar a lo largo de 4 largos años a un enemigo insuperable: la lepra. Fue esta horrible patología la que terminó con su historia en 1579, días una vez que dictase testamento y pusiese en orden los varios papeles que habían brotado de su pluma. Sus hombres le rindieron honores de adelantado, ya que consideraban que él, y solo él, había descubierto y conquistado las tierras de Nueva Granada.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son siempre esenciales, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de una persona como Gonzalo Jiménez de Quesada, que detentó su trascendencia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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