Giuseppe Garibaldi

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que detentó Giuseppe Garibaldi en la historia. Cómo vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Giuseppe Garibaldi, sino que quizá legó una señal mucho más profunda de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Giuseppe Garibaldi de modo personal.Giuseppe Garibaldi ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Giuseppe Garibaldi, cautivan nuestra curiosidad, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Giuseppe Garibaldi, el motivo por el cual Giuseppe Garibaldi vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Giuseppe Garibaldi

(Niza, 1807 - Caprera, Italia, 1882) Líder nacionalista italiano que fue uno de los más importantes autores de la unificación de Italia. Durante su juventud prosiguió los pasos de su padre, un marino de origen genovés, y estuvo embarcado a lo largo de mucho más de diez años. En 1832 logró el título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó fallido. Si bien ha podido huír, fue culpado al exilio. Por ese momento había entrado en contacto con la obra de Giuseppe Mazzini, el enorme profeta del nacionalismo italiano, y la del socialista francés Henri de Saint-Simon.

Entre 1836 y 1848 vivió en Sudamérica, donde participó en múltiples hechos bélicos, siempre y en todo momento a la vera de quienes combatían por la independencia o la independencia de las colonias portuguesas y españolas. En 1836 intervino de forma voluntaria como capitán de barco en la fracasada insurrección secesionista de la república brasileira de Rio Grande do Sul, y en 1842 fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su pelea contra el dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente, a lo largo de la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos integrantes fueron los primeros «camisas rojas».

Novedades de su buen llevar a cabo como militar y estratega llegaron hasta Europa, adonde regresó en 1848 para combatir en Lombardía contra el ejército austriaco y ofrecer un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su propósito a lo largo de las tres siguientes décadas. Su intento de realizar retroceder a los austriacos no prosperó y debió resguardarse primero en Suiza y más tarde en Niza.

A fines de 1848 el papa Pío IX, miedoso de las fuerzas liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi al lado de un conjunto de voluntarios. En febrero de 1849 fue escogido diputado republicano en la reunión constituyente, frente a la como defendió que Roma debía transformarse en una república sin dependencia. En abril se encaró a un ejército francés que procuraba establecer nuevamente la autoridad papal, y lo propio logró en el mes de mayo frente a un ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de eludir la caída de la región, su pelea se transformó en entre los mucho más épicos y conmemorados pasajes del Risorgimiento.

El 1 de julio, Roma fue por último asaltada, y Garibaldi y sus hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por segunda vez al exilio, radicó en Tánger, Staten Island (Novedosa York) y Perú, donde regresó a su viejo trabajo de capitán de buque mercante.

En 1852 Camillo Benso, conde de Cavour, fue nombrado presidente del Piamonte, donde reinaba Víctor Manuel II. El conde de Cavour pensó que, si le dejaba regresar a Italia, Garibaldi se distanciaría del republicano Mazzini; para esto le concedió, un par de años después, el mando de las fuerzas piamontesas en pelea con las austriacas. Garibaldi venció en Varese y Como, las dos en el mes de mayo de 1859, y entró en Brescia por mes siguiente, con lo que el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte. Conseguida la paz en el norte del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. El rey del Piamonte, Víctor Manuel II, dio al comienzo su acompañamiento a un ataque contra los territorios papales, pero a última hora le pareció bastante arriesgado y lo forzó a dejar el emprendimiento.

Garibaldi aceptó la renuncia y se sostuvo leal, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por la parte de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió accionar por su cuenta. Como por el norte un convenio era irrealizable, decidió forzar la unificación conquistando el Reino de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, adelante de un ejército de miles de hombres (la expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se apoderó de Sicilia y en el mes de septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel II.

En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus comienzos Garibaldi se sostuvo en la oposición, ya que Roma seguía siendo localidad papal. Con la consigna de «Roma o la desaparición», procuró a lo largo de años combatir contra el poder pontificio, sin bastante éxito, hasta el momento en que en 1862, en la guerra de Aspromonte, cayó herido y fue hecho preso. Tras ser amnistiado, pasó a comandar el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia. Fue escogido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al Parlamento italiano (1875), el que pocos años antes de su muerte le asignó una pensión de por vida por los servicios prestados.

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