Ya sea inspirando a otros seres humanos o tomando parte de la acción. Giovanni Pierluigi de Palestrina es una de las personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Giovanni Pierluigi de Palestrina es comprender más acerca de época determinada de la historia del ser humano.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Giovanni Pierluigi de Palestrina, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo sustancial para que podamos valorar no sólo la existencia de Giovanni Pierluigi de Palestrina, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Giovanni Pierluigi de Palestrina, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Giovanni Pierluigi de Palestrina influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Giovanni Pierluigi de Palestrina.
(Palestrina, de hoy Italia, 1525 - Roma, 1594) Compositor italiano. Existe una historia de historia legendaria de atribución dudosa según la que Palestrina salvó a la música polifónica, y a la música generalmente, del riesgo de prohibición que pesaba sobre ella por la parte de las autoridades eclesiásticas. En plena Contrarreforma, en el momento en que muchas creaciones sagradas no eran sino más bien un motivo a fin de que los músicos levantaran los mucho más complejos inmuebles contrapuntísticos -con el consiguiente abandono de la entendimiento de las expresiones de los contenidos escritos cantados-, este compositor, con su Misa del papa Marcelo, devolvió a la música su pureza y su sentido.
Al lado del español Tomás Luis de Victoria, la lengua inglesa William Byrd y el flamenco Orlando di Lasso, Palestrina marca la culminación del estilo polifónico. Su música, prácticamente toda ella de carácter sacro y a cappella, sin acompañamiento instrumental de ningún género, se distingue por su hermosura desviste, su profunda y sosiega espiritualidad y su dureza edificante. No fue un creador revolucionario como su contemporáneo Lasso, sino un tradicionalista que, a patir de los métodos y las técnicas utilizados antes que él, llevó a su culminación mucho más impecable y ortodoxa un arte que tenía sus raíces en la Edad Media, de tal modo que su obra representa el pensamiento de semejante seguir.
Nativo de un pequeño pueblo próximo a Roma, del que tomó el nombre, la presencia de Palestrina se desarrolló prácticamente en la Ciudad Eterna. En 1537, a los 12 años, era ahora integrante del coro en la basílica de Santa María la Mayor, donde tuvo la posibilidad de familiarizarse con la obra de músicos de la escuela francoflamenca como Josquin des Prez y Jean Mouton.
Dados los progresos en su capacitación, en 1544 fue nombrado organista de la catedral de San Agapito de su ciudad natal, Palestrina. Allí continuó hasta el momento en que el cardenal-obispo del que dependía, Giovanni Maria Ciocchi del Monte, accedió en 1551 al solio papal con el nombre de Julio III y lo nombró profesor de la Cappella Giulia y integrante de la Capilla Sixtina. Fue la temporada en que dio a la imprenta su primer libro de misas, destinado a su asegurador.
Esta situación duró hasta el momento en que en 1555 el nuevo papa, Paulo IV, lo separó de sus cargos por su condición de hombre casado. Palestrina pasó entonces al servicio de la iglesia de San Juan de Letrán y, en 1561, a la de Santa María la Mayor. Compuso en esta temporada la mucho más célebre de sus misas, la citada Misa del papa Marcelo, donde logró plasmar los criterios de inteligibilidad en la música sagrada requeridos por el Concilio de Trento. Tras unos años al servicio del cardenal Ippolito de Este, en 1571, reconocido ahora como entre los músicos vivos mucho más esenciales, fue readmitido en el Vaticano en su viejo puesto de profesor de la Cappella Giulia. El fallecimiento de su mujer en 1580 le logró meditar en tomar los hábitos, oportunidad que frustró su matrimonio por año siguiente con Virginia Dormoli, la adinerada viuda de un mercader de roma.
Palestrina fue un compositor prolífico en el que cantidad y calidad no están reñidas. Su catálogo integra 104 misas de 4 a ocho voces, cerca de 400 motetes, 66 ofertorios, 35 magníficats y 65 himnos, aparte de madrigales sagrados y profanos, cánticos y lamentaciones. De toda esta ingente producción, las misas son las proyectos en que mucho más se prueba el magisterio del músico. Unas ocasiones construidas sobre un cantus firmus de procedencia gregoriana, otras fundamentadas en temas que proceden de motetes o madrigales, tanto propios como de otros autores contemporáneos o, aun, de canciones populares, proyectos todas y cada una ellas de una hermosura imperecedera.
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