Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Giovanni Battista Vico es una de las personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Giovanni Battista Vico es conocer más acerca de etapa determinada de la historia de la humanidad.
Vida y Biografía de Giovanni Battista Vico
(Giovanni Battista o Giambattista Vico; Nápoles, 1668 - id., 1744) Filósofo italiano. De origen humilde, fue la suya una capacitación eminentemente autodidacta. Inició estudios de medicina, que enseguida abandonó para proseguir la carrera de derecho en Nápoles, y trabajó en Valtolla como preceptor de los hijos del marqués Rocca, con cuya hija sostuvo una relación que los dos hubieron de esconder celosamente. Muerta ella a los veintidós años, en 1699 Vico se casó por último con Teresa Destito, una amiga de la niñez de escasa cultura, con quien tuvo ocho hijos. En exactamente el mismo año ingresó en la Universidad de Nápoles como instructor de oratoria.
En este ámbito académico fue donde esbozó los principios de su pensamiento filosófico, con ocasión de los alegatos inaugurales que de año en año debían vocalizar los instructores. Las exposiciones de los primeros años prosiguen la línea de sus distintas lecturas filosóficas de juventud, de manera especial del cartesianismo, si bien en su séptimo alegato, pronunciado en 1708, apunta ahora un cambio en su criterio filosófico: en el Análisis de los estudios de nuestro tiempo, editado por el creador en 1709 y reelaborado con posterioridad, efectúa una original toma de situación en relación a la civilización europea.
Por año siguiente publicó la Sabiduría primitiva de los italianos, obra donde desarrolló las primeras líneas de su metafísica, cuya versión determinante fue preparando en Derecho universal. Según Vico, el cogito cartesiano no comunica sobre la esencia del hombre, sino solo contribuye la conciencia del hecho de su vida. Como la ciencia se ajusta a un entender por causas, solo Dios puede entrar a la ciencia general, quedando el hombre circunscrito al comprender de aquello que es provocado por él mismo: las matemáticas y la historia.
Desde aquí, Vico lleva a cabo y sistematiza su «novedosa ciencia», que expuso finalmente en la obra conclusiva de su filosofía, los Principios de una ciencia novedosa sobre la naturaleza común de las naciones (1725). La historia, manifestación factual de la naturaleza humana, es en fachada un caos de hechos sin un sentido claro, que remite, no obstante, a una historia eterna y también ideal (al modo platónico) a la que queda achicada en esencia y de la que participa en razón de la Providencia, garante del orden eterno.
Este orden se sintetiza en tres etapas cíclicas que determinan siempre y en todo momento y también indudablemente el acontecer histórico. Estas tres etapas, que se suceden eternamente y se materializan en los diferentes instantes históricos por los que pasan todas y cada una de las naciones, son la edad de los dioses, dominada por una visión teocrática y sacerdotal de todo el mundo y la vida; la edad heroica, en la que reinan la crueldad y la arbitrariedad en un pensamiento caracterizado por la fantasía y la imaginación; y la edad humana, etapa moderada donde se impone un criterio racional que lleva a la reflexión filosófica.
Todas ellas tiene sus formas prefijadas de accionar y avance, que ineludiblemente se traspasan a las diferentes géneros de gobierno y organización que brotan en todos y cada instante histórico. La historia se comprende, de esta manera, como un continuo renacer de las naciones, que van de la crisis última que termina con la edad humana a una exclusiva instauración de la edad divina.
La filosofía de Vico, en que lo real consigue una dificultad sobre la que es realmente difícil accionar según criterios de claridad y prueba, desempeñó un papel importante en el romanticismo, y prefigura, con su hallazgo de lo histórico, temas de la filosofía kantiana y hegeliana. Incomprendido en su época, dominada por un criterio cartesiano, su contribución filosófica no le asistió, no obstante, a prosperar su coyuntura económica y popular, como tampoco le reportó ningún reconocimiento académico, y terminó los últimos años de su historia como instructor de oratoria en Nápoles, obligado a recurrir, con cierta frecuencia, a ofrecer clases particulares para ganarse la vida.
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