Georges Duby

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que tuvo Georges Duby en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Georges Duby, sino que tal vez dejó una señal mucho más profunda de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Georges Duby de modo personal.Georges Duby fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Georges Duby, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos apreciar no sólo la vida de Georges Duby, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Georges Duby, personas a quienes de de una forma u otra Georges Duby influenció, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Georges Duby.

Las biografías y las vidas de personas que, como Georges Duby, cautivan nuestra atención, deben servirnos siempre como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Georges Duby, el motivo por el cual Georges Duby vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Georges Duby

(París, 1919 - Aix en Provence, 1996) Historiador francés. Especialista en historia medieval, ahondó en temas de historia agraria y artístico-cultural, siempre y en todo momento dirigidos desde un ángulo sociológico. Cursó la enseñanza media en Mâcon, en la zona a la que después consagró, a lo largo de los primeros años de su trayectoria académica, una esencial investigación sobre la sociedad medieval. Licenciado en Letras, enseñó Historia medieval en la Universidad de Besançon y, desde 1953 hasta 1970, en la de Aix-en-Provence. Desde 1971 fue enseñante de Historia popular de la Edad Media en el Collège de France.

Señalado exponente de la "novedosa historia" nacida de la "revolución" historiográfica efectuada por Marc Bloch y Lucien Febvre, fué considerado entre los mayores medievalistas de las últimas décadas. Las relaciones entre la ideología y la verdad eficaz de la organización popular en el seno de la sociedad feudal y, mucho más aún, las relaciones que se establecieron entre la situación objetiva de los individuos y las colectividades, la representación ilusoria mediante la que los individuos vivieron su condición y, al final, el papel con frecuencia indescifrable desempeñado por el imaginario popular, son los ejes temáticos cerca de los que salió construyendo, durante decenios, la destacable búsqueda historiográfica de Georges Duby, regularmente apuntada a conjugar la interpretación de las reacciones mentales de una temporada con la puntual reconstrucción de sus puntos económicos, demográficos y sociales.

En este segundo campo se ubican los primeros ensayos de ambiciosa amplitud, desde La société aux XIe et XIIe siècles dans la région mâconnaise (1954) hasta La economía rural y la vida en el campo en el Occidente medieval (1962), en los que, sobre la base de un rico aparato reportaje, Duby establece los aspectos especiales de la sociedad rural europea que aparece de la lenta disolución del Imperio Romano, durante un itinerario que, iniciándose en la evolución del lugar de la propiedad, conduce hasta la definición de los escenarios logrados por las técnicas de producción y de comunicación.

Este panorama se amplía y se enriquece en Guerreros y campesinos: avance inicial de la economía europea (1973), resultado de una investigación de corte bastante moderno, donde el análisis de las relaciones y de la movilidad de los estratos sociales se lleva a cabo a través de un sagaz recurso a las novedosas disciplinas que poco a poco más se tienen dentro en la investigación historiográfica (antropología, demografía popular, ecología, psicología de las colectividades, etcétera.).

No obstante, fue en el estudio de las ideologías de la sociedad medieval, consideradas como sistemas de representación dotados de un papel histórico, donde Georges Duby logró los desenlaces mucho más penetrantes, dominando materiales tan extensos y heterogéneos como biografías, cartas, crónicas, anales, epitafios, sermones, elementos figurativos o figuras oratorias recurrentes, con una visión de historia "serial" no indiferente a los "silencios" del pasado.

De este modo, en El año mil: Una novedosa y diferente visión de un instante vital de la historia (1957), ofrece, a través de un bien dosificado ensamblaje de documentos literarios correspondientes al milenio, un característico ensayo de historia de las mentalidades. Otras muchas proyectos se ubican durante esta directriz, como Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo (1978) y El caballero, la mujer y el sacerdote: el matrimonio en la Francia feudal (1981). De entre ellas se destaca El tiempo de las catedrales (1976), donde considera las ediciones experimentadas por la función popular del artista con relación a las concepciones filosófico-religiosas y con la economía de todo el mundo medieval.

El tiempo de las catedrales transporta por subtítulo "El arte y la sociedad" y se compone de tres contenidos escritos ahora publicados y reelaborados para este libro. Duby trata de contestar a la interrogación de cuáles eran las condiciones sociales y cuál la naturaleza de la inspiración de los artistas que vivieron entre fines del siglo X y inicios del XV. La primera etapa o, si se desea, el prolegómeno de este periodo lo titula el creador "El monasterio, 980-1130", y en él se lleva a cabo el arte mucho más grande y quizás el único arte sacro propiamente europeo. El arte no tenía mucho más función que prestar a Dios las riquezas de todo el mundo aparente para conseguir su perdón y su favor. Se trata de un arte monástico, en cuya génesis y elaboración están ausentes los señores laicos. El planeta occidental se ha ruralizado y feudalizado, y en ese ámbito se genera la primordial reforma de Cluny, que se hace cargo de dar a conocer los valores religiosos y el arte a través del que aquéllos se manifiestan.

"La catedral, 1130-1280" estudia el periodo siguiente, en el que las líneas maestras de la novedosa expresión artística se desarrollan en un limitado círculo de obispos, cercanos al poder regio, los que eran dueños de las mejores tierras, y conseguían copiosos capital de los diezmos y de la explotación de las ferias. Las catedrales fueron símbolos del incipiente poder regio, y fruto de la prosperidad de la agricultura. El punto de irradiación del arte gótico fue, como se conoce, la Isla de Francia, y tuvo una evolución que resulta bien difícil, si no irrealizable, de acompasar con las transformaciones sociales y económicas; de todos modos, progresó simultáneamente a la evolución de la teología. En este punto, Georges Duby procura, en esta etapa, una periodización parcialmente simple de utilizar al campo francés, y no tanto si se prolonga al grupo de Europa: la temporada de la luz (1130-1190), de la razón (1190-1250) y de la alegría (1250-1280).

El tercer y último enorme periodo se ajusta a "El palacio, 1280-1420", y el creador lo tilda de paradójico, ya que por un lado Europa, castigada por la peste negra, se repliega sobre sí, se atasca, pero al tiempo los valores culturales avanzan y se dan a conocer fértiles. Más paradojas: a lo largo de ese periodo de estancamiento se exacerba el lujo, y en medio de una temporada de desórdenes todo semeja renovarse y como rejuvenecer. El arte se convierte por la intención de artistas y mecenas, ya que el propósito que les anima por el momento no es asistir al hombre común a absorber los secretos de la trascendencia, sino más bien representar una historia y hacerla comprensible. O sea que el arte se torna narración, ilustración, y el artista ya no es el ayudar y el intérprete del teólogo para ponerse al servicio del hombre. Son los tiempos del Renacimiento.

Los logros de la crónica de las mentalidades, y asimismo de las ilusiones de ella derivadas, son objeto de una reflexión de Duby sobre la novedosa historiografía, desarrollada a lo largo de una entrevista con el pensador G. Lardreau, Diálogos sobre la historia (1980), en el lapso de la que la historia va delineándose, con deseada ambigüedad, en una hipotética frontera entre la investigación científica y el "sueño" vivido durante las huellas intermitentes de un pasado del que absolutamente nadie puede plantearse su completa reconstrucción.

Merece destacarse, finalmente, su obra Europa en la Edad Media, cuya primera edición de españa data del año 1986. En el prefacio, Georges Duby hace una somera exposición de la génesis de este libro, que se produjo en una sucesión de películas para la televisión fundamentada en su previo obra El tiempo de las catedrales. La obra recopila los contenidos escritos que acompañaron a la imagen en la conocida serie, contenidos escritos amoldados al lenguaje televisivo por Roger Stéphane, Roland Darbois, Michel Albaric y nuestro Georges Duby. Al final de cada capítulo Duby tiene dentro contenidos escritos auténticos medievales que ilustran y dan soporte a la temática creada, dando permiso al lector una mayor compresión de la Edad Media y sus contradicciones.

El propósito que anima esta obra es conocer la relación que el arte europeo medieval sostiene con el grupo de la sociedad (con las fuerzas productivas) y con la civilización, de la que es expresión lícita. Georges Duby pasa gaceta a todos y cada uno de los tópicos medievalistas con el rigor al unísono que con la curiosidad del erudito con pasión. Inicia Duby el libro situándonos en el contexto sociopolítico de la temporada: las relaciones de poder en el año 1000 (el vasallaje, la separación entre Bizancio y Occidente, las cruzadas), las hambrunas que favorecen las migraciones, la dificultad y la barbarie entre el campesinado europeo.

Concluye que el siglo XI es un siglo obscuro: las soberbias maravillas artísticas que se levantan no son mucho más que un precioso disfraz bajo el que se esconden la brutalidad, el terror y la pobreza de un pueblo. El mal lo domina todo y la promesa del pueblo se deposita tanto en los héroes como en los frailes (castillos y monasterios son el símbolo del alejamiento y de la ascensión a la pureza). Los focos de la innovación artística están, por consiguiente, lejos del pueblo, en los enormes monasterios. La obra de arte más especial no puede ser otra que la iglesia, cuya orientación (al Este) y composición (la bóveda de piedra) detallan la homogeneidad, la congruencia de la unidad del género humano reunido por exactamente la misma fe.

En el siglo XII se hace más rápido el movimiento de expansión de la población, con las considerables cruzadas y la aparición del comercio. Se crean nuevos pueblos y el poder que se había dispersado con el feudalismo se reagrupa: un exponente claro de esto es la asamblea de abadías en congregaciones (Cluny). A las considerables creaciones cluniacenses se opondrá San Bernardo de Claraval sugiriendo otro estilo de arte monástico, el cisterciense (Citeaux), con una vuelta a la facilidad. Por contra, en esta temporada la sociedad comienza a lucrarse y las catedrales se embellecen poco a poco más. Se impone la identificación Dios-luz: se muestran las increibles vidrieras, mejorando la estética cluniacense (son las primeras floraciones del arte gótico). Georges Duby muestra que la catedral viene a ser una iglesia urbana, que el arte de las catedrales significa el despertar de las ciudades: nace la burguesía, el espacio urbano comienza a jurar tentadoras riquezas. El monasterio sobrevivía replegado sobre sí mismo, la catedral está abierta a todos y esto causa que se muestre la imaginería pedagógica (Chartres, Reims).

El gótico del siglo XIII por el momento no va a comunicar cataclismos sino más bien una jubilosa liberación. La eclosión de novedosas catedrales en este siglo fue singularmente rápida merced al avance económico urbano, pero asimismo al avance del conocimiento: abundan las academias catedralicias de las que aparece el espíritu que anima la estética y los progresos de la técnica edificante. En el contexto político, la monarquía volvió a tomar las bridas del poder (lo que influye en la pintura y la estatua). El planeta se amplía con las expediciones a tierras infieles y la intención estética en el enorme arte se marcha liberando paulativamente de la teología; el arte se desplaza de espacios mucho más rurales (Francia) a espacios urbanos y ricos como Italia (la última catedral, asegura Georges Duby, es la Divina Comedia de Dante). En la Italia de 1300 el dinero lo domina todo, la civilización por el momento no es teológica sino más bien civil y profana; la pieza maestra va a ser en este momento el palacio comunal. El arte italiano, con Giotto a la cabeza, brota con espectacular vitalidad.

Tras la enorme mortandad de la epidemia de peste negra de 1348, liberada Europa de sus excedentes de población, la sociedad comienza a volver como estaba, y esto hace una optimización del nivel de vida y a la par una proliferación de la obra de arte, que se transforma en un elemento de consumo corriente (disminuye sus dimensiones, se regresa objeto susceptible de apropiación individual). No obstante, Georges Duby nos revela que el siglo XIV genera una obra de arte de enormes dimensiones que no es catedral ni palacio: es la tumba, a la que se aplicó lo destacado de la creación artística de la temporada. La tumba confirmaba el poder de los enormes príncipes y eclesiásticos, transformándose en un monumento de majestad civil. Los pobres de las ciudades del siglo XIV no tuvieron ingreso a mucho más que unas migajas de esta alta cultura de su tiempo: imágenes piadosas, libros historiados y biblias (todo imágenes, nada de artículo que pudiera ser libremente interpretado) que les distribuían los reverendos actualmente. En cuanto al campesinado, solo gozó de retablos y grabados eclesiásticos.

Georges Duby ubica el desenlace del medievo artístico con Van Eyck y Masaccio, cuyas producciones tienen en común lo que augura la inauguración de una exclusiva era: el sentido del hombre y la reivindicación tácita de que el artista tiene, como Dios, el derecho a hacer con absoluta independencia. Esta obra de Duby, de visible carácter pedagógico, entronca con su obra previo y posterior por el peculiar enfoque historiográfico que el creador adoptó siempre y en todo momento: el de la crónica de las mentalidades y de la vida diaria.

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Indudablemente descubrir en lo más recóndito a Georges Duby es algo que se reserva a un grupo limitado de personas, y que pretender recomponer quién y cómo fue la vida de Georges Duby es una suerte de enigmaque probablemente logremos rehacer si colaboramos todos a la vez.

Por ese motivo, si eres de esas personas que confían en que colaborando es posible crear algo mejor, y tienes información acerca de la biografía de Georges Duby, o sobre algún elemento de su figura u creación que no hayamos observado en esta biografía, te solicitamos que nos lo hagas llegar.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Georges Duby, que detentó su significación en una época determinada, es indispensable tratar de mostrar una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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