Georges Bizet

La historia del mundo la cuentan aquellas mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela civilización, de una forma u otra,prospere.

Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Georges Bizet es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestra atención por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Georges Bizet es comprender más acerca de periodo preciso de la historia de la humanidad.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Georges Bizet, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo sustancial para que podamos poner en valor no sólo la vida de Georges Bizet, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Georges Bizet, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Georges Bizet influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Georges Bizet.

Las biografías y las vidas de personas que, como Georges Bizet, seducen nuestra atención, tienen que valernos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Georges Bizet, el motivo por qué Georges Bizet vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Georges Bizet

(París, 1838 - Bougival, Francia, 1875) Compositor francés. Muy riguroso consigo, su producción es escasa y tiene muchas proyectos inconclusas y retiradas por exactamente el mismo compositor y solo recuperadas póstumamente, como es la situacion de la Sinfonía en do mayor (1855). Nacido en el seno de una familia de músicos, ingresó en el Conservatorio de París con tan solo nueve años. La consecución en 1857 del respetado Gran Premio de Roma de composición le dejó proseguir su capacitación en Italia a lo largo de tres años. Su ópera Don Procopio data de aquella época. A su regreso a Francia, compuso las óperas Los pescadores de perlas (1863) y La bella chavala de Perth (1867), las dos acogidas con frialdad por el público. No corrieron mejor suerte ámbas proyectos que mucho más han contribuido a la popularidad del compositor: la música de escena para el drama La arlesiana (1872), de Alphonse Daudet, y más que nada la considerada pieza maestra del teatro lírico galo, Carmen (1875), cuyo discutido estreno diríase que precipitó la desaparición del compositor.

El padre de Bizet, instructor de canto, le enseñó los primeros principios del arte musical; a los 4 años ejecutaba los mucho más bien difíciles ejercicios y a los nueve era aceptado en la clase de piano de Marmontel en el Conservatorio de París. Seis meses después conseguía el primer premio de solfeo. Paralelamente a su capacitación instrumental, estudió composición con Zimmermann, que reemplazaba entonces a Charles Gounod. En 1852, un primer premio de piano fue la compensación a sus refulgentes y fogosas ejecuciones; en 1854 consiguió un premio de órgano en la clase de Benoist y al tiempo se inscribió en el curso de composición de Halévy, el célebre creador de Hebrea.

Ahora en la Sinfonía en do mayor (1855) se ha podido entrever que la economía, la precisión en la expresión y el ritmo danzante y ágil serían especificaciones de su música. Concluyó sus estudios ganando el enorme Premio de Roma en 1857 y después, a lo largo de sus tres años como becario en Italia, halló allí un lote fértil para cultivar sus enormes aficiones artísticas y literarias.

Bizet pertence a los profesores del arte lírico francés por la concisión de pensamiento, por su sugestiva capacidad, por la pluralidad de su vocabulario armónico y por la riqueza y la manera de su orquestación. Su primera ópera mayor, Los pescadores de perlas, se estrenó en París en 1863. Sin embargo, no fue un éxito y próximamente se retiró del letrero. Tampoco lo fue La Bella chica de Perth (1867), ni la obra en un acto Djamileh (1872). El ámbito de todas y cada una estas óperas se ubica fuera de Francia. Bizet muestra con increíble acierto sus exóticos entornos, singularmente en Los pescadores de perlas. Junto a este exotismo bien estudiado, Bizet intentó absorber las figuras de la escena, caracterizándolas individualmente en su música, como en el manifiesto retrato oriental de Djamileh.

Por esta razón, la caracterización musical y trágica de Carmen (1874-1875), que se transformaría en entre las proyectos de sobra éxito en la narración de la ópera, no fue sencillamente fruto del azar sino la culminación del avance artístico del compositor. Los críticos de la época fueron duros en su apreciación de la música de Bizet y el estreno de Carmen fue prácticamente un fracaso. El relato de Prosper Merimée (que relata la aventura cariñosa entre la gitana Carmen y el joven soldado don José y termina con la total humillación del soldado, cuya pasión le empuja a matar a Carmen) era un tema bastante verdadera para el público de aquel tiempo.

Pero fue exactamente este realismo el que liberó el genio de Bizet. En varios de los pasajes mucho más apasionantes de esta ópera, Bizet se aproximó peligrosamente a la expresión tonal de su amigo Gounod, pero en el momento en que detalla una pasión intranquiliza (como en el momento en que se aproxima a la personaje principal), su aptitud para caracterizar en música se sobrepasa a sí.

Intensamente perjudicado por violentas y también injustas críticas, Bizet murió la noche de la trigésimo tercera representación de Carmen. Poco antes había destruido la mayoría de sus manuscritos que vacilaba en confiar a un editor, y singularmente el esbozo del Cid, que había de ser anunciado el año siguiente en la Sala Favart. Además de su drama musical como tal, Bizet asimismo compuso la música para la obra de Daudet La arlesiana (1872). Las 2 suites orquestales de La arlesiana y la obertura Patria (1873) fueron las únicas proyectos que disfrutaron de algún éxito a lo largo de la vida del músico. Las 12 piezas para piano Juegos de pequeños (1871) son miniaturas refulgentes que reflejan el planeta infantil, descritas con una intuición breve y fantástica. Bizet orquestó después cinco de estas piezas.

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