La historia de las civilizaciones la narran aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado quela sociedad, de una forma u otra,prospere.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Gamal Abdel Nasser es una de las personas cuya vida, en efecto, merece nuestra consideración por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Gamal Abdel Nasser es conocer más sobre etapa determinada de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que atesoró Gamal Abdel Nasser en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Gamal Abdel Nasser, sino que a caso legó una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Gamal Abdel Nasser personalmente.Gamal Abdel Nasser ha sido una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer las luces y las sombras de las personas relevantes como Gamal Abdel Nasser, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo esencial para que podamos valorar no sólo la existencia de Gamal Abdel Nasser, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Gamal Abdel Nasser, gentes a quienes de un modo u otro Gamal Abdel Nasser influenció, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Gamal Abdel Nasser.
(Alejandría, 1918 - El Cairo, 1970) Político y militar egipcio, presidente de la república egipcia entre 1954 y 1970. Hijo de un funcionario de correos, asistió a la escuela principal en al-Khatatibah, una aldea en el delta del Nilo a la que aquel había sido designado. Prosiguió sus estudios en El Cairo y participó en las usuales manifestaciones antibritánicas y antimonárquicas, lo que le supuso su primer ingreso en prisión a los diecisiete años, acusado de conspiración. Tras la enseñanza secundaria y una corto estancia en una escuela de derecho, en 1937 fue autorizado a entrar en la Real Academia Militar cairota y tres años después se graduó como subteniente.
En 1948 combatió en la guerra contra Israel antes de ser hecho preso, y más tarde sirvió en Sudán, entonces bajo condominio anglo-egipcio. Nasser, a la sazón comandante, estableció contacto con otros jóvenes oficiales, del mismo modo descontentos con la derrota de los ejércitos árabes en oposición al pequeño Estado judío y la incompetencia y corrupción de la monarquía reinante, y en 1949 formaron la organización revolucionaria furtiva de los Oficiales Libres.
Nasser y sus compañeros, inspirados por un pujante nacionalismo árabe y los métodos de acción política de los Hermanos Musulmanes, maduraron su conspiración para deponer al régimen del rey Faruq I. En la noche del 22 de julio de 1952, el Comité de Oficiales Libres dirigió exitosamente un golpe de Estado incruento que inauguraría un período de revoluciones de afín signo en el planeta árabe. Nasser, ahora con el rango de coronel, aceptó la jefatura del Consejo de la Revolución y la comandancia de las Fuerzas Armadas, al paso que el general Muhammad Naguib, nominalmente el líder del movimiento, tomó la jefatura del Gobierno y, desde 1953, asimismo la presidencia de la novedosa República.
El 18 de julio de 1953, coincidiendo con la abolición de la monarquía, Nasser fue nombrado viceprimer ministro y ministro del Interior, puestos desde los que descubrió a los observadores su condición de hombre fuerte del nuevo régimen. La pugna entre Naguib, un moderado conveniente al acuerdo con los países occidentales y a recobrar a campos liberales de la monarquía, y Nasser, partidario de comenzar un movimiento nacionalista panárabe contra Israel y de adoptar el neutralismo en frente de las superpotencias, se saldó en pos del segundo, que el 25 de febrero de 1954 se aupó a la jefatura del Gobierno y el 14 de noviembre destituyó terminantemente a Naguib y aceptó la presidencia de la República. Días atrás, el 29 de octubre, la mayor parte de los líderes de los Hermanos Musulmanes habían sido detenidos al acusarse a esta organización de planear un complot contra la vida de Nasser.
El 23 de junio de 1956 Nasser sometió a referéndum habitual un emprendimiento constitucional que transformaba a Egipto en una república socialista árabe de partido único (la Unión Nacional, construída por decreto el 28 de mayo de 1957), con un sistema presidencialista fuerte y el Islam como religión oficial. Gamal Abdel Nasser se presentó además de esto a las selecciones de presidentes, en verdad un plebiscito siendo su candidatura la única tolerada. El pueblo egipcio se pronunció favorablemente en las dos consultas con prácticamente el cien% de los votos.
La política exterior del nuevo Egipto nasserista dio un viraje extremista. El 5 de febrero de 1955 el dirigente yugoslavo Josip Broz «Tito» lo recibió en Brioni para explicarle su iniciativa de un tercer bloque mundial de países no ajustados. Nasser fue entre los competidores mucho más relevantes de la célebre Conferencia de Bandung (18-24 de abril de 1955), y los días 17-21 de julio de 1956 volvió a reunirse con Tito en Brioni adjuntado con el presidente indio Jawaharlal Nehru; quedó de esta manera definido el trío de enormes líderes del Tercer Mundo hasta mediados de los años sesenta.
El enorme sueño de Nasser era aunar a los divididos pueblos árabes bajo el liderazgo egipcio para plantar guerra al enemigo irreconciliable, Israel, y conseguir la auténtica independencia de Egipto, tanto en el campo político como el económico, perdida en verdad desde el instante en que las invasiones persas derruyeron al último faraón hacía 2.500 años. Nasser desarrolló la reforma agraria (puesta en marcha el 8 de septiembre de 1952) y sometió la actividad económica al Estado. Dirigió en lo personal las negociaciones con el Reino Unido para la retirada de sus tropas del Canal de Suez, concluidas con acuerdo el 19 de octubre de 1954.
Puntal de los proyectos de avance era la enorme presa de Assuán, en la primera catarata del Nilo, con la intención de generar la electricidad que se requiere para la modernización de la economía y ganar al desierto tierras para el cultivo. Al principio se dirigió al Banco Mundial, Estados Unidos y el Reino Unido en pos de financiación. Las diálogos han comenzado el 17 de octubre de 1955 con el malestar de Washington, ya que el 27 de septiembre previo Nasser reconoció que la URSS y Checoslovaquia habían accedido a suministrarle material bélico, hecho de enorme significación, ya que quebraba el monopolio armamentístico de Occidente en Oriente Próximo. El 20 de julio de 1956, el gobierno americano anuló su oferta de asistencia aduciendo que el dirigente egipcio había incluido a los soviéticos en la compañía, resolución que secundó el gobierno británico al día después. La tensión no repercutió en la retirada británica en curso, y el 18 de junio el último soldado inglés abandonó Egipto.
La contestación de Nasser al boicot occidental fue increíble y provocó un terremoto en todo el mundo: el 26 de julio anunció en un alegato en Alejandría la nacionalización del Canal de Suez y la prosecución del emprendimiento de Assuán sin los fondos pedidos. Nasser deseó de este modo apretar a Occidente como medio para conseguir la financiación de la presa y de paso ganó la adhesión entusiasta de las masas árabes, transformándose en el vencedor del nuevo Tercer Mundo. Pero su arriesgada apuesta tenía gravísimas implicaciones económicas y estratégicas para el Reino Unido y Francia, los primordiales inversionistas del Canal.
Sobresaltados, los gobiernos británico y francés negociaron secretamente con el israelí (entusiasmado por su lado en terminar al cierre de Suez para sus buques, vigente desde 1949, y al mucho más reciente del Golfo de Akaba, la salida al Mar Rojo, desde septiembre de 1955) la organización de un ataque grupo contra Egipto para librarse de Nasser, su enemigo común. El complot militar quedó decidido en una charla en Sêvres los días 22-24 de octubre. El plan establecía que Israel invadiría el Sinaí; las operaciones militares pondrían en riesgo la seguridad del Canal, frente lo que Londres y París instaron a Israel y Egipto a terminar a las hostilidades; Israel aceptó y Egipto, presumiblemente, no, ofertando el motivo para la intervención franco-británica apuntada a ocupar el Canal.
La ofensiva israelí empezó el 29 de octubre con un ataque sorpresa que logró enormes progresos en el Sinaí y penetró hasta las cercanías del Canal a la altura de Ismailía. El día 30 Londres y París presentaron su ultimátum, Egipto lo rechazó y al día después los socios han comenzado a hostigar los aeródromos egipcios y mandaron paracaidistas a Port Said y también Ismailía, a las que se sumó Suez el 5 de noviembre.
Nasser no tenía ninguna oportunidad de vencer militarmente a sus atacantes, pero la indignación en todo el mundo y las presiones conjuntas de EE.UU. y la URSS para el cese de la intervención jugaron en su favor. La ONU demandó la retirada aliada y reconoció la soberanía egipcia sobre el Canal, el 6 de noviembre se llegó a un prominente el fuego y el 22 de diciembre reembarcó el cuerpo expedicionario franco-británico. Nasser completó su victoria por año siguiente con la retirada israelí del Sinaí, una vez conseguido el gobierno judío (29 de marzo de 1957) el alzamiento de los bloqueos navales de Suez y Akaba.
Los años inmediatos a la crisis de Suez marcaron el auge del Egipto nasserista y el fortalecimiento de la colaboración con la URSS. Fuerzas políticas y movimientos militares han tomado el alegato panarabista y socialista del rais en otros países de la zona. El 1 de febrero de 1958 Nasser y su homólogo sirio Shukri al-Kuwatli han comunicado en El Cairo la unión de los dos países en un solo Estado que tomó el nombre de República Árabe Unida (RAU), al que se sumó Yemen el 2 de marzo. Sin embargo, en Siria próximamente brotó descontento por el centralismo egipcio y el autoritarismo del ejecutivo encabezado por Nasser, y el 28 de septiembre de 1961 un golpe de Estado militar en Damasco provocó la separación del país. Nasser no se opuso al hecho y sostuvo el nombre de República Árabe Unida para Egipto.
En 1958 efectuó una triunfal da un giro de tres semanas por la URSS; en la Plaza Roja de Moscú pasó gaceta adjuntado con Nikita Kruschev al desfile del Primero de Mayo. En 1964 recibió la mayor condecoración de la URSS, Héroe de la Unión Soviética, que jamás antes fuera concedida a un extranjero. Aunque la luna de miel con Moscú no se libró de serias fricciones (por la persecución de marxistas a lo largo de la unión con Siria, la demanda de los marxistas iraquíes y la absorción del PC egipcio por el partido oficial en 1965), la verdad es que Egipto recibió el 43% de toda la asistencia soviética al Tercer Mundo entre 1954 y 1971. Los líderes soviéticos asimismo entendieron que, como otros líderes del Tercer Mundo, Nasser era ideológicamente insobornable y el trato hacia él había de ser mucho más respetuoso que el aplicado a los regímenes marxistas de Europa del Este.
Al empezar la década de los sesenta Nasser acentuó el dirigismo estatal y socializante de la economía, extendió las nacionalizaciones a los bancos y las empresas de seguros nacionales (las firmas francesas y británicas lo habían sido el 15 de enero de 1957) y a los astilleros y distintas compañías industriales (julio de 1961), y dictaminó una segunda reforma agraria (1962). Su poder de adentro, que absolutamente nadie osaba responder por la efectividad de los métodos policiacos, se afianzó con la presentación, el 21 de marzo de 1962, de una Carta Nacional que reemplazaba a la Unión Nacional por la Unión Socialista Árabe (USA, constituida formalmente el 24 de septiembre de 1962) como partido único y definía los principios socialistas de la República. El 15 de marzo de 1965 su presidencia fue de nuevo plebiscitada en las urnas.
Más allá de los reveses de su emprendimiento panárabe, Nasser no había perdido un ápice de su colosal prestigio en el planeta árabe. El Cairo y Alejandría fueron ámbito de varias charlas de estadistas que hacían cómputo de los adelantos en la unión árabe y diseñaban tácticas de actuación contra Israel. En 1964 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fijó su primera sede en El Cairo y, hasta la llegada de Yasser Arafat a su jefatura en 1969, Nasser sostuvo un considerable control y también predominación sobre un movimiento que consideraba instrumental en la pelea contra Israel y que no deseaba perder de vista por su nacionalismo especial, con frecuencia extremista. Por otro lado, el 13 de mayo de 1964 consiguió un enorme éxito de publicidad con la inauguración de la presa de Assuán, construida con la asistencia soviética, que entró en servicio en 1968.
El creciente belicismo en frente de Israel de Nasser, víctima de su oratoria y de la imagen heroica que había desarrollado de sí, alcanzó un punto de no retorno en 1967. Repitiendo la escalada de 1956, el 17 de mayo demandó a la ONU la retirada de los cascos azules de la UNEF (que desde 1957 se interponían entre los dos ejércitos en el Sinaí y Gaza), cerró Akaba a la navegación israelí, desplegó tropas en la frontera y fortificó las defensas de Sharm El Sheik, en el radical sur de la península del Sinaí, en oposición al Estrecho de Tirán y la salida al Mar Rojo. Mal informado por los soviéticos, Nasser estableció una coalición militar con Siria y Jordania y redobló sus amenazas.
Suponiendo en la inminencia de un ataque, el 5 de junio Israel lanzó una excelente ofensiva que en las primeras horas aniquiló a la aviación egipcia en sus aeródromos y arrolló las defensas terrestres del Sinaí. El día 8 las entidades israelíes completaron la ocupación de la península y alcanzaron el Canal por tres puntos, Port Said, Ismailía y Suez. En 4 días de pelea el ejército egipcio había sido desbaratado con un cómputo 11.000 soldados fallecidos, 5.600 presos, 1.000 automóviles de transporte y 700 tanques destrozados, y 70.000 toneladas de munición y equipos perdidas. Las mejores tropas egipcias -40.000 hombres- combatían en Yemen y no lograron llegar a tiempo.
Nasser, que siempre y en todo momento había insistido en que no entraría en otra guerra con Israel hasta el momento en que no se diesen las condiciones de la superioridad militar y la unidad árabes y el aislamiento diplomático del Estado judío, acusó primero a Estados Unidos de formar parte en los bombardeos (lo que no era cierto), con lo que rompió las relaciones diplomáticas y cerró el Canal a toda la navegación. Pero el día 9, abrumado por el desastre, aceptó públicamente sus responsabilidades y puso su cargo predisposición del país, lo que no fue recibido por el Parlamento y la población, que volvió a aclamarle en manifestaciones masivas. No obstante, tras la derrota en la guerra de los Seis Días, Nasser por el momento no sería exactamente el mismo.
En los últimos años de su historia Nasser adoptó una actitud sensiblemente mucho más verdadera en frente de Israel, más allá de las afirmaciones incendiarias sobre la reconquista de los territorios ocupados y a la continuación de combates ocasionales de mayor o menor gravedad, en la extraña "guerra de desgaste" que se extendería hasta la cuarta conflagración, en 1973. El 17 de julio de 1970 aceptó el Plan Rogers de Estados Unidos, que establecía un deber de aceptación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, un prominente el fuego en el Canal a lo largo de 90 días y su eventual desmilitarización en una franja de 20 km, tal como su reapertura al tráfico naval. Nasser se había encontrado en su viaje a Moscú el 29 de junio previo con que los soviéticos le condicionaban la distribución de armas a la aceptación del plan.
El último servicio de Nasser a la nación árabe fue su mediación en el Septiembre Negro jordano, la sanguinolenta guerra civil entre el ejército hachemita y los fedayin palestinos de la OLP. El 27 de septiembre de 1970 logró en El Cairo que el rey Hussein de Jordania y Yasser Arafat firmasen un cese de hostilidades, pero pese a su amplia y extensa sonrisa a lo largo del acto, ademán que siempre y en todo momento acompañó a su exuberante personalidad y también impresionante físico, Nasser se encontraba fatigado y al día después, 28 de septiembre, un fulminante ataque cardiaco terminó con su historia. El 1 de octubre cinco millones de egipcios rindieron, entre situaciones de histeria, homenaje a su líder desaparecido, luto que fue mantenido en numerosos países de Oriente Próximo, África y el planeta islámico generalmente.
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