Fulcanelli

La historia del mundo la narran las mujeres y hombres queen el paso de los años, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel mundo, de un modo u otro,prospere.

Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Fulcanelli es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Fulcanelli es comprender más sobre etapa determinada de la historia del ser humano.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Fulcanelli, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Fulcanelli, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Fulcanelli, personas a quienes de de una u otra forma Fulcanelli influyó, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Fulcanelli.

Las biografías y las vidas de personas que, como Fulcanelli, seducen nuestra curiosidad, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Fulcanelli, el motivo por qué Fulcanelli vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Fulcanelli

Seudónimo de un creador de alquimia del siglo XX que creó escuela y cuya identidad es discutida; podría tratarse del francés Eugène Canseliet (1899-1982), pero tal atribución es por lo menos problemática. La figura del enigmático Fulcanelli provoca todavía el día de hoy las mucho más pasmosas especulaciones y desplaza a las mucho más distintas conjeturas, tanto sobre su auténtica identidad como sobre los entendimientos que descubrió en sus 2 proyectos: El secreto de las catedrales (1926) y Las moradas filosofales (1931).

Las décadas de 1920 y 1930 representaron en Francia el pensamiento de los llamados "años locos". La sociedad europea vivía entonces, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, el ingreso de la mujer al planeta del trabajo, la liberalización de las prácticas y alguna desentendida y prácticamente apremiante euforia con la que se pretendía espantar los espectros del horror y la destrucción bélicos. Eran instantes en que se gestaban profundos cambios traídos por los vientos de la Revolución rusa y brotaban los enormes movimientos ideológicos, cuyo choque no tardaría en generarse y en ofrecer rincón al mayor conflicto armado de la crónica de la raza humana, que fue antecedido, además de esto, por un garrafal crack económico.

En estas situaciones históricas, en que se procuraban nuevos caminos y respuestas para los inconvenientes que habían angustiado y angustiaban al hombre moderno, se han publicado en 1926 trescientos ejemplares, suntuosamente modificados, de un libro que ocasionó una convulsión que trascendía los círculos de gentes apasionadas a las ciencias escondes. El título del libro era El secreto de las catedrales y lo había escrito un tal Fulcanelli. Tres años después, otra vez este creador volvió a asombrar al público, esta vez con un nuevo y también inquietante libro que se titula Las moradas filosofales.

Fulcanelli mantenía que las catedrales góticas (como las de Notre Dame de París y Chartres) y los enormes castillos medievales habían sido construidos, desde la organización del chato y la configuración de los volúmenes y espacios hasta la decisión de los materiales, siguiendo el orden misterio instituido por los enormes profesores alquimistas. Ambos libros revelaban que su creador se fundamentaba en un enorme conocimiento de la historia del arte, y, con un visible rigor formal en la exposición, sentaban la teoría de que los monumentales santuarios cristianos contenían los símbolos que corresponden al código alquímico misterio, que solo los iniciados podían transcribir.

Estos 2 espectaculares y también intelectualmente sólidos libros superaron enseguida el campo esotérico y llamaron la atención de varios artistas, científicos, eruditos y personas libres de prejuicios. Pero, aparte de las cuestiones que exponían, las proyectos incluían otra no menos trivial: la identidad de su creador.

Hacia 1920, en la desentendida sociedad parisina de la temporada abundaban los grupúsculos esotéricos, en los que no se encontraba ausente la charlatanería y las mucho más absrudas conjeturas para argumentar la razón y la sinrazón del hombre en el cosmos. En uno de estos conjuntos tuvo su origen la popularidad de Fulcanelli. Por entonces, Eugène Canseliet, un joven bohemio veinteañero, y Jean-Julien Champagne, un maduro y juerguista pintor, compartían la pasión del ocultismo. Fueron ellos los portavoces de las enseñanzas de un viejo profesor alquimista que vivía oculto en París sin estimar ver ni recibir a absolutamente nadie. Ellos eran el único contacto que sostenía con el planeta, si bien absolutamente nadie supo dónde ni cuándo se reunían con el profesor.

La singularidad de las enseñanzas de Fulcanelli extendió próximamente su popularidad en otros círculos esotéricos, para los que su anonimato parecía un factor mucho más de aval de sus enseñanzas. Sin embargo, Fulcanelli no pareció estar según esta posición, y en 1926 decidió saltar la frontera endogámica del esoterismo. Ese año entregó a sus acólitos Canseliet y Champagne el original de la obra El secreto de las catedrales. Canseliet escribió un prólogo de presentación y Champagne incluyó treinta y seis ilustraciones.

La limitadísima si bien suntuosa edición ocasionó un enorme encontronazo en el público, que, lógicamente sospechar, deseó comprender quién era su creador. Surgió entonces el secreto sobre su persona y se extendió con destacable agilidad para cuajar entre las leyendas del siglo XX. Al principio se especuló con la oportunidad de una patraña de sus supuestos acólitos. Pero Canseliet no se encontraba dotado intelectualmente para realizar un artículo del rigor de El secreto de las catedrales ni del siguiente, Las moradas filosofales, cuyo creador hace gala de una excepcional erudición. Tampoco lo se encontraba el pintor Champagne, cuyo carácter lo inclinaba mucho más hacia los disfrutes rutinarios que hacia la reflexión, si bien en su juventud podría haber viajado y popular las catedrales y los castillos objeto de estudio del enigmático profesor Fulcanelli.

Tras descartarse que Canseliet y Champagne se ocultaran tras el seudónimo de Fulcanelli, la atención se centró en ciertos espiritistas que disfrutaban de determinado prestigio en los entornos de prácticas esotéricas. Entre los nombres tras los que se creyó en algún instante que se encontraba Fulcanelli figuraban los del Doctor Jaubert, Jolivet Castelot y Pierre Dujols, tal como los de Auriger y Faugerons. Sin embargo, prácticamente enseguida fueron descartados, pues ni las características personales de ninguno de ellos ni sus entendimientos respondían al contenido y a la visión de las proyectos de Fulcanelli. Canseliet y Champagne no contribuyeron a aclarar las inquietudes sobre la identidad de Fulcanelli en el momento en que lo describieron como un aristócrata de mediana edad, culto, refinado y dueño de una enorme fortuna, cuyos entendimientos y vivencias lo habían ubicado a las puertas de la enorme misión de los alquimistas: la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud.

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Es cierto que llegar a comprender a Fulcanelli es algo que está reservado a muy pocas personas, y que pretender recomponer la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Fulcanelli es una suerte de puzzleque con bastante probabilidad logremos reconstruir si cooperamos todos a la vez.

Por esta razón, si eres de esas personas que confían en que colaborando se puede hacer algo mejor, y posees información con respecto a la biografía de Fulcanelli, o en relación con algún detalle de su persona u obra que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre importantes, ya que perfilan la diversidad, y en el caso de la vida de un ser como Fulcanelli, que detentó su significación en una época concreta, es esencia procurar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

No lo dudes y contacta con nosotros para relatarnos qué conoces sobre Fulcanelli. Estaremos ilusionados de perfeccionar esta biografía con más información.