François Boucher

La historia de las civilizaciones la escriben los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela humanidad, de una forma u otra,avance.

Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. François Boucher es uno de esos sujetos cuya vida, en verdad, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de François Boucher es conocer más acerca de una época concreta de la historia de la humanidad.

Apreciar las luces y las sombras de las personas significativas como François Boucher, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo esencial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de François Boucher, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por François Boucher, aquellas personas a quienes de de una forma u otra François Boucher influenció, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió François Boucher.

Las biografías y las vidas de personas que, como François Boucher, cautivan nuestro interés, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de François Boucher, porqué François Boucher vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de François Boucher

(París, 1703 - id., 1770) Pintor francés. Salvo una corto estancia en Italia de 1727 a 1731, donde conoció el arte de G. B. Tiepolo, radicó y trabajó siempre y en todo momento en París, donde fue una de las considerables figuras del rococó. Su estilo embriagador, refulgente y superficial, completamente desligado del natural, forma un leal reflejo de la corte francesa de mediados del siglo XVIII. Esta comunión entre sus tendencias estilísticas y los deseos de la época está en la base de la gran popularidad de que disfrutó y de los varios cargos y honores que recibió, los mucho más reputados de la época. Madame de Pompadour, la célebre apasionado de Luis XV, lo consideró su artista favorito. Entre sus proyectos resaltan las de tema alegórico y mitológico, en las que Boucher se recreó en la sensualidad del cuerpo femenino, acentuando sus formas redondeadas. El triunfo de Venus y El baño de Diana se anotan en esta línea.

En su libro Painting and Sculpture in France (1700-1789), Michael Levey escribió que los años centrales del siglo XVIII fueron "propiedad de Boucher", oración que plasma el gran prestigio que alcanzó este pintor entre la aristocracia, a pesar de que en la última etapa de su historia los intelectuales de la Ilustración, entre ellos Diderot, desacreditaron públicamente a Boucher, al paso que defendían la estética neoclásica. Pintor y grabador, disfrutó de la amistad y protección de Madame de Pompadour y fue entre los decoradores mucho más conocidos de la época.

Tras estudiar con Lemoyne, François Boucher aprendió el trabajo de grabador en el taller del profesor Cars, transformándose en el grabador frecuente de las proyectos de Antoine Watteau. En 1723 ganó el Premio de Roma de la Academia y después, en 1727, se trasladó a Italia, donde contactó con Giovanni Battista Tiepolo. Tras regresar a Francia en 1731, fue nombrado integrante de la Academia en 1734. La obra presentada para su admisión llevaba por título Rinaldo y Armida, un óleo efectuado en 1734 que se mantiene en el Museo del Louvre. Años después, en 1765, fue nombrado directivo de esa institución. Boucher fue asimismo primer pintor del rey y directivo de la Manufactura de los Gobelinos.

Artista de enorme utilidad, François Boucher pintó techos y medallones para las mansiones nobles, decoró interiores, ilustró libros (fábulas de La Fontaine y proyectos de Molière), creó escenografías y telones teatrales, efectuó cartones para entapices y adornó abanicos. Además, los modelos de las figuras de cerámica de la conocida factoría de Sèvres se efectuaban desde sus dibujos. Demostró asimismo una gran aptitud para representar una extensa variedad de temas: retratos (entre ellos múltiples de la marquesa de Pompadour), situaciones de la historia vieja, imágenes religiosas o panoramas de frágiles coloridos.

Las fuentes de inspiración de Boucher eran las habituales del periodo rococó: situaciones cariñosas donde intervenían dioses y pastores en un exquisito juego de sensualidad. Sus creaciones, pintadas en tonalidades rosas, azules, verdes y gris perla, están repletas de felicidad. Sus varias figuras de diosas y ninfas semidesnudas no pretendían evocar aspectos de la solemnidad tradicional, sino aparecían en reacciones chistosas y sexys entre sugerentes ropajes y con expresiones al mismo tiempo ingenuas y maliciosas. Buena exhibe de esto es una de sus primordiales proyectos, El triunfo de Venus, donde un conjunto de doncellas desvistes rodeadas por múltiples cupidos traviesos aparece de la espuma. Es éste un cuadro de líneas ondulantes y rítmicas.

Entre los temas mucho más representados por Boucher es el desvisto femenino. Después de Antoine Watteau, la pintura del desvisto tiende a una concepción ornamental o erótica. Boucher ubica estas situaciones en un marco mitológico, que poco debe ver con las poéticas fiestas de Watteau, exponiendo un sentimentalismo algo artificial, prácticamente teatral, plasmado con distinción preciosista. Entre las proyectos de Boucher que mejor ejemplariza este género resalta la que transporta por título El baño de Diana (1742, Museo del Louvre, París).

La sensualidad que exuda esta obra se encuentra dentro de los elementos mucho más propios del espíritu rococó. La estética de esta corriente abunda en la representación del desvisto femenino, la relación directa de los individuos con la naturaleza, la presentación de una escena íntima... Todo ello abordado de manera deliciosa y suntuosa, voluptuosa y frágil. La toilette de la diosa de la caza, asistida por una ninfa, es solo una explicación para colorear un cuerpo desvisto que no excluye un atavío de joyas (en la cabeza y en la mano, que sosten un collar), lo que nos recuerda la afición caracteristica de la época por lo hermoso y ornamentado. Podemos admitir a Diana por las flechas y la naturaleza fallecida que se muestran en los rincones de la escena, aparte de los perros de caza, otro de sus atributos que recuerdan su pasión cinegética. El hecho de que se intente una escena diaria, que humaniza la divinidad de Diana, es asimismo algo muy propio del gusto rococó.

Otro de los temas favoritos de Boucher es el género pastoril, para la realización del que empleó la trama clásico, pero incorporando un enfoque personal. La temática de este género halló seguidores entre esas personas saciadas del pomposo y complejo ceremonial que empapaba la vida de la sociedad cortesana. Escritores y versistas exhortaban a la facilidad, a la alegría campesina, a los sentimientos genuinos. Este género de composición resultaba atrayente para Boucher, que abordó el tema sin limitar en nada su fantasía, teatralizando los panoramas y transformando a los pastores en distinguidos damas y caballeros. La libre composición de las situaciones pastoriles le dejaba además de esto emplear cualquier formato y tamaño de cuadro, pudiéndose de esta forma ajustar a las demandas de las decoraciones interiores. Por último, ya que esta clase de situaciones carecía de razonamiento, el pintor se liberaba con ellas del esfuerzo que piensa capturar la personalidad del rostro representado en un retrato o de la elaboración compositiva que necesita un cuadro con un razonamiento complejo.

Además de sus cuadros de carácter mitológico o pastoril, Boucher pintó, siempre y en todo momento con enorme perfección en el dibujo, ciertos retratos, panoramas (como El caserío de Isséi) y situaciones de interior (como El pintor en su taller). Con el tiempo, no obstante, el atractivo de Boucher se realizó poco a poco más estereotipado. Muchos críticos respondieron desfavorablemente frente su excesiva preocupación por la hermosura sensual de sus modelos; ciertos aseguraron que las mujeres de sus cuadros daban la impresión de ahogarse bajo una ola de algodón color rosa. En los últimos años de su historia, la aparición de una exclusiva corriente estética, el neoclasicismo, logró caer en el olvido a Boucher, cuyo estilo era en esos años fuertemente atacado por críticos como Denis Diderot.

De cualquier manera, el artista preservó siempre y en todo momento un inusual dominio de la técnica, y sus estudios de desnudos son visibles en este sentido. Su genio constructor y polivalente quedó fabulosamente representado en inmensidad de proyectos y cuadros. En esta época hay proyectos de Boucher en la mayor parte de los museos esenciales, como el del Louvre, en París, la National Gallery de Londres o el Ermitage de San Petersburgo; no obstante, la mucho más completa compilación de sus cuadros está en la Wallace Collection de Londres.

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Está claro que descubrir en lo más recóndito a François Boucher es algo que está reservado a escasas personas, y que pretender recomponer quién y cómo fue la vida de François Boucher es una especie de rompecabezasque probablemente podamos rehacer si colaboramos todos a la vez.

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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre esenciales, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de alguien como François Boucher, que tuvo su significación en una época determinada, es esencia procurar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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