Francisco Pacheco

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que atesoró Francisco Pacheco en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo en el tiempo en que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para las personas que frecuentaron a Francisco Pacheco, sino que quizá legó una señal mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Francisco Pacheco de forma personal.Francisco Pacheco fue una persona que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender las luces y las sombras de las personas destacadas como Francisco Pacheco, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Francisco Pacheco, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Francisco Pacheco, gentes a quienes de un modo u otro Francisco Pacheco influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Francisco Pacheco.

Las biografías y las vidas de personas que, como Francisco Pacheco, cautivan nuestra curiosidad, tienen que valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Francisco Pacheco, el motivo por el cual Francisco Pacheco vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Francisco Pacheco

(Francisco Pacheco del Río; Sanlúcar de Barrameda, 1564 - Sevilla, 1654) Pintor, tratadista y poeta español. Perteneciente a una familia con tradición marinera, no se vio, no obstante, atraído por el mar, sino más bien por el estudio de la literatura y las artes. Al quedar huérfano pasó a Sevilla bajo la tutela de su tío, el canónigo de la catedral Francisco Pacheco. En Sevilla se relacionó con los mucho más distinguidos círculos humanistas y se formó en la pintura con el profesor Luis Fernández. También influyeron en su estudio artístico otros pintores manieristas andaluces como Pedro de Campaña y Luis de Vargas, de quienes copió ciertos cuadros. Son dudosos sus contactos juveniles con el retratista Lucas de Here en Gante (Flandes), de quien recibió buenos consejos sobre el arte del dibujo. Es posible que entre 1590 y 1591 realizara un nuevo viaje por Europa y España.

En 1592, nuevamente en Sevilla, los jesuitas de Marchena le encargaron tres cuadros religiosos; desde ese momento no dejaron de llegarle pedidos. En los últimos años del siglo XVI era entre los pintores mucho más reputados de Sevilla: en 1598 fue elegido, al lado de otros artistas, para ornamentar el túmulo de Felipe II erigido en la catedral hispalense. Dos años después pintó para la Merced de Sevilla la serie de trece pinturas dedicadas a San Pedro Nolasco, primeras realizaciones que ingresaban de lleno en la estética barroca. En estas proyectos Pacheco aunó religiosidad y misticismo con un realismo exacto, logrado a partir de un dibujo muy controlado y un modelado de las formas esmeradamente predeterminado.

Su excepcional aptitud dibujística quedó patente en su enorme Libro de la descripción de reales retratos de consagrados y recordables hombres, iniciado en 1599, en el que traza las biografías de consagrados contemporáneos con los que el pintor había tratado en la tertulia que se festejaba en su taller, a la que concurrían las figuras sevillanas mucho más conocidas en las letras y las artes. Los 56 retratos de esas personalidades hacen de esta singular obra un jalón sin parangón artístico en la retratística actualmente; de sus virtudes resaltan la limpieza del trazo, la expresividad de los semblantes, la tensión entre linealidad y modelado a partir de sutiles sombras y la penetración sicológica. Observando estos dibujos sí que se afirmaría que Pacheco tuvo siempre algún género de capacitación flamenca.

A lo largo de su viaje de 1611 a Madrid y Toledo entabló relación con El Greco y visitó en la Corte al pintor y teorético italiano Vicente Carducho. Desde entonces su pintura adquirió un mayor naturalismo, como queda patente en las proyectos siguientes: Cristo servido por los ángeles en el desierto (1616) o el retablo de San Juan Bautista (1613). A la vuelta de ese viaje español acogió a Diego Velázquez como alumno (y no fue el único alumno ilustre, ya que asimismo tuvo bajo su tutela artística a Alonso Cano). Sin embargo, no desapareció jamás de su obra una sensación general de rigidez, alguna incoherencia compositiva y una frialdad que, más allá de que en los retratos dibujados era a la perfección racional y precisa, en las pinturas indicaba un apego elevado a determinadas resoluciones tardomanieristas italianas. En 1618 permitió el matrimonio de su hija Juana con Velázquez, quien ahora entonces se dejaba ofrecer a su reciente suegro puntuales consejos pictóricos dirigidos a progresar la representación naturalista de su pintura.

Tras la primera década del siglo XVII, la mucho más intensa en lo que se refiere a producción pictórica, Pacheco se dedicó muy singularmente a tareas teóricas, concentradas eminentemente en la redacción de su tratado Arte de la pintura, iniciado hacia 1600, concluido en 1638 y anunciado póstumamente en 1649. La obra está compuesta por tres libros y un apéndice. En el libro primero se procura probar la antigüedad y nobleza de la pintura al tratar sobre la alcurnia de sus practicantes y su superioridad sobre la estatua; en el segundo se lleva a cabo una teoría de la pintura atendiendo al decoro, dibujo y colorido; el tercer libro se encarga de las técnicas pictóricas y de la iconografía sagrada. Este último libro es el tratado mucho más terminado sobre técnicas de pintura escrito en España antes del siglo XVIII.

En cuanto a la iconografía, Pacheco da puntual cabida, con el apoyo de sus amigos teólogos de Sevilla, a los temas y fórmulas escenciales del arte católico, reflejo de la imaginería trentina; no en balde para el creador la meta escencial de la pintura era alentar a los fíeles “a fin de que adoraran y amaran a Dios y cultivaran la piedad”. Su célebre Cristo en la Cruz (1616) responde al celo que tenía en estos temas: la representación de la crucifixión de Jesucristo con 4 clavos fue decidida tras preguntar con varios eruditos y religiosos, siendo el poeta Francisco de Rioja (después bibliotecario real) quien al final persuadió a Pacheco.

Tan fuerte sentido espiritual del arte fue reconocido en 1618 por la parte de la Inquisición con su ascenso como veedor de imágenes sagradas. A partir de 1625, y tomando como punto de referencia la Inmaculada pintada ese año y preservada en la iglesia de San Lorenzo de Sevilla, el arte de Pacheco, al decir de la crítica, comenzó a rechazar, en parte debido al empuje de los recientes valores como Zurbarán o Herrera el Viejo, que próximamente se triunfaron a la mayoría de la clientela sevillana. Sus biógrafos afirman que murió a los noventa años de edad, pero no fué viable hasta este día localizar indicio alguno del rincón donde murió ni de la iglesia en que fue sepultado. Como poeta se le debe el poema Conquista de la Bética; editó además de esto una compilación póstuma de las poesías de Fernando de Herrera llamada Versos de Fernando de Herrera (Sevilla, 1619).

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Sin duda conocer profundamente a Francisco Pacheco es algo que está reservado a muy pocas personas, y que pretender recomponer quién fue y cómo fue la vida de Francisco Pacheco es una suerte de puzzleque probablemente podamos reconstruir si contribuimos todos a la vez.

Debido a esto, si eres del tipo de personas que creen en que de modo colaborativo es posible hacer algo mejor, y tienes información acerca de la biografía de Francisco Pacheco, o en relación con algún aspecto de su figura u obra que no se observe en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.

Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de un ser como Francisco Pacheco, que detentó su importancia en un momento histórico concreto, es esencia intentar ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

Sin dudarlo, contacta con nosotros para contarnos qué sabes tú en relación con Francisco Pacheco. Estaremos complacidos de completar esta biografía con más información.