Apreciar las luces y las sombras de las personas relevantes como Francisco Jiménez de Cisneros, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que podamos valorar no sólo la vida de Francisco Jiménez de Cisneros, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Francisco Jiménez de Cisneros, gentes a quienes de de una forma u otra Francisco Jiménez de Cisneros influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Francisco Jiménez de Cisneros.
(Torrelaguna, España, 1436 - Roa, id., 1517) Eclesiástico y estadista español. Procedente de una familia de la baja nobleza, Francisco Jiménez de Cisneros cursó estudios de teología en Alcalá, Salamanca y Roma. Tras su finalización, en 1471, fue nombrado arcipreste de Uceda, pero múltiples combates con el arzobispo de Toledo motivaron su ingreso en prisión. En 1480, y merced a su amistad con el cardenal Mendoza, fue nombrado vicario general de la diócesis de Sigüenza, cargo que desempeñó hasta 1484, fecha en que decidió entrar en la orden franciscana.
Continuó retirado por espacio de ocho años, hasta 1492, en el momento en que, debido al ascenso de Hernando de Talavera como arzobispo de Granada, quedó vacante la plaza de confesor de la reina Isabel la Católica, quien lo escogió para el cargo. Al año siguiente fue nombrado arzobispo de Toledo, puesto desde el que emprendió una secuencia de reformas de la Iglesia, no en todos los casos bien recibidas entre los eclesiásticos. En este sentido, luchó por recobrar el espíritu original de la orden de San Francisco de Asís, procuró complicar la creciente concesión de inmunidades y permisos a las órdenes seculares y se sumergió en una campaña reformista que se plasmó en la celebración de sendos sínodos en Alcalá (1497) y en Talavera (1498).
En 1499, obedeciendo órdenes reales, viajó a Granada para regentar en lo personal el emprendimiento de conversión de los mudéjares andaluces, sin bastante éxito, ya que estos próximamente se pusieron en contra suya y emprendieron una guerra de guerrillas en Las Alpujarras que no concluyó hasta 1502, fecha en que al final consiguió de los Reyes Católicos potestad para obligarlos a transformarse o, en su defecto, emigrar.
En 1504, tras la desaparición de Isabel, Cisneros ocupó la regencia, se transformó en defensor de Fernando el Católico y también impidió el ascenso al trono de Felipe el Precioso. Fue asimismo el primordial motor del acuerdo al que los dos llegaron en el mes de septiembre de 1505. Cuando Fernando el Católico volvió de Italia, a instancias del propio Cisneros, este fue retribuido con el capelo cardenalicio, concedido por el Papa, y con la dirección de la Inquisición.
Desde entonces encabezó la Junta de Regencia, cargo desde el que organizó múltiples expediciones de conquista en el norte de África (Mazalquivir, 1507, y Orán, 1508). El cardenal Cisneros impulsó asimismo la creación de la Universidad de Alcalá (1498), a la que se ha propuesto dotar de los más destacados teólogos y los más destacados contenidos escritos. En este sentido, podemos destacar su aportación a la edición de la Biblia poliglota complutense (1514-1517).
Leal en todo instante a Fernando el Católico, este le asignó la regencia del reino a su muerte (enero de 1516). Un año después murió sendero de Valladolid, adonde se dirigía para hallarse con el futuro monarca Carlos I de España, quien últimamente lo había afirmado en su cargo de regente del reino.
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