La historia de la civilización está escrita por aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho quela sociedad, de una forma u otra,progrese.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que detentó Francisco Javier Venegas en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para las personas que frecuentaron a Francisco Javier Venegas, sino que quizá dejó una huella mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Francisco Javier Venegas de modo personal.Francisco Javier Venegas fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Francisco Javier Venegas de Saavedra y Ramínez de Arenzana, I marqués de la Reunión y de Nueva España; Zafra, Badajoz, 1754 - Madrid, 1838) Militar y gestor colonial español que fue virrey de Nueva España entre 1810 y 1813. Inició la carrera de las armas alistándose como cadete en el Regimiento de Infantería de Murcia, y participó en la expedición a Argel contra la República francesa a lo largo de la Guerra de la Convención (1793-1795), donde resultó herido.
Una vez recuperado, y más allá de estar retirado del servicio con el nivel de teniente coronel, volvió a complementarse en el ejército al reventar la Guerra de la Independencia de españa (1808-1814). Tomó parte en la Batalla de Bailén (1808) al cargo de una división, y en el primer mes del verano de 1809 ascendió a teniente general. Nombrado comandante del ejército de Andalucía, no aceptó la proposición del general Sebastiani para pasarse al bando de José I Bonaparte, y fue impulsado a gobernador de Cádiz, localidad que defendió contra la invasión francesa.
En esos instantes su tío, Francisco de Saavedra, que había asumido la regencia de España en sepa de la Familia Real, lo nombró primero virrey de Nueva Granada, cargo que no llegó a ejercer, y poco tras Nueva España (de hoy México), en substitución del arzobispo Francisco Javier de Lizana y Beaumont. Embarcó entonces hacia Veracruz, adonde arribó el 25 de agosto de 1810; tres semanas después, el 14 de septiembre, recibió formalmente el gobierno de la Real Audiencia en Ciudad de México.
A lo largo de su gobernaduría (1810-1813), debió confrontar a los primeros movimientos independentistas dirigidos por Miguel Hidalgo, que avanzaba con sus tropas desde el norte hacia Ciudad de México tras haber dado su Grito de independencia en Dolores (Guanajuato), solo un día antes que Venegas recibiese la autoridad de virrey. Francisco Javier Venegas de Saavedra logró contener el alzamiento merced a la intervención de la tropas del mariscal Félix María Calleja, que a la postre le sucedería como virrey (si bien perdió la primera guerra del Monte de las Cruces, el ejército verdadera se levantó con la victoria en Puente de Calderón), y con una secuencia de medidas liberales concedidas por la metrópoli. Así, aplicó la independencia de prensa, la Constitución de Cádiz (1812) y la decisión de miembros del congreso de los diputados a Cortes, aprobó un nuevo régimen municipal y provincial en pos de los desafectos y suspendió la recaudación de tributos a los indios y mulatos.
Sin embargo, el territorio se encontraba ahora prácticamente incendiado (Ignacio López Rayón actuaba ahora en el centro del país, mientras que el padre José María Morelos vencía en combates bélicos en el sur, y se organizaban partidas de guerrilleros por todo el país), y la Corona de españa lo culpó de esa situación, con lo que poco después, y frente al prestigio creciente del mariscal Félix María Calleja, fue destituido como virrey en pos de este. De regreso a España, Fernando VII le concedió los títulos de marqués de la Reunión y de Nueva España (1816) y fue designado a la Capitanía General de Galicia (1818). Entre 1834 y 1836 fue integrante del Estamento de Próceres.
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