La historia universal está contada por aquellos hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel género humano, de un modo u otro,progrese.
Las biografías y las vidas de personas que, como Francisco Ibáñez, seducen nuestra atención, deben ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Francisco Ibáñez, el motivo por el cual Francisco Ibáñez vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Barcelona, 1936) Dibujante y escritor de guiones de cómics español, «padre» de los insignes Mortadelo y Filemón. Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona el 15 de marzo de 1936. El hecho de que desde pequeñísimo tuviese una clara afición por los cómics quedó reflejado en el momento en que a los siete años de edad publicó su primer dibujo en la gaceta Chicos, una publicación de historietas de aventuras destinada a leyentes infantiles y juveniles, si bien fuera en la sección «Colaboraciones de nuestros leyentes».
De principiante a profesional
Ibáñez, que siempre y en todo momento mostró interés y se declaró fan de autores como Escobar, Peñarroya o Franquin, comenzó a trabajar como botones a muy temprana edad. Mientras dibujaba y comenzaba a divulgar sus primeras historietas como profesional en 1956 en gacetas como La Rosa o Paseo Infantil, proseguía haciendo un trabajo en el Banco Español de Crédito, ahora como oficinista.
A pesar de los consejos de su familia, que tenía clarísimo que un trabajo en un banco en los años cincuenta era como ejercer de funcionario por la seguridad laboral y económica que representaba, Francisco Ibáñez decidió dejar la oficina y ejercer a tiempo terminado como escritor de guiones y dibujante de cómics.
En 1957 comenzó a ayudar en la habitual Editorial Bruguera, compañía editora de «Zipi y Zape», «La familia Cebolleta», «Doña Urraca», «El notero Tribulete» o «Don Pío», donde hasta ese instante trabajaban historietistas como Escobar, Peñarroya, Conti, Cifré, Vázquez o Jorge, autores que lograron burlar la censura de la temporada con historias costumbristas y críticas, y que fueron el origen de lo que se dió en llamar Escuela Bruguera.
En situación, tanto Ibáñez como otros autores que le acompañaron en la para ellos novedosa singladura de Bruguera (Raf, Gin o Segura) se transformaron prontísimo en indispensables, en parte por la resolución de varios de los desarolladores ahora convocados de dejar Editorial Bruguera para fundar su compañía y modificar sus tebeos.
Mortadelo y Filemón
En la famosa como «temporada dorada» de la historieta en España, Ibáñez comenzó dibujando rechistes y ciertas historietas sin personaje fijo, hasta el momento en que en 1958 se le ocurrió hacer a una pareja de detectives privados muy particulares, a los que bautizó como Mortadelo y Filemón.
Publicada en un inicio en la gaceta Pulgarcito, «Mortadelo y Filemón» fue al comienzo una suerte de sátira de Sherlock Holmes y el Dr. Watson, incluida una parte de la indumentaria de exactamente los mismos, pero prontísimo abandonaron sombrero de fieltro y pipa y han tomado la manera y los ropajes con lo que son reconocidos hoy día: camisa blanca y pantalones colorados para Filemón; levita negra hasta el cuello para Mortadelo.
El esquema básico de la personalidad de los 2 estudiosos fue, en esencia, exactamente el mismo desde sus principios: Filemón era, teóricamente, el jefe y responsable del dúo, si bien le podía mucho más su buena intención que su acierto y acabara siempre y en todo momento recibiendo los mucho más sonoros tortazos por culpa de su compañero; Mortadelo era el personaje con una personalidad mucho más marcada desde el comienzo; listo, hábil y veloz con los disfraces, era el elemento que provocaba los gags y que la mayoria de las veces terminaba buscado por su «amado jefe».
Personajes icono
La serie fue realmente bien recibida por los que leen prácticamente desde el comienzo, pero fue en 1969, con el nacimiento de la gaceta Gran Pulgarcito y la idea de divulgar por entregas historias largas (sus aventuras hasta el momento eran de una o 2 páginas), en el momento en que Mortadelo y Filemón comenzaron a transformarse en el mito habitual que son actualmente.
Su primera historia extendida, El sulfato atómico, realmente bien planeada y dibujada, confirmó a Ibáñez como creador de éxito, al paso que inauguró la Colección Olé de Bruguera. A partir de ese instante, Mortadelo y Filemón se hicieron finalmente con el favor de los que leen de todas y cada una de las edades, y su serie recibió en 1969, 1974, 1975 y 1976 el Aro de Oro a los individuos infantiles mucho más populares.
Una clara exhibe del increíble éxito de la serie fue el nacimiento en 1970 de la gaceta Mortadelo, a la que proseguirían otras publicaciones como Mortadelo Especial, Mortadelo Gigante y Súper Mortadelo. En aquel instante, Ibáñez ahora había dotado a la serie de sus permanentes mucho más conocidas: Mortadelo y Filemón trabajaban para la T.I.A. (Especialistas de Investigación Aeroterráquea) bajo el mando del Súper, y debían aguantar los estrambóticos inventos del Profesor Bacterio, responsable por otro lado de la calvicie de Mortadelo, víctima de uno de sus fallos «tecnológicos». Ofelia, la asesora del Súper, apareció cierto tiempo después.
Pero el reconocimiento de Francisco Ibáñez no se basó de forma exclusiva en «Mortadelo y Filemón». Autor prolífico, Ibáñez creó múltiples series, entre aquéllas que resaltan «La familia Trapisonda, un grupito que es la monda» (natural de las páginas de El DDT en 1959); «13, rue del Percebe» (otra de sus series mucho más conocidas, efectuada con una enorme riqueza de datos y construída para Tío Vivo en 1961); «El botones Sacarino» (serie que fue amoldada para la televisión a fines de los años noventa y que nació, según Ibáñez, como fruto de su experiencia como botones, en las páginas de El DDT en 1963); «Rompetechos» (del que Ibáñez dijo reiteradamente que es su personaje preferido y su álter ego, iniciada en Tío Vivo en 1964), y «Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a residencia» (Tío Vivo, 1966), entre muchas otras.
El cierre de Bruguera
Ibáñez trabajó simultáneamente en múltiples series, con una dedicación particular hacia «Mortadelo y Filemón», hasta el momento en que en 1985, un año antes del cierre de Editorial Bruguera, y por desavenencias con la dirección de esta compañía decidió buscar otra editorial donde divulgar.
En aquel instante, y esperando de lo que pudiese suceder con la propiedad de sus series, que contractualmente pertenecían a Bruguera, Ibáñez alcanzó un acuerdo con Ediciones Grijalbo para hacer «Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo», que, de alguna forma, mostraba una situación popular, y «7 Rebolling Street», un claro remedo de «13, rue del Percebe», que comenzaron a publicarse en la gaceta Guai! y más tarde con apariencia de álbumes.
A lo largo de un par de años, Ibáñez desarrolló estas series, hasta el momento en que en 1988 nació Ediciones B, que se realizó con todo el fondo editorial de Bruguera. Ediciones B y también Ibáñez llegaron a un convenio y el constructor de Mortadelo y Filemón regresó a los individuos que lo lanzaron a la popularidad, para quedarse ahora terminantemente con ellos y concentrarse en la realización de nuevos álbumes. Los tiempos habían cambiado, y también Ibáñez reflejaba los avances sociales y políticos a su forma, en historias largas publicadas ahora de forma directa como libros que parodiaban ocasiones de candente actualidad.
Desde ese instante, Mortadelo y Filemón compartieron sus aventuras con individuos como Juanito Batalla (Juan Guerra), Rulfián (Luis Roldán) o con representaciones en dibujo de los políticos mucho más esenciales actualmente, como Jordi Pujol, Narcís Serra, Felipe González o Pasqual Maragall. Igualmente, Ibáñez asistió a temas coyunturales, como parodias de películas, mundiales de fútbol, selecciones políticas, juegos olímpicos, el euro o sátiras de populares programas de televisión para ambientar las andaduras de los agentes de la T.I.A.
Ibáñez redacta y dibuja seis álbumes de «Mortadelo y Filemón» por año (ha anunciado 150 títulos distintas), y sus producciones fueron adaptadas a otros medios, como los juegos para PC o los dibujos animados. El éxito del que han gozado en España Mortadelo y Filemón ha corrido parejo a su expansión en todo el mundo, puesto que la serie se ha anunciado en países como Alemania, Brasil, Portugal, Dinamarca, Italia, Grecia, Finlandia, Suecia o Francia. Y en 2003 llegó la película, una versión con actores de carne y hueso de sus individuos mucho más populares.
Los agentes de la T.I.A. en imagen auténtica
La enorme aventura de Mortadelo y Filemón se estrenó en el mes de febrero de 2003 y en unas semanas logró transformarse en entre las películas mucho más taquilleras de la historia del cine español. Javier Fresser, su directivo, supo trasmitir el espíritu de la serie en los cómics logrando un auténtico «tebeo en imágenes» con el apoyo de su talento y de unos estupendos FXs que reproducían con perfección los tortazos, vuelos y carreras de los individuos de papel.
Una parte del éxito de la película se debió, indudablemente, a la magnífica caracterización que de Mortadelo y Filemón hicieron los actores Benito Pocino y Pepe Viyuela, respectivamente. La enorme aventura de Mortadelo y Filemón incluyó, además de esto, una aparición estelar de un convincente Rompetechos (interpretado por el actor Emilio Gavira) y un homenaje a la serie «13, rue del Percebe». El propio Ibáñez se mostró encantado con el resultado final de la película.
La ahora extendida trayectoria profesional de Francisco Ibáñez se vió conocida en estos últimos años con el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona, que le fue concedido en 1994 y, mucho más últimamente, con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002. En 2003 Ibáñez proseguía dedicado en cuerpo y alma a redactar y dibujar sus álbumes de Mortadelo y Filemón y probando que proseguía siendo entre los autores de cómics mucho más populares de siempre, como lo certificaba el hecho de sus proyectos prosiguieran figurando entre las mucho más vendidas en la Feria del Libro de La capital de españa.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de un ser como Francisco Ibáñez, que detentó su trascendencia en una época determinada, es esencia procurar mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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