La historia del mundo está escrita por las personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela humanidad, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Francisco I de Habsburgo-Lorena es uno de esos seres humanos cuya vida, en efecto, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Francisco I de Habsburgo-Lorena es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Francisco I de Habsburgo-Lorena, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo sustancial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Francisco I de Habsburgo-Lorena, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Francisco I de Habsburgo-Lorena, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Francisco I de Habsburgo-Lorena influenció, y desde luego, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Francisco I de Habsburgo-Lorena.
(Nancy, 1708 - Innsbruck, 1765) Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1745-1765), asimismo llamado Francisco I de Austria, Francisco II de Toscana o Francisco III de Lorena por sus títulos. Hijo del duque Leopoldo de Lorena y de Isabel Carlota de Orleans, creó la rama Habsburgo-Lorena. Fue duque de Lorena (como Francisco III) de 1729 a 1736, enorme duque de Toscana (como Francisco II) de 1737 a 1765, y duque de Parma y de Plasencia (como Francisco II) de 1738 a 1748.
En 1736 contrajo matrimonio con María Teresa de Austria, hija del emperador Carlos VI y heredera del trono austriaco. Tras la guerra de Sucesión de Polonia, en la paz de Viena (1738) debió admitir la pérdida de Lorena en pos de Estanislao Leszczynski y en lugar de Toscana, que había conseguido el año previo tras la desaparición del enorme duque Juan Gastón. Obtuvo asimismo Parma y Plasencia, que perdería diez años después (al terminar la guerra de Sucesión de Austria) en beneficio del hijo de Felipe V de España, el infante Felipe. En 1740, en el momento en que su mujer ocupó el trono austriaco, fue nombrado corregente.
Escogido emperador a la desaparición de Carlos VII (1745), su actuación política fue de poca relevancia, destacando por el interés que mostró en temas económicos. De personalidad enclenque, dejó el gobierno a cargo de sus consejeros y se ganó una creciente impopularidad adecuada a los consecutivos catastrofes militares que padeció en frente de los turcos. Tuvo diecisiete hijos, de entre los que resaltan José II, Leopoldo II y María Antonieta.
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