La historia del mundo la narran los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela humanidad, de un modo u otro,prospere.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la trascendencia que tuvo Francisco de Quevedo en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Francisco de Quevedo, sino que posiblemente legó una huella mucho más honda de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Francisco de Quevedo en persona.Francisco de Quevedo ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Francisco de Quevedo, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la vida de Francisco de Quevedo, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Francisco de Quevedo, personas a quienes de de una u otra forma Francisco de Quevedo influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Francisco de Quevedo.
Las biografías y las vidas de personas que, como Francisco de Quevedo, cautivan nuestra curiosidad, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Francisco de Quevedo, el motivo por el cual Francisco de Quevedo vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los progenitores de Francisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte, con lo que desde su niñez estuvo en contacto con el ámbito político y cortesano. Estudió en el instituto imperial de los jesuitas, y, más tarde, en las Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid, localidad esta donde adquirió su popularidad de enorme poeta y se realizó conocida su rivalidad con Góngora.
Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología y también inició su relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, creador hasta el momento jamás vertido al español. En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó como agente misterio en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Acusado, semeja que falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia, padeció una circunstancial caída en desgracia, a la par, y como resultado, de la caída del duque de Osuna (1620); detenido, fue culpado a la pena de destierro en su posesión de Torre de Juan Abad (Localidad Real).
No obstante, próximamente recuperó la seguridad real con la ascensión al poder del conde-duque de Olivares, quien se transformó en su asegurador y le distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello, Quevedo volvió a poner en riesgo su estatus político al sostener su oposición a la decisión de Santa Teresa como patrona de España a favor de Santiago Apóstol, pese a las sugerencias del conde-duque de Olivares de que no se manifestara, lo que le valió, en 1628, un nuevo destierro, en esta ocasión en el convento de San Marcos de León.
Pero no tardó en regresar a la corte y proseguir con su actividad política, con vistas a la que se casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del gusto de la mujer de Olivares y de quien se apartó poco tiempo después. Problemas de corrupción en el ambiente del conde-duque provocaron que este empezara a desconfiar de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de San Marcos, donde continuó, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en independencia, ahora con la salud muy quebrantada, se retiró terminantemente a Torre de Juan Abad.
La obra de Francisco de Quevedo
Como literato, Quevedo cultivó todos y cada uno de los géneros literarios de su temporada. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, al unísono que graves poemas en los que expuso su pensamiento, habitual del Barroco. Sus mejores poemas detallan la desilusión y la melancolía frente al mismo tiempo y la desaparición, puntos centrales de su reflexión poética y bajo la sombra de los que pensó el cariño.
A la hondura de las medites y la dificultad conceptual de sus imágenes, se une una expresión directa, con frecuencia informal, que imprime una enorme modernidad a la obra. Adoptó una persuadida y combativa posición de rechazo del gongorismo, que le llevó a divulgar agrios escritos en que satirizaba a su contrincante, como la Aguja de andar cultos con la receta para realizar Soledades en un día (1631). Su obra poética, publicada póstumamente en 2 volúmenes, tuvo un enorme éxito ahora en vida del creador, singularmente sus letrillas y romances, popularizados entre el pueblo por los juglares y que supuso su inclusión, como poeta anónimo, en la Segunda una parte del Romancero general (1605).
En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es asimismo diferente y larga, y le reportó esenciales éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta proyectos ascéticas y de carácter filosófico y ética; una de sus mejores proyectos es La cuna y la sepultura (1634), un tratado ética de fuerte predominación estoica, a imitación de Séneca.
Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, obra ingeniosa y de un humor cáustico, inigualable en el aspecto estilístico, redactada a lo largo de su juventud y desde ese momento publicada clandestinamente hasta su edición determinante. Más que su singularidad como pensador, resalta su total dominio y virtuosismo en la utilización de la lengua castellana, en sus registros, campo en el que sería bien difícil hallarle un contrincante.
¿Qué piensas de la crónica de la vida de Francisco de Quevedo? ¿Has podido leer todo aquello que pensabas que ibas a hallar?
Indudablemente llegar a comprender a Francisco de Quevedo es algo que está reservado a pocas personas, y que intentar reconstruir quién y cómo fue la vida de Francisco de Quevedo es una especie de rompecabezasque tal vez podamos rehacer si colaboramos todos a la vez.
Por ese motivo, si eres de aquellos que confían en que de forma colaborativa se puede crear algo mejor, y posees información con respecto a la biografía de Francisco de Quevedo, o sobre algún matiz de su figura u obra que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.
Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente importantes, ya que destacan la singularidad, y en el tema de la vida de una persona como Francisco de Quevedo, que tuvo su significación en una época concreta, es fundamental tratar de mostrar una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
Sin titubeos, contacta con nosotros para narrarnos qué sabes tú acerca de Francisco de Quevedo. Estaremos encantados de completar esta biografía con más información.