La historia del mundo la narran las mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel mundo, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a otras personas o siendo parte de la actuación. Francisco Álvarez-Cascos es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Francisco Álvarez-Cascos es conocer más sobre una época concreta de la historia del género humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Francisco Álvarez-Cascos, atraen nuestra atención, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Francisco Álvarez-Cascos, porqué Francisco Álvarez-Cascos vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Madrid, 1947) Político español que fue secretario general del Partido Popular (1989-1999) y vicepresidente del gobierno español y ministro de Fomento a lo largo de los ordenes de José María Aznar (1996-2004). Francisco Álvarez-Cascos nació en Madrid el 1 de octubre de 1947, primogénito de José María Álvarez-Cascos y de Consuelo Fernández, si bien cabe considerarlo asturiano a todos y cada uno de los efectos. En el principado, recién estrenada la transición a la democracia, la actividad de la derecha era prácticamente nula. En situación, Álvarez-Cascos vivió hasta 1976 ajeno de las corrientes políticas y sociales actualmente: se sacó el título de ingeniero de caminos, canales y puertos por la Escuela Técnica Superior de Madrid, se casó con Elisa Fernández Escandón, se asentó profesionalmente y prefirió el deporte y los toros (firmó crónicas taurinas con el seudónimo de Curro Pelayo) a otras pasiones.
En el momento en que optó por la política, la mayor parte de los jóvenes de su generación llevaban mucho tiempo en ella; él era un principiante, como confirmó tiempo después: «En mi época de estudiante era un hombre sin enormes ambiciones y la política no me interesaba». El caso es que en 1976 lo captó Manuel Fraga para Reforma Democrática, feto de lo que entonces sería Alianza Popular (AP). Entre día de pesca y día de pesca, Chato Salmones, sobrenombre pesquero con el que lo bautizaron ciertos de sus oponentes, aceptó el papel de hombre de Fraga en Asturias.
En 1979 concurrió a las selecciones en general como número 2 en la lista al Congreso por Asturias de Coalición Democrática, tal como a las selecciones locales del mismo año, resultando escogido concejal del Ayuntamiento de Gijón y, más tarde, diputado provincial y asesor regional. Frente a la mayor parte absoluta de los socialistas, los populares nuevamente tipo pasaron prácticamente inadvertidos, aun quienes por encargo directo de Fraga tenían la misión de reorganizar el partido.
Álvarez-Cascos fue escogido presidente de la Comisión de Turismo y Deportes provincial de Oviedo hasta la extinción de esta institución en 1982. Ocupó simultáneamente, en el transcurso de un año, la cartera de Comercio, Turismo y Pesca en el Consejo Regional de Asturias. En las selecciones en general festejadas en el mes de octubre de 1982 fue escogido senador por Asturias. Candidato a la presidencia del Principado y a la alcaldía de Gijón en las funcionalidades de representante del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Gijón y en la Junta General del Principado de Asturias, las simultaneó con sus trabajos en el Senado, donde fue secretario general adjunto del Grupo Parlamentario y integrante de las comisiones de Presupuestos y de Industria y Energía.
Un político tardío
Tenía treinta y siete años y la seguridad de que pasaría mucho tiempo antes que la derecha estuviese en situación de entrar al poder, lo que le dejó consolidarse en el organigrama del partido y entender sus entresijos de puertas afuera y de puertas adentro. En las selecciones en general de junio de 1986 encabezó la lista al Congreso por Asturias de Coalición Popular. Tras su decisión como diputado, renunció a su condición de concejal y diputado regional.
En el IX Congreso Nacional de AP (que después se transformaría en Partido Popular) festejado en el mes de enero de 1989, fue escogido secretario general del partido, cargo que seguiría desempeñando tras ser reelegido en el X Congreso de Sevilla en 1990 y en el XI Congreso, que sucedió en Madrid en 1993. Desde el VI Congreso de AP, festejado en 1984, formó una parte del Comité Ejecutivo Nacional del partido, para el que fue reelegido en lista abierta en el VII Congreso festejado en 1986 en Madrid. Fue integrante del gabinete de estrategia de AP y, también, desempeñó el cargo de coordinador adjunto de relaciones sectoriales del partido. En el VII Congreso Extraordinario festejado en el mes de febrero de 1987 ocupó el primer rincón entre los vocales en la lista abierta por los compromisarios.
Después del éxito de las selecciones de europa de 1994 y de las municipales de mayo de 1995 era bien difícil dar a Álvarez-Cascos, como señal de identidad primordial, su vinculación histórica con Fraga, si bien sostenía una relación de privilegio con el presidente de la Xunta. Es mucho más exacto ubicarlo en las filas de la derecha sin adversidades, poco dada al cambio en tres campos: los nacionalismos, la reducción del papel del Estado en la economía y la ética clásico católica. En alguna forma, los consecutivos escándalos en los que se vieron implicados la administración y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) reforzarían este flanco.
La llegada al poder del PP
La carrera política de Francisco Álvarez-Cascos llegó a su punto álgido en 1996, tras el triunfo del PP en las selecciones en general. Confirmado como secretario general del partido ese año, fue nombrado ministro de la Presidencia y vicepresidente primero del gobierno por el nuevo presidente, José María Aznar. Gran polemista, pero, al tiempo, hábil negociador, Álvarez-Cascos tuvo un papel señalado en los primeros años de gobierno de los populares, quienes se vieron obligados a tener los votos de los nacionalistas catalanes, vascos y canarios para sacar adelante sus proposiciones.
Sin embargo, con el pasar de los años, la estrella de Álvarez-Cascos empezó a decaer. Su estilo disonante sintonizaba mal con la imagen centrista que Aznar deseaba dar al PP, con la intención de atraerse las simpatías de los votantes mucho más moderados. Descontento con el desempeño del partido, Álvarez-Cascos presentó su dimisión como secretario general del PP, cargo en el que le sucedió Javier Arenas en el mes de enero de 1999.
Tras las selecciones en general de 2000, en las que el PP consiguió la mayor parte absoluta, fue nombrado ministro de Fomento por Aznar, quien, no obstante, por el momento no le ofreció una vicepresidencia del gobierno. Esto equivalía a quedar descabalgado de la carrera por la sucesión del presidente de gobierno. El partido vivió sus peores instantes en la política tras el hundimiento del petrolero Prestige en el mes de noviembre de 2002. La desorganización con la que el gobierno encaró la catástrofe por el vertido de 50.000 toneladas de fuel procedentes del barco en frente de las costas de Galicia provocó una enorme pérdida de popularidad al gabinete de Aznar.
Álvarez-Cascos fue entre los ministros mucho más castigados, ya que la opinión pública le reprochó que, más allá de ser el ministro responsable del salvamento marítimo, continuase de cacería en el Pirineo mientras que se generaba el vertido del Prestige. Además, la oposición lo acusó de ser la persona que ordenó remolcar el barco hacia mar adentro, hecho que, según distintos especialistas, provocó que la nave se partiese en el medio. Por estos fundamentos, no resultaba extraño que Álvarez-Cascos fuera entre los políticos peor valorados en las investigaciones a fines de año.
La ética clásico es algo que preocupa y bastante al secretario general del PP, ubicado en el campo de la ortodoxia católica. Para quien en determinada ocasión declaró que «la resolución de vivir juntos debe ser mucho más vigorosa que una atracción insuperable», el hecho de separarse de Elisa Fernández Escandón, madre de sus 4 hijos, le llevó a enseñar la dimisión en petit comité, un ademán que naturalmente no consideraron sus contertulios. Pero ajeno de este episodio personal, Álvarez-Cascos sumaba su parecer al de los mucho más conservadores dentro y fuera del partido en apartados como el aborto y el consumo de drogas. Cabe apuntar, no obstante, que sus convicciones religiosas no le impidieron casarse en segundas nupcias con Gema Ruiz, una mujer 27 años mucho más joven que él. Fue en 1996, el año en que Álvarez-Cascos vivía sus mejores tiempos como político.
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