Ya sea inspirando a otros seres humanos o tomando parte de la acción. Francis Fukuyama es una de las personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Francis Fukuyama es conocer más sobre época determinada de la historia del género humano.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Francis Fukuyama, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Francis Fukuyama, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Francis Fukuyama, aquellas personas a quienes de un modo u otro Francis Fukuyama influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Francis Fukuyama.
Las biografías y las vidas de personas que, como Francis Fukuyama, cautivan nuestra atención, tienen que servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Francis Fukuyama, el motivo por qué Francis Fukuyama vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Chicago, 1952) Politólogo estadounidense de origen japonés. Doctor en ciencias políticas por la Universidad de Harvard y catedrático de economía política en todo el mundo en la Universidad Johns Hopkins de Washington, a fines de la década de 1990 fue entre las figuras centrales de los neocons, conjunto de pensadores neoconservadores que tendría enorme predominación en los ordenes del presidente George W. Bush (2001-2008) y de cuyos planteamientos se distanciaría más tarde.
La popularidad de este especialista en historia y teoría política procede más que nada de un producto de 1989 que se titula ¿El fin de la historia?, que sorprendió al mundo entero y dio pie en el instante a una avalancha de discusiones y críticas en los mucho más distintos foros de discusión; Francis Fukuyama desarrollaría entonces mucho más extensamente las ideas allí contenidas en el libro El fin de la historia y el último hombre (1992). Un buen número de estas críticas que recibió se remitían a los sucesos los medios para señalar que, cuando menos en un sentido muy inmediato, la historia parecía mucho más activa y tumultuosa que jamás. Sin embargo, así como Fukuyama no ha cesado de contestar, este tipo de crítica se apoya en una alguna incomprensión de sus razonamientos.
En situación, en su popular producto se refería a la historia como la sucesión de ideologías y maneras de entender y ordenar las sociedades. Desde esta gran visión, la historia es el desarrollo que transporta de las sociedades esclavistas a las sociedades feudales, y de un modelo monárquico a otro dictatorial o parlamentario. Y en este sentido, Fukuyama apunta que, tras el fracaso del comunismo como emprendimiento popular en la Unión Soviética, y generalmente en los distintos países de todo el mundo donde se había implementado, la democracia liberal y el modelo de la economía de mercado quedaron prácticamente sin contrincante. Los totalitarismos y otras maneras de regímenes déspotas asimismo demostraron durante la segunda mitad del siglo XX una mayor fragilidad que la democracia.
La razón de estos descalabros hay que a las contradicciones internas de este tipo de regímenes, unas contradicciones que serían las causantes, en último caso, de su fragilidad y de la inclinación de las sociedades recientes en el mundo entero hacia el modelo de la democracia liberal y la economía de mercado. Lo que Fukuyama apunta es que solo este modelo de sociedad está libre de contradicciones y puede aspirar, por ende, a una seguridad que se podría perpetuar indefinidamente. Ello no quiere decir que la historia, en el sentido de la sucesión de hechos y enfrentamientos en el panorama en todo el mundo, vaya a detenerse. Sin embargo, desde la visión de las tendencias sociales profundas, o sea, de las ideologías y los modelos de organización de la sociedad que se ofrecen, todos estos enfrentamientos se van a poder interpretar en el sentido de una implantación aproximadamente lenta o acelerada, traumática o imperfecta, de los principios de la democracia liberal y la economía de mercado.
Al ver la verdad en todo el mundo en la segunda mitad del siglo XX, ciertos han señalado el renacimiento de ideologías que podrían parecer, de entrada, superadas desde la visión de la democracia liberal: se habla del nacionalismo extremista y el fundamentalismo espiritual. Fukuyama respondió a este tipo de críticas, indudablemente mucho más problemáticas para su proposición, en un libro posterior en el que protege que alguna forma de vínculo comunitario, sea étnico o espiritual, es requisito para el desempeño de la democracia. Sin embargo, su aparición beligerante y en formas extremas y radicalizadas en los últimos tiempos forma un enfrentamiento relacionado con las situaciones y la lógica interna de ciertos países y zonas. En las democracias mucho más estables y equilibrados, que son las que toma como modelo, le da la sensación de que el elemento nacional y el espiritual se encuentran con perfección integrados en el desempeño general de la sociedad y no son fuente de enfrentamientos. En último término, el resto países evolucionarán hacia este modelo y sus movimientos religiosos y nacionalistas tenderán a ser integrados apropiadamente.
En situación, la iniciativa de un viable fin de la historia se encuentra relacionada con una famosa situación filosófica que en el siglo XIX defendieron Hegel y Karl Marx. Se trata de la iniciativa de que la historia tiene un sentido de adentro, que evoluciona en una dirección definida y que tiene por consiguiente una meta. La humanidad, desde esta visión, avanza mediante la historia. El propio Fukuyama ha lamentado que el siglo XX haya generado un enorme pesimismo sobre el avance de la raza humana, a raíz del fracaso ética que representaron hechos traumáticos como ámbas guerras mundiales o el holocausto judío.
Sin embargo, el avance como sendero marcado de antemano, del que la raza humana no podría apartarse en ningún caso, asimismo fué objeto de una crítica nada fatalista. El pensador austriaco de la ciencia Karl Popper defendió que absolutamente nadie puede predecir el curso futuro de la historia, y esto pues la evolución de la sociedad es dependiente en último caso de la evolución de nuestro conocimiento, de nuestras ideas sobre el planeta y sobre el hombre. Y no hay ninguna forma de entender el día de hoy exactamente en qué logre radicar lo que la raza humana sabrá mañana.
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Sin duda conocer en profundidad a Francis Fukuyama es algo que se reserva a escasas personas, y que intentar reconstruir quién fue y cómo fue la vida de Francis Fukuyama es una especie de puzzleque probablemente podamos rehacer si contribuimos conjuntamente.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de un ser como Francis Fukuyama, que tuvo su importancia en un momento histórico concreto, es indispensable tratar de ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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