Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Francis Bacon es uno de esos sujetos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Francis Bacon es comprender más acerca de etapa determinada de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que detentó Francis Bacon en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Francis Bacon, sino que posiblemente dejó una huella mucho más profunda de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Francis Bacon de modo personal.Francis Bacon fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
(Dublín, 1909 - Madrid, 1992) Pintor inglés de origen irlandés, figura señalada de la llamada Nueva Figuración, inclinación que se desarrolló durante los años sesenta, tras el agotamiento del informalismo. En el panorama del arte de la posguerra, el expresionismo figurativo de Francis Bacon ocupa un espacio aparte, difícilmente relacionable con ciertas diferentes tendencias artísticas que recorren esos años. Toda la trayectoria pictórica de Bacon se identifica por una profunda independencia, que hace de su pintura un líder peculiar del arte europeo de la segunda mitad del siglo XX. Bacon, además de esto, influyó en buena medida en los artistas del movimiento pop inglés.
Tras una niñez marcada por la soledad y la patología, Francis Bacon pasó su juventud en su Irlanda natal. En 1925 se establece en Londres, donde trabaja como decorador. Se atrae en seguida por la pintura, más que nada tras sus estancias en los años veinte en Berlín y París, donde al lado de los expresionistas (Otto Dix, Max Beckmann) queda impresionado por la obra de Picasso, lo que debe apreciarse si se considera la capacitación autodidacta de Bacon.
Si bien sus primeros ensayos datan del periodo comprendido entre 1929 y 1944 (la mayor parte de estas lonas van a ser demolidas por nuestro pintor), es a lo largo de la posguerra en el momento en que da a comprender el género de pintura que le va a hacer célebre. Ya en sus Tres estudios de figura en la base de una crucifixión, de 1944, se muestran las claves a las que responde su pintura en las décadas siguientes.
La visión atormentada de Bacon debía llamar siempre la atención de un público traumado por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y sus males; pero tal como los pintores informalistas orientan su angustia existencial hacia la indeterminación de la abstracción matérica, Francis Bacon escoge la figura humana como fundamento central de sus cuadros, y la somete a deformaciones y modificaciones hasta un nivel no popular de antemano en la historia del expresionismo. Ya sea en sus retratos y autorretratos o en creaciones mucho más complicadas, los cuerpos mutilados, los órganos atrofiados y toda clase de anomalías anatómicas dan como resultado una imagen del horror que se introduce en un espacio indefinido, de fondos monocromáticos, que comunica una sensación de aislamiento y claustrofobia.
La apuesta de Bacon por la figuración se elabora desde la mucho más absoluta subjetividad, tomando de la vanguardia esos elementos que le son convenientes para hallar expresar la torturada situación del hombre contemporáneo. Para la construcción de los seres que pueblan sus cuadros utiliza la gestualidad del informalismo, la distorsión expresionista y la evocación onírica surrealista (la emotividad en sus distintas formulaciones). Tales seres quedan sobrepuestos a enormes superficies de color chato, organizados muy esmeradamente; para esto prosigue reglas extraídas de la tradición abstracta geométrica mucho más parca, siguiendo la mucho más estricta racionalidad compositiva. Emotividad y racionalidad convergen, ya que, en la pintura de Bacon, y se conjugan en un equilibrio asombrosamente fértil y perturbador.
Desde esos Tres estudios de figura en la base de una crucifixión, en los que las masas se retuercen sobre sí mismas para terminar transformadas en grito exacerbado de angustia y de mal, Bacon usaría de forma frecuente fondos rojizos para detectar sus torturadas figuras. Un excelente ejemplo de esto es otra obra posterior, Mujer vaciando un cuenco y niño paralítico gateando según Muybridge (1965, Stedelijk Museum, Amsterdam), donde las masas corpóreas que representan a la madre y al hijo se afirman en un bien difícil equilibrio sobre una frágil composición oval, o el mucho más tardío Estudio del cuerpo humano (1982, Museo Nacional de Arte Moderno, París), en el que el cuerpo masculino hace aparición achicado al sexo y a las extremidades inferiores.
El interés de Bacon por los autorretratos de Rembrandt y por toda la obra de Velázquez se prueba tanto en la utilización de los empastes pictóricos como en la reinterpretación de proyectos como el retrato de Inocencio X, del que en 1961 efectuó una alucinante versión que, no obstante, según él mismo confesó, no logró sobrepasar la obra original de Velázquez.
Las fuentes iconográficas en que Bacon se inspiraba para efectuar sus proyectos podían proceder, como se dijo, de la narración de la pintura, pero eran los álbumes fotográficos de Eadweard Muybridge (con sus estudios sobre el movimiento humano y animal) y las fotografías anónimas de diarios y gacetas o los fotogramas de películas de Sergei Eisenstein o de Luis Buñuel lo que formaba su fichero primordial.
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