La historia de las civilizaciones la escriben aquellas mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho queel mundo, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Francesco Petrarca es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Francesco Petrarca es comprender más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Francesco Petrarca, cautivan nuestra atención, tienen que valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Francesco Petrarca, porqué Francesco Petrarca vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Francesco Petrarca
(Arezzo, de hoy Italia, 1304 - Arqua, id., 1374) Poeta y humanista italiano. Durante su niñez y su primera adolescencia radicó en diferentes ciudades italianas y francesas, gracias a las persecuciones políticas de que fue objeto su padre, adherido al partido negro güelfo. Cursó estudios de leyes en Carpentras, Montpellier, Bolonia y Aviñón, más allá de que jamás logró graduarse.
Según cuenta en su autobiografía y en el Cancionero, el 6 de abril de 1327 vio en la iglesia de Santa Clara de Aviñón a Laura, de quien se enamoró intensamente. Se hicieron varios intentos por detallar la identidad de Laura, e inclusive sus contemporáneos llegaron a poner en duda su vida, considerándola una creación para el juego literario. Petrarca defendió siempre y en todo momento, no obstante, su vida real, si bien sin descubrir su identidad, lo que ha inducido a meditar que quizá se tratase de una mujer casada. Sí que está comprobado, en cambio, que sostuvo relaciones con otras mujeres y que 2 de ellas, cuyos nombres no se saben, le brindaron 2 hijos: Giovanni y Francesca.
La lectura de las Confesiones de Agustín de Hipona en 1333 lo sumió en la primera de las crisis religiosas que le habrían de acompañar toda la vida, y que de manera frecuente se reflejan en su obra, al confrontar su apego por lo lote a sus pretensiones espirituales. Durante su estancia en Aviñón coincidió con Giacomo Colonna, amistad que le dejó ingresar al servicio del cardenal Giovanni Colonna. Para este último efectuó múltiples viajes por países de europa, que aprovechó para salvar viejos códices latinos de múltiples bibliotecas, como el Pro archia de Cicerón, obra de la que se tenían referencias pero que se consideraba perdida.
Con el objetivo de poder ocuparse en mayor medida a la literatura, procuró achicar sus metas diplomáticas, y para esto logró una canonjía en Parma (1348) que le dejó gozar de provecho eclesiásticos. Posteriormente se trasladó a Milán, donde estuvo al servicio de los Visconti (1353-1361), a Venecia (1362-1368) y a Padua, donde los Carrara le obsequiaron una villa en la próxima población de Arqua, en la que transcurrieron sus últimos años.
La obra de Petrarca
Su producción puede dividirse en 2 conjuntos: proyectos en latín y proyectos en lengua vulgar. Las primeras fueron las que le reportaron mayor éxito en vida, y en ellas cifraba Petrarca sus pretensiones a la popularidad. Cabe poner énfasis en este capítulo el poema en hexámetros África (que dejó inacabado y en el que salva el estilo de Tito Livio), las 12 églogas que conforman el Bucolicum carmen y la serie de biografías de individuos tradicionales llamada De viris illustribus. Reflejo de sus inquietudes espirituales son los diálogos falsos con San Agustín recogidos en el Secretum.
Petrarca logró en vida una esencial popularidad como creador latino y humanista, como prueba su coronación en Roma como poeta, en 1341. Sin embargo, sus poemas en lengua vulgar recogidos en el Cancionero fueron los que tenían que ofrecerle popularidad inmortal. Aunque Petrarca los llamaba nugae (pasatiempos), la verdad es que jamás dejó de retocarlos y de preocuparse por su articulación en una obra conjunta, lo que indica una intención de estilo que por otro lado resulta visible en todas y cada una de las creaciones, de técnica impecable y que contribuyeron grandemente a revalorizar la lengua vulgar como lengua poética.
En la sección primera del Cancionero, las poesías reflejan la sensualidad y el tormento con pasión del poeta, al paso que tras la desaparición de Laura, acontecida según afirma el poeta en 1348, su amor resulta sublimado en una adoración espiritual. Petrarca supo huír a la oratoria cortés del amor, transmitiendo un aliento mucho más sincero a sus versos, más que nada merced a sus imágenes, de enorme fuerza y singularidad. Su predominación se tradujo en la vasta corriente del petrarquismo, destinada a perdurar hasta el siglo XVII, y a cuya tradición forman parte desde Ausiàs March, Garcilaso de la Vega o Francisco de Quevedo hasta Edmund Spenser y William Shakespeare.
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