(Fernando García Pavía; Saltillo, 1900 - Ciudad de México, 1979) Actor y directivo cinematográfico mexicano. Miembro de una familia de actores (sus otros tres hermanos asimismo se dedicaron a la interpretación y dirección) desarrolló una esencial carrera teatral antes de ingresar en el cine. Participó, en un inicio, en una versión "hispana" producida por la Paramount en los estudios de Joinville (París); tenía que ver con ¿Cuándo te autodestructibles? (1931), de Manuel Romero, a la vera de Imperio Argentina.
Su debut en el cine mexicano sucedió en la película de Gabriel Soria Chucho el Roto (1934), donde encarnó a un humilde ebanista que termina transformándose en un bandido tras pasar por la prisión. A partir de ese instante serían varias las películas -dramas, dramas, comedias- que iban a tener él en su reparto. Destacan Refugiados en Madrid (1938), de Alejandro Galindo; su papel en la vivienda del ogro (1939), por el que recibió el premio al mejor actor; y Papacito hermoso (1939), de Fernando de Fuentes. Por esos años se desplazó a Hollywood para trabajar en Verbena trágica (1938), de Charles Lamont, y Los hijos mandan (1939), de Gabriel Soria.
Recibió un nuevo premio al mejor actor por Pobre Diablo (1940), de José Benavides Jr., una historia floja, y comenzó como directivo con la película Con su amable permiso (1940), de desenlaces poco satisfactorios, para acabar el año con un trabajo atrayente: el papel de padre Bernal en Creo en Dios (1940), de Fernando de Fuentes. La década de los 40, en líneas en general, estuvo dominada por las películas que dirigió Soler, trabajos de escasa influencia.
Fernando Soler fue de los mejores actores de carácter; resaltó por su buen realizar y la naturalidad interpretativa con que encaró diversos individuos (rectos y extravagantes, benevolentes y desvalidos), lo que no le impidió frecuentemente sobreactuar. Durante los años 40 compartió reparto con Arturo de Córdova, Sara García, Sofía Álvarez, Matilde Palou y en un par de ocasiones con María Félix (La mujer sin alma, 1943, y Que Dios me perdone, 1947), liderados por reputados cineastas como Julio Bracho, Juan Bustillo Oro, Alejandro Galindo o Miguel Zacarías.
A partir de los años cincuenta va amoldando su físico a los nuevos individuos que se le proponen tanto del espacio provinciano como del ámbito de la enorme localidad, exponiendo un carácter todo virtud o la imagen del "calavera" según las situaciones, sin olvidar los dilatados parlamentos con los que siempre y en todo momento ameniza a la concurrencia. De esta última etapa podemos destacar las tres películas de Luis Buñuel que protagoniza: El enorme calavera (1949), con la increíble la secuencia de su llegada a la vivienda borracho; Susana (1950) y La hija del engaño (1951). Tras recibir un nuevo Ariel por su papel en No desearás la mujer de tu hijo (1949), de Ismael Rodríguez, resulta de interés su trabajo en Sensualidad (1950), de Alberto Gout, en el que encarnó a un juez sincero que cede a la pasión por una prostituta, interpretada por la actriz cubana Ninón Sevilla.
A principios de los años sesenta trabajó en España en El amor de los amores (1961), de Juan de Orduña, y recibió la Perla del Cantábrico del Festival de San Sebastián por su trabajo en Pueblito (1961), de Emilio Fernández. Fue en el transcurso de un tiempo gerente del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica y colega principal creador de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas (construída en el mes de julio de 1946).
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