Fernando Calderón

La historia del mundo está contada por aquellos hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel género humano, de un modo u otro,progrese.

Vida y Biografía de Fernando Calderón

(Fernando Calderón y Beltrán; Guadalajara, 1809 - Villa de Ojocaliente, 1845) Dramaturgo mexicano al que se considera entre los primeros autores románticos de México. Cultivó la literatura desde muy joven: a los quince años escribió sus primeros poemas y a los dieciocho estrenó su primer drama. Abogado de profesión, sus ideas liberales lo llevaron a batallar en la guerra de Guadalupe contra Antonio López de Santa Anna, a quien apostrofa en uno de sus poemas; desempeñó en Zacatecas, más tarde, distintos cargos políticos.

Desterrado por sus ideas políticas a la ciudad más importante de la República (donde vivió entre 1837 y 1839), asistió a la Academia de Letrán y frecuentó por ejemplo amistades a Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Rodríguez Galván y José María Heredia, de quien recibió ventajosos consejos literarios. En esta etapa escribió sus mejores poemas y compuso sus piezas tráficas mucho más personales.

De su producción teatral se preservan 2 dramas caballerescos, El torneo (1839) y Herman o la vuelta del cruzado (1842); un drama histórico, Ana Bolena (1842), destinado a la segunda mujer de Enrique VIII; y una comedia, A ninguna de las tres (estrenada probablemente en 1841 o 1842). Fernando Calderón conoció y estudió a los dramaturgos románticos españoles, más que nada a Antonio García Gutiérrez, y se adentró en la lectura del teatro romántico francés; como buen romántico, procuró para su teatro temas expepcionales y aureolados por el prestigio de la historia de historia legendaria o de la historia.

De esta forma, en el drama histórico Ana Bolena, en El torneo y en Herman (el mucho más acentuadamente romántico de sus dramas caballerescos), Fernando Calderón abandonó el marco frecuente del teatro mexicano, no solo pues sus lecturas y opciones lo llevaban a otros países y a otros tiempos, sino más bien por el hecho de que la situación política le impedía tratar seriamente temas recientes. Cediendo al empuje de las inclinaciones del público y de las compañías tráficas españolas que recorrían América, formadas en el medievalizante romanticismo europeo, prefirió resguardarse anteriormente, que le dejaba manifestar sin dificultades sentimientos superiores que no cabían en el presente: la evasión temporal y geográfica es una incesante entre los escritores románticos.

Entre las proyectos de Calderón, A ninguna de las tres es la mucho más atrayente. Esta parte de tema y ámbito mexicanos, réplica de la comedia de Manuel Bretón de los Herreros Marcela, o ¿cuál de las tres?, es una comedia de letras y números donde se critica la educación hogareña mal conducida, lo provinciano y las tendencias importadas. La crítica se dirige más que nada contra el afrancesamiento, el sentimentalismo desmedido y la frivolidad y falsa erudición femenina, defectos que respectivamente encarnan Leonor, María y Clara, las tres muchachas a las que corteja don Juan y con las que escoge no casarse.

Como Fernández de Lizardi, quien en La Quijotita y su prima pinta los fallos que en su tiempo cometen ciertos progenitores en la educación de las mujeres, Calderón muestra los desaciertos en que incurren los románticos al educar a sus hijas; se broma de una melancolía que no pasa de ser una pose, de la vanidad carente de respaldo, de la civilización prendida con alfileres y de la copia extralógica de las prácticas extranjeras. Y de la misma Bretón de los Herreros, Fernando Calderón se expone aquí mucho mucho más próximo al neoclasicismo de Leandro Fernández de Moratín que al romanticismo dominante.

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