Félix de Azúa

La historia de las civilizaciones está contada por las personas quea lo largo del tiempo, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado quela sociedad, de una forma u otra,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que atesoró Félix de Azúa en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Félix de Azúa, sino que a caso legó una señal mucho más insondable de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Félix de Azúa de forma personal.Félix de Azúa ha sido un ser humano que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Félix de Azúa, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de poner en valor no sólo la vida de Félix de Azúa, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Félix de Azúa, gentes a quienes de un modo u otro Félix de Azúa influenció, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Félix de Azúa.

Vida y Biografía de Félix de Azúa

(Barcelona, 1944) Escritor español que inició su trayectoria como poeta, relacionado a la llamada generación de los muy nuevos. De extensa y sólida capacitación intelectual, Félix de Azúa cursó estudios de filosofía en Barcelona y de periodismo y ciencias políticas en Madrid. Profesor en las universidades de Oxford y de San Sebastián, enseñó más tarde teoría de la estética en la Universidad de Barcelona. Sus productos en la prensa, eminentemente en La Vanguardia y El País, le granjearon el aprecio de crítica y público: en ellos, un Azúa corrosivo, provocador y sincero flagela con lucidez y sarcasmo las distintas lacras de la sociedad.

Como poeta, Félix de Azúa participó en el movimiento de separación y de renovación de la lírica castellana que se causó en España a fines de los años sesenta. Junto con Leopoldo María Panero, Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán y Ana María Moix, entre otros muchos, formó una parte del conjunto de versistas que la intuición del crítico José María Castellet reunió en su célebre antología Nueve muy nuevos (1970), y que se caracterizaba por su rechazo de la estética de la generación antecedente.

La novedosa corriente poética, a la que por afinidad y edad podrían asimismo acogerse autores como Luis Antonio de Villena, Félix Grande, Antonio Colinas o José Miguel Ullán, se distinguía por su esteticismo proclamado y su sensibilidad hacia nuevos ámbitos, por una concepción mucho más libre, lúdica y no ideológica de la poesía, manifestando un gusto elitista por autores o espacios extranjeros, por la metáfora y por las novedosas mitologías o modernas realidades diarias que han desarrollado los medios de masas. Su obra poética, al comienzo bien difícil y muy formalista, está compuesta por Cepo para nutria (1968), El velo en la cara de Agamenón (1870), Edgar en Stephane (1971), Lengua de cal (1972), Pasar y siete canciones (1978) y Siete poemas de la farra (1983).

En su narrativa ha creado un estilo muy refinado, exacto en lo que se refiere a la descripción de niveles, ocasiones y individuos. Su novela Las enseñanzas de Jena (1972) encara el tema del desdoblamiento interior y del enfrentamiento entre reflexión y acción, teoría y destino, polaridad encarnada por figuras de todo el mundo original de la familia, despojadas de responsabilidad. El verdadero personaje principal de la novela es un lenguaje que juega de manera eficaz los tonos irónicos y que solamente distingue entre el narrador, el diálogo de los individuos y el monólogo interior del personaje principal. Los individuos, los espacios y las situaciones son sencillos referencias para el alegato que cubre el esquema estructural de la novela. En esta intención de renovación del estilo narrativo se siente una sensibilidad particular hacia la civilización del romanticismo alemán, tal como la predominación de la separación que generaron las primeras novelas de Juan Benet en la narrativa de españa y de ciertos autores que dio a comprender el «Boom» de la literatura sudamericana de los años 60, como Juan Rulfo o Juan Carlos Onetti.

Las enseñanzas suspendidas (1978) y Última lección (1981) alargan y ahondan con ironía y rigor intelectual la búsqueda estilística del creador. Sin embargo, con Mansura (1984), Félix de Azúa inició un cambio en su trayectoria. Con esta versión de la crónica medieval de Joinville, en la que se narran los hechos de una imaginaria cruzada de catalanes en la Tierra Santa del siglo XIII, Félix de Azúa regresa a una narrativa mucho más clásico. El artículo, con un estilo mucho más fluido que el de sus trabajos precedentes, ofrece cuestiones como el sentido de la singularidad y de la verosimilitud, del héroe y de la acción, de la guerra y del regreso. Mansura dio comienzo a eso que él mismo ha llamado "una secuencia de capítulos nacionales involuntarios", ya que cada título que fué dando a la imprenta, aun sin proponérselo de manera unitaria, forma el relato pormenorizado de una localidad y unos años muy específicos de la historia de españa.

A esa novela le prosiguió otra que, hasta hoy, se considera como su obra mucho más rica y conseguida: Historia de un idiota contada por él mismo o el contenido de la alegría (1986), en la que la "historia" no es otra que la extremista negación de cualquier felicidad anhelada o prometida, en un planeta despiadado y ruin. La narración la hace en primera persona un personaje innominado, y en todo el artículo no se conoce realmente bien si hay que emular la alegría o ir tras ella en una búsqueda inútil y también "idiota": el personaje principal adopta las dos reacciones al tiempo. La novela es intencionadamente provocadora y en ocasiones entretenida; redactada, como afirma su personaje, sin intención alguna o, por lo menos, no con la de crear un tratado ni de reforzar en ningún campo. El personaje principal, en una continua búsqueda de la alegría por todos y cada uno de los caminos, en su incursión en el planeta de la política y en el de la literatura, hace un óptimo retrato en escasas líneas de una época y de sus individuos mucho más representativos. A la narración prosigue un epílogo de Francesc Arroyo que se titula "De de qué manera ser infeliz tras haber leído este libro", en el que procura seducir al lector de que la novela no es autobiográfica, y de que los individuos y alguna compañía editorial son imaginarios, cosa que resulta creíble solo a medias.

Poco después publicó Diario de un hombre humillado (1987), relato de la banal privacidad de un tipo insignificante con el que consiguió el premio Herralde de novela. Le prosiguieron Cambio de bandera (1991) y Demasiadas cuestiones (1994), esta última creada en un Madrid tomado por "demócratas de siempre", esto es, por franquistas convenientemente reciclados. Completa el período su novela Momentos definitivos (2000), narración coral que refleja la vida de 4 generaciones en Cataluña.

Asesor editorial y crítico de la civilización y de la política cultural, otra faceta esencial de su tarea es la de ensayista, lote en el que llegó a ofrecer libros tan singulares como La paradoja del primitivo (1983, destinado a la figura de Diderot) y Baudelaire y el artista de la vida actualizada (1991), autores en los que encuentra los argumentos del arte contemporáneo y de la estética actualizada. Deben asimismo destacarse las recopilaciones de productos El estudio de la decepción (1996) y Lecturas apremiantes (1998), esta última encargada de sus autores preferidos.

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Indudablemente llegar a comprender a Félix de Azúa es algo que está reservado a pocas personas, y que pretender recomponer quién fue y cómo fue la vida de Félix de Azúa es una especie de rompecabezasque tal vez logremos reconstruir si colaboramos juntos.

Por esta razón, si eres de esas personas que confían en que de forma colaborativa se puede hacer algo mejor, y detentas información sobre la vida de Félix de Azúa, o en relación con algún peculiaridad de su figura u obra que no hayamos observado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.

Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como Félix de Azúa, que detentó su importancia en una época concreta, es vital tratar de brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

Sin dudarlo, contacta con nosotros para contarnos qué conoces sobre Félix de Azúa. Estaremos encantados de perfeccionar esta biografía con más información.