Federico González Suárez

Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo parte de la actuación. Federico González Suárez es uno de esos seres humanos cuya vida, en efecto, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Federico González Suárez es conocer más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la trascendencia que detentó Federico González Suárez en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Federico González Suárez, sino que posiblemente produjo una señal mucho más honda de lo que podamosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Federico González Suárez en persona.Federico González Suárez ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Federico González Suárez, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Federico González Suárez, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Federico González Suárez, personas a quienes de de una u otra forma Federico González Suárez influenció, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Federico González Suárez.

Vida y Biografía de Federico González Suárez

(Quito, 1844 - id., 1917) Eclesiástico, historiador y arqueólogo ecuatoriano. Arzobispo de Quito, es creador de una Historia general de la República del Ecuador (1890-1903) y un Atlas arqueológico (1892). Figura pública discutida y personaje clave en un instante de transición, vivió las polémicas situaciones que acarreó con su llegada la Revolución Liberal de 1895, que tensaron las relaciones entre el Estado y la Iglesia.

Nativo de Quito el 12 de abril de 1844, fueron sus progenitores Manuel María González, natural de Colombia, y María Mercedes Suárez, quiteña. Su familia no tuvo enorme fortuna, con lo que su historia transcurrió con dificultad económica; diríase que asistía descalzo a la escuela. Sus instructores de primeras letras fueron los religiosos de Santo Domingo, quienes aplaudieron su dedicación y sus facultades precoces y inusuales.

Pasó entonces a la facultad, donde estudió latín y filosofía, aparte de matemáticas, física, meteorología, cosmografía, geografía física y geografía política. Más tarde se inclinó por el sacerdocio, y también ingresó a la orden jesuita; estudió ciencias eclesiásticas en el seminario de San Luis, en el momento en que estos religiosos retornaron del destierro. Entre 1862 y 1872, Federico González Suárez continuó en la Compañía de Jesús, ocupado del precaución de pequeños y de la enseñanza en los institutos que la orden tenía en Quito y asimismo en Guayaquil y Cuenca. En esta última localidad conoció y también logró amistad con Abelardo Moncayo. Perteneció por cerca de dieciocho años a la orden jesuítica, que abandonó por último en 1872, en el momento en que tenía 28 años de edad y aún no había sido nombrado presbítero.

González Suárez se trasladó entonces de nuevo a Cuenca, donde recibió las órdenes sacerdotales, y vivió allí once años, hasta 1883. Desde aquella temporada empezó a figurar en la vida pública nacional como hombre respetado por su entender, sabiduría, pluma y verbo oratorio. Inclinado desde la niñez a los estudios históricos, su obra mucho más destacable fue la Historia general de la República del Ecuador, que comprende desde el periodo aborigen hasta el siglo XVIII. Esta obra está compuesta por siete tomos que se dieron a conocer tras su regreso de Europa, entre 1890 y 1903, año este último en el que se han publicado los tres últimos volúmenes. Para su realización tomó como referencia las proyectos de Juan de Velasco y Pedro Fermín Cevallos, enriqueciendo el trabajo con una tarea reinterpretativa, para la que consultó varios documentos en los ficheros nacionales y en los de Sevilla, Alcalá de Henares y Simancas.

En 1894, más allá de las duras críticas en contra suya, el papa León XIII lo eligió para ocupar el obispado de Riobamba. El acto de su consagración sucedió el 8 de diciembre de 1895 en la iglesia catedral de Quito. En 1896 empezó la publicación de sus estudios literarios y escribió su obra Hermosura de la naturaleza y sentimiento estético de ella, que sería editada después en Madrid (1908).

Mientras que preparaba estas publicaciones recogió material para su novedosa obra arqueológica, redactada en 1899, pero que no se publicó hasta 1909, llamada Los orígenes del Imbabura al Carchi. En ese año tuvo una polémica con el obispo de Pasto, Ezequiel Moreno, por enfrentamientos de jurisdicciones episcopales. En esta polémica intervinieron asimismo todos y cada uno de los escritores católicos y liberales del Ecuador y de la frontera del sur de Colombia. Para su defensa escribió una sucesión de Cartas que se han publicado en los diarios de Quito y Guayaquil. El Papa le envió un archivo aprobando su conducta.

De sabiduría perspicaz y penetrante, Federico González Suárez no cedía un ápice a sus resoluciones en el momento en que se encontraba convencido de la realidad y justicia de una causa. Desde 1911 se dedicó a coleccionar sus escritos y a editarlos por segunda o tercera vez, añadiéndoles notas explicativas; publicó asimismo documentos pontificios episcopales. En 1909 creó la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, que en 1920 se convertiría en la Academia Nacional de Historia, y cuyos integrantes eran jóvenes católicos de clase alta. En 1917 enfermó dificultosamente y en la época de ese año quedó postrado completamente, hasta el momento en que el 1 de diciembre expiró. Con su muerte el Ecuador perdió a uno de sus hombres mucho más lúcidos y visibles.

Poeta mediocre, erudito de capacitación tradicional y hombre de sano y estricto método ética, González Suárez no vaciló en flagelar las prácticas eclesiásticas que no estaban según la integridad adecuada, lo que le valió contrincantes y desazones. Sin embargo, hay valores poéticos en varios de sus trabajos, singularmente en el mencionado Hermosura de la naturaleza y sentimiento estético de ella (1908), libro del que ha dicho Menéndez Pelayo que "encierra por sí mismo mucho más poesía que varios volúmenes de versos". Otros títulos suyos son La poesía en América y Memorias íntimas; sus ensayos de crítica, tal como ciertos otros, fueron reunidos con el título Estudios Literarios. Sus Obras oratorias se han publicado en 1911.

Federico González Suárez es frente un concienzudo y estimable historiador ecuatoriano de la etapa colonial. Para redactar su monumental Historia general de la República del Ecuador debió él mismo buscar las fuentes recónditas, copiar contenidos escritos de los ficheros españoles o efectuar excavaciones con las que inició, al tiempo, la investigación arqueológica. González Suárez consideró la historia, mucho más que como la enumeración de hechos pasados, como la enorme lección de ética de los pueblos. Apasionado por la realidad, no vaciló en denunciar, aun siendo sacerdote, los escándalos de la vida libertina en los conventos de monjes y monjas a lo largo de la Colonia. La Historia general de la República del Ecuador, de la que publicó siete tomos que engloban únicamente desde las tribus indígenas de antes del hallazgo de América hasta el desenlace de la Colonia, provocó contra él rechazo y acusaciones que le movieron a redactar su Defensa de mi método histórico.

González Suárez fue, además de esto, varón ilustre de la independencia ecuatoriana: combatió por la separación de la Iglesia y la política, dio normas sabias sobre la educación de los pequeños, predicó por la pureza del apostolado espiritual y, en temporada de tanta agitación como fue la de la revolución liberal, supo sostener con dignidad su puesto, condenando a quienes bajo el motivo de proteger la religión lanzaban las llamadas "pastorales negras" contra el régimen del general Eloy Alfaro.

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