Federico Gamboa

Las biografías y las vidas de personas que, como Federico Gamboa, seducen nuestra curiosidad, tienen que valernos siempre como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Federico Gamboa, porqué Federico Gamboa vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Federico Gamboa

(Localidad de México, 1864 - 1939) Novelista y dramaturgo mexicano reconocido como el primordial exponente del naturalismo en su país. Pese a las adversidades de su niñez y a las adversidades con que tropezó para su capacitación, logró entrar en 1888 en la carrera diplomática. Ocupó puestos en Argentina, Brasil, América Central y Estados Unidos, y representó a su país en España como embajador (1910-1911); subsecretario interino de Relaciones Exteriores en 1908, se le confirmó en su cargo como titular en 1909 y desempeñó interinamente la Secretaría de Relaciones en 1910. Fue encargado en la Conferencia de Derecho Internacional Marítimo (Bruselas, 1909), diputado y directivo de la Academia Mexicana de la Lengua.

Alternó su trabajo como funcionario público con la creación literaria, donde cultivó tres géneros: novela, autobiografía y dramaturgia. Su relevancia reside, más que nada, en el trabajo efectuado en el campo novelesco. Por convicción y afinidad estética se adhirió al naturalismo francés y, de forma especial, al representado por Émile Zola y los hermanos Goncourt, que se distinguía por la crudeza de la expresión y la sordidez de los temas abordados.

Su novela mucho más triunfadora es Santa (1903), que ha justo inmensidad de reimpresiones y fué llevada al cine múltiples ocasiones. Santa cuenta el drama de la pueblerina que, seducida y dejada, busca cobijo en una vivienda de mala nota. "Los episodios de exposición -como ha visto un crítico contemporáneo-, por la maestría con que están compuestos, por la fuerte entonación y la elasticidad del estilo, son de lo destacado y mucho más precioso que ha salido de la pluma del novelista."

Santa transporta una vida de disipación, donde se intercalan el mal y el exitación. En la noche de su vida hace aparición la figura del enamorado ciego, el pianista Hipólito, que en balde desea llevarla a su lado; pero en el momento en que después la chavala cae dificultosamente enferma y lo manda llamar, él no solo la traslada a su casa, sino le prodiga todos y cada uno de los cuidados; y al fallecer Santa en el hospital, aún bajo los efectos de la anestesia, al músico le queda el triste privilegio de cerrar sus ojos y llevarla a sepultar a su pueblo natal.

Gamboa se agrada, leal a su inclinación naturalista imitada de los corifeos de la escuela de Zola y los hermanos Goncourt, en los datos intrascendentes, y en la precisa reproducción del ámbito, ahora siniestro, ahora penetrado de tiernicidad dolorosa. La mezcla de sentimentalismo y de repugnancia enseña el éxito de esta novela, de la que se hicieron innumerables ediciones, y que fue llevada a la pantalla de forma exitosa halagador. Críticos siguientes cuestionaron no solo el patetismo radical de esta y otras historias de Gamboa, sino más bien asimismo su inclinación moralizadora y edificante.

Precedentes a Santa son las novelas cortas del libro que se titula Del natural (1888) y las narraciones largas Apariencias (1892), Suprema Ley (1896) y Meditaciones (1899); más tarde escribió las novelas tituladas Reconquista (1908) y La llaga (1910). Hoy nos semejan las novelas de Gamboa realmente malsanas: la monja que deja los hábitos en brazos de la pasión sensual; el presidiario que se redime por el cariño; el oficinista que se encenaga por el frenesí que en él lúcida una criminal; la hermosa y también ingenua campesina que es engañada y se prostituye, para terminar inspirando una pasión pura a un pianista ciego. Sin embargo, hay inocencia en muchas situaciones ciudadanas y natural encanto en ciertos cuadros rurales.

En el lote de la autobiografía, fue creador de Impresiones y recuerdos (1893) y múltiples volúmenes con el título genérico de Mi períodico, que serían reeditados y prologados por José Emilio Pacheco. Mucho menos importante y famosa es su dramaturgia, la que incluye piezas como La última campaña (1894), La venganza de la gleba (1905) y Entre hermanos (1928). El prestigio de Gamboa empezó a decaer tras su fallecimiento y se vio opacado, cuando menos en parte, por la irrupción de la llamada «Novela de la Revolución Mexicana» de Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán.

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