Evo Morales

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas significativas como Evo Morales, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos apreciar no sólo la vida de Evo Morales, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Evo Morales, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Evo Morales influenció, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Evo Morales.

Las biografías y las vidas de personas que, como Evo Morales, atraen nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Evo Morales, el motivo por qué Evo Morales vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Evo Morales

(Juan Evo Morales Ayma; Isallavi, 1959) Político y líder del movimiento cocalero boliviano. Presidente electo de la república desde el 18 de diciembre de 2005, es el primer indígena en la narración de Bolivia que alcanzó la jefatura del estado, en un país en el que mucho más de media población es indígena.

Su victoria coincidió con un instante de giro a la izquierda en varios gobiernos de América Latina (lo que fortalece su importancia en el contexto histórico regional) y se causó tras una secuencia de movilizaciones populares que tuvieron como propósito reclamar el derecho histórico al cultivo de coca de los indígenas y fomentar un mayor beneficio de los elementos naturales del país para los bolivianos.

Nativo de la pobreza

Evo Morales fue el segundo de tres hermanos en una humilde familia aymara que radicaba en una pequeña aldea rural del altiplano boliviano. Dionisio Morales, María Aymara y sus hijos sobrevivían en condiciones de extrema dificultad, con los pocos elementos que extraían de las trabajos agrícolas y ganaderas, en una casa minúscula de adobe y paja. El pequeño Evo compaginaba sus primeros años de capacitación escolar con las tareas de labranza y pastoreo. Entre los cinco y los siete años no estuvo escolarizado por el hecho de que la familia se trasladó a Jujuy (Argentina) para trabajar en los cañaverales azucareros.

De vuelta en su pueblo natal, Evo reanudó los estudios, si bien la pobreza forzaba a sus progenitores a arrancar viajes eventuales en pos de sustento y el chaval se ausentaba frecuentemente de la escuela. Para cursar la secundaria se desplazó hasta Oruro, la ciudad más importante del departamento, y también ingresó en un instituto de alumnos sin elementos. Logró abonar sus clases y su estancia en la localidad con trabajos distintos como albañil, panadero e inclusive trompetista, y en 1977 se graduó como bachiller. Aquel día fue, según testimonio del propio Morales, el último de su historia en que se vistió con el traje y la corbata de la clase dirigente.

Cumplió el servicio militar en La Paz, donde padeció capítulos de discriminación manifiesta por su doble condición de indígena y pobre, y en 1980 regresó a Isallavi. Dos años después, la familia al terminado abandonó la aldea y, al lado de cientos de emigrantes del altiplano, viajó hacia Cochabamba, huyendo de la precariedad y la pobreza. Los Morales se instalaron en Puerto San Francisco (Chapare) y procuraron trabajo en trabajos hortofrutícolas, primero como arroceros y después como cocaleros.

La familia logró alguna seguridad laboral con el cultivo de el papel de coca, entre los mucho más equilibrados en la zona por la demanda creciente del narcotráfico, y Evo empezó a comprar notoriedad como líder local entre el campesinado indígena. Desde muy joven había probado preocupación por la verdad popular y política de su pueblo y por la pelea de los mucho más desfavorecidos, conque decidió encauzar su activismo en las filas del sindicalismo agrario. Con la obra del intelectual marxista Fausto Reinaga (principal creador del Partido Indio Boliviano) en el bolsillo, y la creencia de que había llegado el instante de implicarse en el indigenismo componente, Evo Morales ingresó en 1983 en el sindicato agrícola de San Francisco.

Líder cocalero

Su carrera sindical fue rápida. Primero aceptó la secretaría de deportes; en 1985 ahora ocupaba la secretaría general, y en 1988 fue escogido secretario ejecutivo de la Federación del Trópico de Cochabamba. Precisamente aquel mismo año, el gobierno conservador de Víctor Paz Estenssoro cedió a las presiones de la Administración estadounidense y logró sacar adelante en el congreso la ley que limitaba la producción de hoja de coca.

La substitución gradual de las cosechas por cultivos alternos de incierta rentabilidad y la destrucción forzosa de siembras sin derecho a indemnización, previstas en la ley, encendieron las manifestaciones del movimiento cocalero, que no se encontraba presto a que los poderes públicos de todo el mundo buscaran resoluciones al narcotráfico criminalizando la tarea del agricultor.

En 1989 y ahora con el socialdemócrata Jaime Paz Zamora en la presidencia, la Federación del Trópico de Cochabamba, dirigida por Morales, se movilizó contra los proyectos gubernativos de achicar la área agrícola destinada al cultivo de coca y conminó con contestar de manera beligerante si las fuerzas de seguridad del Estado intentaban imponer la ley en Chapare.

La pelea del movimiento cocalero por sostener su única fuente de elementos arreció en 1993 con la llegada de Gonzalo Sánchez de Lozada al palacio presidencial. El nuevo líder conservador, ferviente defensor de los proyectos de erradicación de cultivos de coca, halló en los sindicatos agrícolas una fuente persistente de contestación. El verano de 1994 fue testigo de entre los combates mucho más importantes entre el gobierno del MNR (Movimiento Nacional Innovador) y el sector cocalero.

Apoyado por la DEA (Agencia Antidroga) estadounidense, Sánchez de Lozada ordenó la ejecución del llamado plan "Nuevo Amanecer" con el propósito de eliminar un diez% de las cosechas de cocales en Chapare. La queja de los labradores fue masiva y la opresión militar se cobró la vida de un joven campesino. Evo Morales, que por entonces encabezaba el Consejo Andino de Productores de Coca (CAPHC) y la Confederación de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba, convocó una marcha tumultuaria hacía La Paz y, tras tres semanas de movilización, llegó a la ciudad más importante con 4.000 campesinos para forzar una negociación con el Ejecutivo.

Las solicitudes del sector cocalero traspasaron las fronteras de Bolivia en 1995 con la da un giro que su líder emprendió por distintos países de europa. Entretanto, las manifestaciones campesinas seguían conmocionando la vida política del país y, desde ciertos despachos políticos, se impulsaba una campaña de desprestigio contra Morales.

El movimiento sindical comprendió entonces que había llegado el instante de ofrecer el salto a la arena política y formar parte en primera línea en la toma de resoluciones para editar Bolivia. Así, el 27 de marzo de 1995, un nutrido conjunto de asociaciones indígenas y campesinas formaron la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) y el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP). Alejo Véliz, un indio quechua, aceptó la jefatura orgánica de la novedosa capacitación.

La ASP-IPSP no logró el visto bueno de la Corte Electoral para anotarse como partido, conque decidió concurrir a la primera cita electoral, las municipales de diciembre, dentro en las listas de Izquierda Unida (IU); una coalición progresista dirigida por el Partido Comunista. En las en general de 1997, que devolvieron el poder al ex- general golpista Hugo Banzer, IU logró 4 escaños en el Parlamento boliviano. Evo Morales ocupó uno.

Los inconvenientes de liderazgo confrontaron desde entonces a Véliz (ASP) y Morales (IPSP), y el pacto fundacional se rompió. Como el IPSP no lograba el permiso oficial para crear una cuenta como capacitación política, el líder cocalero procuró una marca electoral donde integrar su emprendimiento. Negoció con David Añez, jefe del Movimiento Al Socialismo-Unzaguista (MAS-U), y en el mes de enero de 1999 Morales fue escogido presidente del nuevo IPSP-MAS, que simplificó inmediatamente sus iniciales y quedó achicado a MAS.

Durante el nuevo orden banzerista se recrudecieron los combates con el campesinado cocalero que, de manera general, apoyó las candidaturas del MAS en las municipales de diciembre de 1999. No en balde Evo Morales había aumentado su popularidad adelante de las masivas marchas, movilizaciones, paros, cortes de carretera y demás medidas de queja emprendidas contra el llamado "Plan Dignidad" del gobierno, que contemplaba la destrucción de 90.000 hectáreas de cocales, tipificadas como excedentarias. Morales denunció los capítulos de opresión militar y, desde su escaño, animó a los cocaleros a soportar en frente de las fuerzas del Gobierno.

Más allá de las observaciones de la Cámara, el líder aymara continuó defendiendo con vehemencia las reivindicaciones del campesinado cocalero. Durante 2001 las manifestaciones en Cochabamba fueron continuas, mucho más aún en el momento en que el Ejecutivo decidió privatizar el agua y también aumentar el valor de ciertos modelos básicos, y Morales conminó con ocasionar el estallido de una guerra civil en el Chapare.

Por último en el primer mes del año de 2002, días tras otra avalancha de violentos combates en la zona, el Parlamento acusó a Morales de instigador y también inició un desarrollo disciplinario contra el jefe del MAS. Evo Morales perdió su escaño con el voto conveniente de una mayoría de miembros del congreso de los diputados de las fuerzas políticas habituales, pero su popularidad subió como la espuma.

Hacia la presidencia

Con la seguridad de que su líder había sido inmerecidamente represaliado, el 5 de marzo de 2002 el movimiento indígena y campesino designó a Evo Morales candidato del MAS a las de presidentes. Celebradas las selecciones el 30 de junio, y más allá de que los pronósticos aventuraban el triunfo del capitán retirado Manfred Reyes Villa, ex- alcalde de Cochabamba y líder de la Nueva Fuerza Republicana (NFR), el candidato del MNR y ex- presidente del país Sánchez de Lozada logró la victoria con el 22,4% de los sufragios.

Por detrás, y a escasa distancia, el Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo Morales se transformó en la segunda fuerza mucho más votada (20,9%). Como ninguno de los solicitantes logró la mayor parte bastante, la decisión presidencial quedó aplazada a la votación del congreso y, tras ciertas semanas de indecisión política, Sánchez de Lozada se aseguró la decisión parlamentaria merced al acuerdo alcanzado entre su partido, el MNR, y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) del asimismo ex- presidente Jaime Paz Zamora. Ambas formaciones políticas suscribieron el llamado Plan Bolivia de Responsabilidad Nacional.

Los masistas, que asimismo consiguieron transformarse en la segunda fuerza política en el congreso después de las legislativas, han comunicado una dura oposición. Junto a la clásico reivindicación del cuidado del cultivo de cocales, la nacionalización del negocio del gas y la reforma del sistema político configuraron el trío de solicitudes fundamentales en el ideario político de Morales.

En febrero de 2003, solamente cumplidos seis meses de orden, Sánchez de Lozada ahora debió confrontar con una primera crisis política en el momento en que el aviso de la entrada en vigor de un impuesto sobre los sueldos provocó una avalancha de violentas manifestaciones en las calles del país.

La policía boliviana, declarada en rebeldía, se sumó a las reivindicaciones ciudadanas, y la intervención del Ejército derivó en combates armados que se cobraron treinta víctimas en múltiples jornadas sucesivas de altercados, saqueos y actos salvajes. Presionado por la gravedad de los accidentes, el presidente retiró las medidas económicas que desataron la crisis, anunció un reajuste de su gobierno, con la incorporación de integrantes del opositor NFR, y se comprometió a achicar el gasto público.

Las medidas de presidentes para apaciguar la crisis no surtieron efecto entre sus contrincantes políticos que, con Evo Morales a la cabeza, demandaron su renuncia. Sindicatos, movimientos sociales y fuerzas de izquierda siguieron de pie de guerra con llamamientos diarios a la insurrección. Además, Sánchez de Lozada recibía observaciones directas de Washington. Los Estados Unidos, para eludir cualquier concesión a las solicitudes del MAS, condicionaban las abundantes ayudas económicas al cuidado de los proyectos de erradicación de los cultivos de coca.

Por si acaso los inconvenientes en el Palacio Quemado fuesen pocos, la herida abierta en varios campos de la sociedad boliviana, desde el instante en que en la guerra de 1879 Chile arrebatara al país del altiplano su ingreso al mar, se situó nuevamente en primera línea de esta época política en el otoño de 2003. La resolución del ejecutivo de exportar gas, primordial recurso del país, a Estados Unidos mediante un puerto chileno, actuó como catalizador de un nuevo estallido del descontento popular. La opresión de las asonadas callejeras se cobró la vida de sobra de setenta personas y precipitó, en unas semanas, la caída de Sánchez de Lozada.

Descuidado por sus asociados de gobierno y sin el acompañamiento de sus socios exteriores, el 17 de octubre de 2003 el presidente escapó de La Paz y procuró cobijo en Miami. Con el liderazgo de Morales extensamente reforzado, el vicepresidente Carlos Mesa aceptó la sucesión y anunció la capacitación de un nuevo ejecutivo sin dependencia que instaurara la paz civil. Sin embargo, y tras ciertos meses de tregua en los que Morales fue ratificado en la presidencia ejecutiva del MAS y en la candidatura a las de presidentes, retornaron las manifestaciones a los niveles comunes de confrontación.

Poco una vez que las selecciones municipales de diciembre de 2004 colocaran al MAS como la fuerza política mucho más votada del país, Mesa debió enfrentar el creciente desafío de las reivindicaciones autonomistas que proceden de la provincia de Santa Cruz y de los movimientos indígenas y cocaleros que demandaban la nacionalización energética.

En el mes de marzo de 2005, el Parlamento aprobó la polémica Ley de Hidrocarburos; una medida que solo paralizó las manifestaciones temporalmente. Las compañías petroleras, perjudicadas por la novedosa regla, conminaron con achicar sus inversiones al paso que los movimientos indígenas, campesinos y mineros demandaban un endurecimiento de la ley que revertiera en beneficio de las arcas públicas.

Con este ámbito y frente al miedo de un rebrote de la crueldad, políticos, hombres de negocios y investigadores coincidieron en indicar el adelanto electoral como la única salida a la crisis. Antes de finalizar el mes de mayo, los trabajadores bolivianos tomaban todos los días las calles de la ciudad más importante y ganaban probabilidad los comentarios de asonadas en los cuarteles. Entretanto, los poderes ejecutivo y legislativo continuaban inmóviles frente al derrumbe de la economía boliviana que, con cada día de huelga y bloqueo, perdía cerca de ocho millones de dólares estadounidenses. En un intento de apaciguar las manifestaciones, el presidente Mesa anunció convocatorias electorales para escoger Asamblea constituyente y votar el referéndum autonómico, pero los líderes indigenistas rechazaron la iniciativa y endurecieron las movilizaciones por todo el país.

En los primeros días de junio, Carlos Mesa presentó su renuncia y solicitó a los representantes del Senado y de la Cámara de Representantes que facilitaran el adelanto electoral para eludir el mucho más que previsible estallido de crueldad en el país. El Parlamento aceptó la dimisión del jefe del estado y nombró sustituto, de manera interina, al presidente del Tribunal Supremo, Eduardo Rodríguez, quien, inmediatamente, anunció la convocatoria de selecciones adelantadas.

Los bolivianos asistieron a las urnas el 18 de diciembre de 2005 y de manera mayoritaria apoyaron el marcado programa antiimperialista, anticapitalista y antineoliberal de Evo Morales. Dentro y fuera del país, la campaña electoral concentró una atención sin precedentes y discurrió de manera enormemente polarizada entre la euforia de los seguidores al masismo, que presagiaban para Bolivia una profunda transformación popular, y el pesimismo de sus opositores, que intuían en el nuevo líder situaciones políticas muy próximas a los postulados radicales de Fidel Castro y Hugo Chávez.

Con el lema "¡Somos pueblo, somos MAS!", Morales superó todos y cada uno de los pronósticos y ganó las selecciones con un triunfo histórico; mucho más del 84% de los bolivianos con derecho a voto asistió a las urnas y, de ellos, el 53,7% escogió al líder aymara. El ex- presidente Tuto Quiroga y su novedosa capacitación Podemos (Poder Democrático y Popular) reunió el 28,6% del escrutinio. La victoria en las legislativas tampoco dejó sitio a inquietudes y el MAS consiguió la mayor parte absoluta en la Cámara de los Miembros del congreso de los diputados. Su desempeño electoral fue menor en el Senado y en las prefecturas departamentales.

El 22 de enero de 2006 Evo Morales tomó posesión de la mucho más alta magistratura del país. Un día antes, había sido ungido como Jacha Mallku [Gran Cóndor], máxima autoridad de los pueblos indígenas, en una liturgia conmemorada en Tiwanaku, la ciudad más importante aymara. La llegada al poder de Morales, tras un sendero lleno de adversidades, representó un giro trascendental en la historia del país, ya que rompió los códigos de exclusión popular actuales desde hacía siglos en Bolivia.

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