La historia universal está escrita por las mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado queel género humano, de un modo u otro,progrese.
Ya sea inspirando a más personas o tomando parte de la acción. Eugenio Espejo es uno de esos sujetos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Eugenio Espejo es conocer más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que detentó Eugenio Espejo en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo mientras estuvo en la tierra fue determinante no sólo para quienes conocieron a Eugenio Espejo, sino que quizá dejó una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Eugenio Espejo personalmente.Eugenio Espejo fue una persona que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Eugenio Espejo, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Eugenio Espejo, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Eugenio Espejo, gentes a quienes de un modo u otro Eugenio Espejo influenció, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Eugenio Espejo.
Las biografías y las vidas de personas que, como Eugenio Espejo, atraen nuestro interés, tienen que valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Eugenio Espejo, el motivo por el cual Eugenio Espejo vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo; Quito, 1747 - 1795) Patriota y escritor ecuatoriano. Considerado entre los exponentes máximos de la ilustración de america, la vida de Eugenio Espejo estuvo signada por el mestizaje. Nació en Quito en 1747, hijo de Luis Chuzig, un indígena perteneciente de Cajamarca, y de María Catalina Aldás, mujer mulata nacida de una esclava liberta que tenía ascendentes vasconavarros. Su mismo nombre semeja delatar el tránsito de su identidad mestiza: el apellido Espejo fue adoptado de manera tardía por su padre, y el de Santa Cruz procede de la devoción cristiana. Hay quien asegura, como Leopoldo Benites Vinueza, que su auténtico apellido es un secreto.
De extracción humilde, el Espejo infante y joven se crió en el ámbito del Hospital de la Misericordia de Quito. Imperaba entonces una medicina mezcla de empirismo y escolasticismo, y eran varios los médicos improvisados y también inútiles. Para 1762 el mestizo quiteño se graduó de bachiller y profesor de filosofía en el instituto jesuita de San Gregorio. Su autobiografía recopila una confesión de esa temporada que marca el sino más bien de su historia futura: "deseo ardientemente ser popular por precioso espíritu". En 1767 se recibió como doctor en medicina en la Universidad de Santo Tomás, y en 1770 consiguió un título en derecho civil y canónico.
Este último periodo de estudios fue definitivo; en él se añejó lo destacado de su espíritu sarcástico, vibrante y virulento. La capacitación de Espejo transcurrió entre la predominación del "probabilismo" jesuítico, de los libros hipocráticos y del jansenismo. Fue lector asiduo de Las provinciales, de Blaise Pascal; del Teatro crítico universal, de Fray Benito Jerónimo Feijoo; de La lógica actualizada y los libros hipocráticos de Andrés Piquer, y del Método de estudiar del célebre Luís António Verney, mucho más popular como "el Barbadiño".
En 1772 Espejo comenzó a ejercer la medicina en Quito, y también inició su sátira y crítica a los causantes de los males dominantes en la localidad. Años después, en 1785, el Cabildo de Quito le solicitó la redacción de un procedimiento para impedir las viruelas. En el informe que efectuó sobre esto atribuyó el inconveniente a causas sociales y culturales; aseveró que los causantes de las epidemias infecciosas eran la ignorancia en cuestiones de higiene, las deficientes condiciones sanitarias de la región y hasta la mala capacitación médica y los propios curas betlemitas que, sin método, dirigían el hospital de Quito.
Las críticas de Espejo no se detuvieron frente a la beligerante reacción de sus acusados; detenido bajo el cargo de ser creador de El retrato de Golilla, un manuscrito "sanguinolento" y "sedicioso", Espejo fue encarcelado por vez primera en 1787. Pero los cargos resultaron carentes de pruebas y poco tiempo después quedó libre. A partir de aquí, el viaje que por intimación de sus contrincantes efectuó a Bogotá logró, al revés de lo que se pretendía, agrandar su audiencia y beneficiar nuevos proyectos. Allí logró amistad con Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea, jóvenes intelectuales colombianos, y trabó contacto, del mismo modo, con Juan Pío Montúfar. Bajo el amparo de este último, Espejo proyectó la conformación de una Sociedad Patriótica cuyo fin sería fomentar el mejoramiento de Quito.
En esos años las proyectos del ilustre quiteño llegaron a ser apreciadas en exactamente la misma España. Espejo mostró entonces su capacidad peligrosidad y su aptitud de localizar tanto socios como una distinguida clase de leyentes para sus escritos. La fecha de 1792 fue vital en su trayectoria: editó en Quito el primer periódico que se publicó en esta localidad, "Primicias de la civilización de Quito", que ha devenido en un auténtico símbolo de los inicios del periodismo y de la capacitación de una embrionaria opinión pública en el Ecuador. Pero no pasó un buen tiempo antes que este periódico y, después, exactamente la misma Sociedad Patriótica fueran blanco de la ignorancia y quizá del miedo de la Corona de españa. Se han publicado solamente siete números de aquel; entonces las autoridades, amparadas en comentarios y también indiscreciones, continuaron a acusar a Espejo de subversión. La prisión fue para él prácticamente su último destino en vida, en tanto que murió enfermo en 1795, poco tiempo tras ser puesto en independencia.
Proyectos de Eugenio Espejo
La diferente y larga obra de Espejo cubre escritos de tipo científico, literario y político. En 1779, con la intención de promover la lectura entre sus contemporáneos, escribió con el seudónimo de don Javier de Cía, Apéstigui y Perochena la obra El nuevo Luciano de Quito o despertador de los ingenios quiteños. El libro se compone de nueve diálogos, por medio de los que se hace un mordaz enjuiciamiento del estado cultural de Quito, examinando los métodos de enseñanza y censurando la restricción del pensamiento; según Menéndez Pelayo, es la obra crítica mucho más vieja de América del Sur. Su difusión causó enorme revuelo y una andanada de asaltos contra su creador, pero no faltaron los aplausos aun de elementos eclesiásticos.
Ese año redactó el escrito llamado El retrato de la Golilla, genuina sátira contra el rey Carlos III y de su ministro colonial de las Indias, José Gálvez. Ante la insistencia del marqués de Selva Alegre, coterráneo de el que se interesó en sus proyectos, redactó y publicó en Bogotá su popular Discurso sobre el lugar en Quito de una sociedad patriótica (1789). En 1785, el Cabildo de Quito, conocedor de la excelencia profesional de Espejo, le encargó la redacción de un procedimiento precautorio de la viruela. El resultado de este pedido lo revela su obra Reflexiones sobre un procedimiento para proteger a los pueblos de las viruelas, considerada como un aporte apreciado a la literatura científica sobre las condiciones higiénicas y sanitarias de la América colonial.
Otra obra esencial formó Marco Porcio Cantón o Memorias para la impugnación del nuevo Luciano de Quito (1780). Para 1792 escribió 2 proyectos de carácter técnico: Memorias sobre el corte de quinas mencionaba a la necesidad de la conservación y buen empleo del árbol de chinchona; la obra llamada Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito, en cambio, se dedica al análisis del estado económico del país a fines del siglo XVIII.
A Espejo asimismo se le atribuyen las Cartas Teológicas. La primera carta, redactada en 1780 en nombre del padre La Graña, tiene que ver con la crónica de las indulgencias en la Iglesia católica, y la segunda, de 1792, sobre la inmaculada concepción de la Virgen María; en ellas el creador expone el dominio de temas referentes a la religión católica. Tras la fundación de la Sociedad Patriótica en Quito, en 1792, brotó la publicación del periódico quiteño "Primicias de la Cultura de Quito", comandado por Espejo, medio por el que se propagaron en la localidad las ideas de independencia, el atractivo a la educación, la igualdad de derechos y los principios propios de los pensadores del siglo XVIII.
Se ha sugerido que una obra de Espejo, Cartas riobambenses (1787), puede ser un antecedente de la novela en el Ecuador. El artículo, construido a partir de cartas que Manuela Monteverde manda a sus protectores y defensores, retrata a una mujer que se subleva frente a las maneras de la presencia provinciana; para llevar adelante su cometido de "liberación" debe meditar en el matrimonio y buscar un hombre al que logre conducir a su antojo, para que la saque del hastío y la lleve a la ciudad más importante. Cuando cree haber hallado al candidato ideal, Manuela (famosa como "la Madamita" por su afición a lo francés y a lo europeo) traba relación con un hombre llamado Vargas, lleno de buenos modales y vestido a la última moda francesa.
Al lado de Vargas, y según el canon cultural de provincia, Manuela pierde la compostura y exhibe una conducta escandalosa: los dos se exhiben con absoluta liberalidad en los galopes por el altiplano, en las excursiones a las haciendas o en los bailes de las posadas, y Manuela llega a tomar licor públicamente. Las cartas detallan la amarga protesta de la personaje principal en frente de las murmuraciones de la multitud y la soledad a la que se ve sentenciada por la actitud de las autoridades y los pobladores del pueblo. El relato es asimismo una defensa de los valores femeninos en una sociedad que hostiga y ignora los derechos y las libertades de la mujer.
El pensamiento de Eugenio Espejo
La actividad intelectual de Eugenio Espejo se desarrolló en una utilidad de facetas: si bien más que nada se lo conoce como literato y médico, fue periodista, educador, reformador popular y económico y pensador político. Hay quien asegura que el grupo de su obra y su pensamiento está comandado por una frustración existencial: ser popular como "hermoso espíritu". Repudiado por su extracción popular, Espejo procuró el reconocimiento a través del ejercicio de las letras; pero estas, comprendidas exactamente la misma la medicina como una manera de servicio y de deber popular, lo llevaron al combate por la reforma de la sociedad. Ser "precioso espíritu" significó entonces un juego incesante entre ocultarse y verse, entre emplear el anonimato panfletario y firmar sus escritos.
En cuanto a sus ideas políticas, es común decir que Espejo fue el enorme precursor de la Independencia del Ecuador; no obstante, esta iniciativa es discutida. Por un lado están quienes aseguran que atisbó repúblicas autodeterminadas políticamente, defendió la igualdad frente a la ley como base del gobierno, profesó un colérico sentimiento antiespañol y trabó amistad con (o en otras ocasiones tuvo predominación sobre) varios de los mártires del primer grito libertario: Morales, Quiroga, Salinas, Juan Pío Montúfar.
Por otro lado, no obstante, hay quienes detallan a un Espejo defensor de la tradición cultural criolla venida de España; un hombre leal a una monarquía de derecho divino, donde el rey conseguía su poder de las manos de Dios y el trono, por consiguiente, se apoyaba en la religión. Espejo sería de esta forma un defensor del absolutismo como forma de gobierno, si bien propagandista de la rebelión en su disimulo. En todo caso, es indiscutible la predominación que el pensamiento ilustrado y la Revolución Francesa tuvieron en el desarrollo político ecuatoriano de independencia. La asimilación de una exclusiva forma de situarse en el planeta y de entenderlo fue un medio de cultivo capaz para el ejercicio de la crítica y la inconformidad.
Un hecho primordial en el pensamiento de Espejo es que se califique a sí mismo como "hombre de letras". Afirma Arturo Andrés Roig que este modo de tomar conciencia delata su forma de reconocimiento histórico: en la literatura quiteña del siglo XVIII hace aparición con Espejo una exclusiva conciencia quiteña que lúcida a su identidad. Así, según la tradición renacentista, "ser apasionado de las letras" se identificaba con "ser apasionado de la raza humana". La literatura fue para Espejo la forma de hallarse con la raza humana, lo que, por otro lado, se encontraba conectado con el universalismo ilustrado que profesaba.
La producción literaria de Espejo procuró arreglar los inconvenientes sociales, políticos y económicos de su temporada, pero por medio de una transformación de las prácticas y de un cambio en el alegato oficial (esencialmente eclesiástico) sobre novedosas bases en la comunicación. En cuanto a las prácticas, manifestaciones de este empeño fueron, por poner un ejemplo, la preocupación que Espejo puso en los hábitos de higiene y asepsia, tanto popular como personal, con la intención de eludir el contagio de las viruelas; el intento de mudar algunas prácticas médicas inadecuadas y también inútiles, y dado que tratara de conseguir una reforma para el mejoramiento de las disolutas prácticas religiosas, faltas de especialidad y recato.
En lo relacionado a la comunicación, su labor fue la promoción de una educación que respondiera ciertamente a los inconvenientes sociales y que no solo difundiera el comprender científico, sino asimismo formara buenos ciudadanos, contribuyese a la creación de un espacio público para la literatura, dejara debatir los inconvenientes políticos y sociales y coadyuvara al mejoramiento de Quito. En Espejo, la educación y el periodismo se funden en un solo fundamento: el periodismo es, frente todo, tarea educadora.
En este sentido, la utilización del anonimato satírico tiene para Espejo una finalidad estratégica: despertar a los "ingenios quiteños" y alertarlos sobre el estado de barbarie popular en que viven. La barbarie, entendida como la indiferencia donde han caído los letrados respecto a las pretensiones sociales del pueblo, habrá de ser combatida. Espejo fue el primero en ingresar en el Ecuador la tan definitiva oposición entre "civilización" y "barbarie". En él, el ejercicio de las letras era una forma de entrenar lo universal, una manera de deber. Ser escritor significaba asumir, por una parte, la independencia respecto de la institución eclesiástica y del orden del príncipe; por el otro, y en contrapartida, sumarse poderosamente a los inconvenientes de distinto género que padecía el pueblo. El hecho literario tiene su sentido en el servicio a la red social, en la intención popular que en él se delata.
En conclusión, el pensamiento de Espejo en la medida en que "hombre de letras" llevó signado en sí una meta político exacto: la reforma general de las prácticas de su temporada. Ello hacía preciso un nuevo alegato de fines tanto combativos como pedagógicos, y a la labor de forjarlo le dedicó su historia.
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