Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que detentó Eugene Braunwald en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Eugene Braunwald, sino que a lo mejor dejó una huella mucho más profunda de lo que logremosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Eugene Braunwald de modo personal.Eugene Braunwald ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Eugene Braunwald, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que podamos valorar no sólo la vida de Eugene Braunwald, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Eugene Braunwald, aquellas personas a quienes de un modo u otro Eugene Braunwald influenció, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Eugene Braunwald.
(Viena, 1929) Cardiólogo estadounidense. Educador riguroso y creador prolífico, Braunwald ha dedicado su historia a investigar nuevos campos en el régimen de los asaltos cardiacos, indudablemente la nosología mucho más letal de las sociedades destacadas contemporáneas. El hallazgo de que un ataque al corazón es una patología progresiva y de que la intervención médica oportuna puede achicar las lesiones en este órgano escencial transformaron a Eugene Braunwald en entre los especialistas que revolucionaron el régimen del ataque cardiaco. Autor prolífico, este instructor de la Universidad de Harvard (Boston) supo entretejer la medicina teorética y práctica en sus indagaciones sobre cardiología, la especialidad que le ocupó en una trayectoria profesional marcada por la búsqueda de nuevos tratamientos para achicar el efecto de la patología cardiovascular.
Eugene Braunwald nació en Viena (Austria) en 1929, en el seno de un hogar judío. La ocupación nazi llevó a su familia a escapar del país y a establecerse en Nueva York. En la escuela fue un alumno refulgente, mientras que sus progenitores le transmitían el cariño por la educación y el ansia de entendimientos. Completó de forma fácil sus estudios de secundaria, si bien siempre y en todo momento echó de menos las diversiones de las que gozaban otros jovenes. De hecho, los recitales de música tradicional de Arturo Toscanini, su músico preferido, fueron una de sus escasas dispesiones en un periodo marcado por el duro trabajo. Cuando aún se encontraba en el centro logró un taburete de primera fila para presenciar entre los recitales para radio de la orquesta sinfónica de la NBC, comandado por el legendario directivo italiano. A partir de entonces presenció cerca de cien los recitales liderados por Toscanini. Mientras estudiaba en la Facultad de Medicina de Nueva York, su pasión por la música le llevó a formar parte como plus en varias producciones de la Ópera Metropolitana, entre ellas la Aída de Giuseppe Verdi.
En su temporada de estudiante, Braunwald se esmeró con la energía sin límites que siempre y en todo momento lo caracterizó. Así, el que fuera el último alumno en ser aceptado en la Facultad de Medicina de Nueva York se transformaría en el primero de su promoción. En la capacitad tuvo la fortuna de recibir clases de 2 premios Nobel, el fisiólogo y farmacólogo de origen alemán Otto Loewi y el bioquímico español Severo Ochoa, y también impresionó a ciertos de sus instructores como Dean Saul J. Farber, con quien Braunwald empleaba su momento de libertad en efectuar indagaciones de laboratorio. «Deseaba detectar inconvenientes esenciales, y yo sabía que su curiosidad y también imaginación le llevarían lejos», ha dicho de él en una ocasión este instructor.
Tras graduarse, trabajó como médico habitante en el Hospital Johns Hopkins en Nueva York. A los treinta años ahora era jefe de cardiología del Instituto Nacional del Corazón, y una década después fue entre los presidentes creadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego. También desempeñó un papel señalado en la creación del Partners HealthCare System, una red integral de asistencia sanitaria, y entre 1972 y 1996 dirigió el Departamento de Medicina del Brigham and Women’s Hospital, adscrito a la Facultad de Medicina de Harvard, mientras que tutelaba la capacitación de nuevos expertos.
Pionero en el campo de la cardiología
Sus primeros trabajos científicos enseñaron el papel de los desequilibrios hormonales en el cerebro con relación a la deficiencia cardiaca. Pero fue 1971 el año que marcó un jalón en su currículo y en el panorama científico, en el momento en que descubrió que los asaltos al corazón eran el resultado de un deterioro progresivo. Las conclusiones de una investigación sustentada económicamente por el Instituto Nacional de Salud donde había usado cinco años fueron determinantes para promover estudios sobre las pautas que minimizan la dureza del fallo cardiaco, a partir de detectar las funcionalidades de este órgano escencial antes y tras el ataque, tal como las primordiales causas que agravaban la patología según los pacientes.
A partir de 1984 dirigió los ensayos clínicos de trombosis en el infarto del miocardio en el centro hospitalario citado, una actividad que no abandonó ni tras jubilarse. En 1992 publicó al lado del doctor Jeffrey Pfeffer, instructor de la Facultad de Medicina de Harvard, el primer estudio en humanos que señalaba que los inhibidores ACE (fármacos para el régimen de la presión sanguínea) eran eficientes en la optimización de la supervivencia de los pacientes que habían sufrido un infarto. Aquel estudio, popular como SAVE, fue considerado entre los mucho más revolucionarios en salud cardiovascular, ya que presentaba al fármaco captopril como una exclusiva opción de régimen de la patología coronaria con la capacidad de socorrer muchas vidas; los datos presentados señalaban que el fármaco reducía el peligro de sufrir infartos en un 25 %.
La amplitud y la hondura de sus indagaciones han quedado probadas en mucho más de mil productos publicados en gacetas preparadas. Además, fue editor de una secuencia de contenidos escritos de medicina interna y de cardiología, y uno de los más importantes articulistas del Harrison. Manual de medicina interna, obra importante para los cardiólogos y empleado en todas y cada una de las academias de medicina de todo el mundo, donde trabajó desde la sexta edición, en 1966. Asimismo, publicó el célebre Tratado de cardiología (1975).
La relevancia de la prevención
Braunwald siempre y en todo momento sostuvo como idea que la prevención era la asignatura pendiente en cardiología, y por ese fundamento se dedicó a investigar sobre «el cuarto anillo» para achicar la patología coronaria. El primer anillo lo formaba la pelea contra las cantidades muy altas de colesterol en sangre; el segundo probó que los enfermos coronarios con colesterol alto tratados con estatinas tenían bastante superior pronóstico que los que no lo recibían; el tercero probó que los medicamentos tienen la posibilidad de tener su razón de ser, aun en personas asintomáticas pero con el colesterol alto. El que halló Braunwald en la frontera del siglo XXI señalaba la herramienta del régimen con estatinas en el momento de impedir un segundo inconveniente cardiaco, aun en enfermos con cantidades de colesterol que se piensan normales.
Preocupado por corregir las deficiencias de financiación del Sistema Nacional de Salud, Braunwald sostuvo a lo largo de toda su historia una férrea pelea contra el tabaco y la obesidad, a su juicio, los mayores riesgos para la salud pública. En este sentido, llegó a asegurar que los dos elementos sumaban «la mejor combinación para matar gente en el planeta, hasta mucho más que una guerra». Y calificó la patología coronaria como una nosología caracteristica de «personas que tienen bastante, que tienen en demasía», alentada por «excesos en la nutrición, consumo excesivo de hidratos de carbono y sodio, conjuntados con conmuevas como el valor y la hostilidad».
Miembro de la Academia de las Ciencias estadounidense, recibió incontables premios y honores. La Universidad de Harvard, de cuya Facultad de Medicina fue instructor distinguido, creó en 1996 el galardón Eugene Braunwald Professorship de Medicina, una mención que se entrega con carácter de forma anual. Por su parte, la Asociación Estadounidense de Cardiología inició en 1999 la distribución del premio Eugene Braunwald Academic Mentorship, para admitir a jóvenes promesas en el campo de la investigación coronaria.
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