Esteban Echeverría

Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Esteban Echeverría es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Esteban Echeverría es conocer más acerca de etapa determinada de la historia del ser humano.

Las biografías y las vidas de personas que, como Esteban Echeverría, seducen nuestro interés, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Esteban Echeverría, porqué Esteban Echeverría vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Esteban Echeverría

(José Esteban Echeverría; Buenos Aires, 1805 - Montevideo, 1851) Escritor argentino, entre las figuras escenciales del romanticismo argentino y también hispanoamericano. Hijo de español y criolla, quedó huérfano de padre a temprana edad. Confesó entonces haber llevado una vida desvanecida entre los quince y los dieciocho años, pero fue buen alumno en el riguroso Colegio de Ciencias Morales hasta 1823, en el momento en que lo abandonó para ocuparse al comercio.

Entre los años 1826 y 1830, el joven Echeverría, becado por el gobierno de Bernardino Rivadavia para formarse profesionalmente en París, tuvo la posibilidad de ver de cerca el apogeo del movimiento romántico francés, llegado de Alemania a inicios del siglo XIX a través de François-René de Chateaubriand y de Madame de Staël. No era extraño a esta novedosa inclinación artística y literaria un corte utópico, de carácter socialista y liberal, que se enriquecía con el aporte de pensadores como Henri de Saint-Simon y Gaston Leroux.

Las notas salientes del romanticismo, como la ensaltación del color local, el estudio de la historia nacional o la búsqueda de un lenguaje propio como elemento diferenciador de una cultura, no dejaron de llamar la atención de Echeverría, quien las vio como un catálogo de principios susceptibles de ser trasladados a la novedosa situación de america. En efecto, semejantes principios estéticos y filosóficos parecían adecuarse perfectamente a los idóneas de la Revolución de 1810.

Ahora en Buenos Aires y con Juan Manuel de Rosas en el gobierno, Esteban Echeverría publicó de forma anónima, en 1832, Elvira o la novia del Plata. Considerada como la primera obra romántica de la América de charla castellana y entre las primeras de la lengua, en ella se perciben ciertas fabricantes del nuevo ideario estético.

La relevancia de esta obra, tal como la de sus siguientes libros (Los consuelos, 1834, y Rimas, 1837, que tiene dentro el célebre poema La cautiva), radica mucho más en sus temas y en la posibilidad de su régimen que en la calidad literaria de sus versos. La cautiva es un riguroso poema de 2.142 versos divididos en nueve partes y un epílogo; cuenta la historia del trágico destino de Brian, un soldado preso de los indios, y de María, su mujer, cautiva en exactamente la misma toldería. Pero no son las elecciones de su fuga penosa y fracasada lo que importa del poema, sino más bien la incorporación del paisaje nacional (en un caso así, el desierto argentino), el avance de una temática local (las tolderías, los malones, los cautivos) y la utilización de ciertas acepciones particulares del español hablado en la Argentina de la temporada.

Varios de los cantos de La cautiva fueron leídos, en exactamente el mismo año de su publicación, en el Salón Literario que dirigía Marcos Sastre (1809-1887). En efecto, en la Librería Argentina, propiedad de Sastre (quien después resaltaría como pedagogo y creador de una singular novela, El temple argentino, publicada en 1848), se desarrolló en 1837 una sucesión de asambleas, convocadas por Echeverría, para mostrar y debatir temas de índole política y literaria. Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Marcos Sastre y exactamente el mismo Echeverría fueron los mucho más relevantes y entusiastas integrantes del Salón.

El progresivo cariz político de la actividad del Salón provocó su clausura por la parte del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Pero varios de los contertulios prosiguieron reuniéndose en la clandestinidad, y en ese marco, en el primer mes del verano de 1838, fue establecida la Asociación de Mayo, para la que Esteban Echeverría redactó las Palabras simbólicas, asimismo conocidas como Credo o Creencia de la Joven Argentina. Se trata de todos modos de un catálogo de quince enunciados que resumen el espíritu de la novedosa generación; fueron aprobadas en el mes de agosto de ese año, en el momento en que la policía del gobierno de Rosas ahora había descubierto la actividad furtiva de la Asociación de Mayo.

El primero de enero de 1839, ahora exiliado en Montevideo, Juan Bautista Alberdi publicó el Credo de Echeverría en el diario El Iniciador, bajo el título de Código o declaración de los principios que forman la creencia popular de la República Argentina. Ese mismo año se agravó la opresión del gobierno de Rosas para con sus contrarios políticos, lo que forzó a prácticamente todos los integrantes de la Asociación a arrancar el sendero del destierro: Gutiérrez y Alberdi se marcharon a Montevideo, y Echeverría a Colonia primero y a Montevideo después, donde moriría años después.

En 1846, Echeverría publicó en esa localidad el Dogma socialista, avance doctrinario de los quince principios del Credo. Su contenido se vincula al ideario demócrata liberal, con lo que la palabra "socialista" del título debe comprenderse en el sentido de "popular". Los románticos rioplatenses (Echeverría, pero asimismo Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y José Mármol) comenzaron de esta forma la búsqueda de un sistema que dejara cerrar y sobrepasar la antinomia entre unitarios y federales, mientras que luchaban contra el carácter autoritario del régimen rosista. En esas coordenadas se tienen dentro tanto el Dogma socialista como las Bases (1852) de Alberdi, el Facundo (1845) de Sarmiento y Amalia (1851) de Mármol.

Asimismo el célebre relato de Echeverría El matadero (escrito entre 1838 y 1840, pero inédito hasta 1871, en el momento en que Gutiérrez lo publicó en La Revista del Río de la Plata) ha de ser visto en esta visión, puesto que pese a su consistente realismo es una alegoría sobre la crueldad larvada en todos y cada uno de los escenarios de la sociedad bonaerense de entonces: tras un planteo de fachada costumbrista, se cuenta la narración de un joven unitario torturado por los rosistas. Obra indudablemente singular, con ella se anticipó a métodos de concepción, de realización y hasta de manera que entonces serían usados por el realismo y el naturalismo de europa. La obra de Esteban Echeverría puede ser mucho más importante desde el criterio político que desde el literario; no obstante, su valor es insoslayable en la constitución de la literatura argentina.

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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de un ser como Esteban Echeverría, que poseyó su relevancia en una época determinada, es fundamental procurar ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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