La historia del mundo está contada por las mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel género humano, de un modo u otro,avance.
Apreciar las luces y las sombras de las personas destacadas como Errol Flynn, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la vida de Errol Flynn, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Errol Flynn, gentes a quienes de un modo u otro Errol Flynn influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Errol Flynn.
(Hobart, 1909 - Vancouver, 1959) Actor de cine estadounidense. Su vida estuvo siempre y en todo momento dominada por un espíritu alterado, de forma que su posterior caracterización cinematográfica de aventurero fanfarrón encajaba con perfección con su modo de ser desde la niñez; de este modo, fue de manera sistemática expulsado de todos y cada uno de los institutos en los que sus progenitores le ingresaron (la mayor parte de buenísima categoría), tanto en Australia como en Inglaterra (tras haberse predeterminado allí su familia). A los quince años logró un trabajo en la compañía naviera de Sidney, y un año después navegó a Nueva Guinea hasta el momento en que decidió ocuparse a la búsqueda de oro, compañía que resultó ineficaz.
Mientras que, desempeñó los mucho más diversos y extraños oficios, entre ellos el de buscador de bienes, castrador de ovejas, marino, pescador, soldado, friegaplatos o, aun, buscador de perlas. En 1930 volvió por una temporada a Sydney, donde adquirió un pequeño barco al que llamó Sirocco y navegó, con tres amigos, hacia Nueva Guinea. Allí logró trabajo como capataz de una plantación de tabaco, aparte de ejerecer como columnista en el Sydney Bulletin. Todas estas vivencias fueron contadas por exactamente el mismo Flynn en tres libros autobiográficos, aproximadamente novelados: Beam Ends (1937), Showdown (1946) y My Wicked, Wicked Ways (1959).
De regreso a Australia, Errol Flynn aceptó el papel de Fletcher Christian en una película semidocumental llamada In the Wake of the Bounty (1932). Así, prácticamente por al azar, tomó contacto con la interpretación, y fue ganando de a poco experiencia al intervenir en proyectos producidas por la Northampton Repertory Company. En Londres tuvo la posibilidad de formar parte en un largometraje de bajo presupuesto, Murder at Monte Carlo (1934), en el que logró ser contratado, ahora para Hollywood, por la compañía de los hermanos Warner.
Llegó a Hollywood en 1935, donde apareció en varias pequeñas producciones como actor secundario (en ocasiones, prácticamente de plus). Su verídica ocasión brotó prontísimo, puesto que Robert Donat, actor de colosal semejante físico a Flynn (aun portaba aquel pequeño bigote que le hiciese popular), se cayó del reparto de la película que preparaba Michael Curtiz, El capitán Blood (1935), y este directivo llamó a Flynn, que por entonces solo contaba 26 años, a fin de que encarnara al doctor Peter Blood, personaje que acababa transformándose en pirata.
La película es una vívida combinación de peleas en el mar, duelos a espada (contra el enorme Basil Rathbone) y tempestuosos romances con la actriz Olivia de Havilland cerca de las playas caribeñas, elementos todos ellos que lanzaron al joven Flynn de manera directa al estrellato. Después de este éxito, la Warner puso a su predisposición un desprendido presupuesto para La carga de la brigada rápida (1936), de Michael Curtiz, donde el directivo y la pareja de actores protagonizaron una aventura con mayúsculas que tuvo su génesis en el popular poema de Alfred Tennyson.
Por año siguiente participó en El príncipe y el indigente (1937), de William Keighley, suntuosa adaptación de la novela de Mark Twain que logró un enorme éxito de taquilla y que fue objeto de un remake ciertos años después. Inmediatamente después fue solicitado nuevamente por Curtiz a fin de que encarnara a Robín de los bosques (1938), del propio Curtiz y Keighley, al lado de Olivia de Havilland, aparte de Basil Rathbone y Claude Rains. Keighley, retirado al poco de empezar el rodaje, dejó la dirección a Michael Curtiz, el directivo que (quizá al lado de Raoul Walsh) mejor entendió a Flynn, y cuya colaboración supondría entre las páginas mucho más refulgentes y legendarias del cine de aventuras.
Como los éxitos se sucedían película tras película, la Warner decidió que el trío debía proseguir unido. Así, nacieron películas como Dodge City, localidad sin ley (1939), o Camino de Santa Fe (1940), acompañados del entonces actor Ronald Reagan, o El halcón del mar (1940), todas y cada una de Curtiz. Esta última no contó con la Havilland, si bien sí intervinieron en ella Brenda Marshall y Flora Robson en el papel de la reina Isabel I de Inglaterra, la que recrimina a Errol Flynn (en un personaje inspirado en el pirata Francis Drake) públicamente (si bien lo felicita en privado) que aborde los galeones españoles en el Caribe. El personaje de Isabel I aparecía también en La vida privada de Elizabeth y Essex (1939), asimismo de Curtiz, en esta ocasión interpretada por Bette Davis, la que se conquista de Robert Devereaux, Conde de Essex, personaje encarnado por Errol Flynn.
En la plenitud de su trayectoria volvió a trabajar al lado de Olivia de Havilland en entre los grabes míticos de la historia del cine, Murieron con las botas puestas (1941), de Raoul Walsh. La relevancia de esta producción radica probablemente en el increíble vigor que Walsh imprimió a la escenificación y en el increíble guion, tal como en la prestancia de Flynn, que dotó a su personaje de una alguna inestabilidad que lo enriquecía, alén de su visible heroísmo.
Quizá el año en el que alcanzara mayor popularidad (por distintos fundamentos) fue 1942. Por un lado, protagonizó Gentleman Jim (1942), de Raoul Walsh, adaptación de la novela autobiográfica de James J. Corbett The Roar of the Crowd, que alcanzó enorme éxito; en ella encarnó a un personaje insolente que encajaba con perfección con el género de papeles que acostumbraba a interpretar Flynn. No obstante, su trayectoria padeció un duro revés siendo acusado de violar a 2 jovenes en su yate. A pesar de que terminó siendo absuelto del delito, su imagen pública se resintió de forma que por el momento no ha podido volver como estaba. A esto debe añadirse que, en los últimos meses del año, su mujer, la actriz Lili Damita, le solicitó el divorcio.
A partir de la segunda mitad de la década de los 40, la carrera y la estrella de Errol Flynn comenzaron a decaer. Los fundamentos de esto hay que procurarlos en sus inconvenientes con la bebida, el tabaco y, más que nada, las drogas, aparte de haberse ganado una popularidad de mujeriego que jamás le abandonaría. A pesar de esto, su participación (en medio de una temporada del cine de publicidad bélica de Hollywood) en Propósito: Birmania (1945), de Raoul Walsh, fue por unanimidad ovacionada, tal como la increíble fotografía de James Wong Howe. Como curiosidad, la película fue rodada en blanco y negro, y los decorados, que emulaban la selva birmana y que habían sido construidos en un rancho californiano, eran precisamente espectaculares.
En los cincuenta abandonó Hollywood para procurar relanzar su trayectoria en Europa, pero fracasó de forma clamorosa. Para empeorar las cosas, perdió hasta el último dólar que tenía en un emprendimiento maldito desde el comienzo, William Tell (1954), que no fue terminado. En 1956 volvió a Hollywood para, irónicamente, recibir estupendas críticas por su interpretación, absolutamente ebrio, en Fiesta (1957), de Henry King, fundamentada en la novela de Ernest Hemingway. Volvió a interpretar completamente bebido sus 2 siguientes películas, Too Much, Too Soon (1958), de Art Napoleon (donde da vida a John Barrymore), y Las raíces del cielo (1958), de John Huston. Por último, participó (aparte de coproducirlo) en un garrafal largometraje semidocumental, a mayor gloria de Fidel Castro y de su pelea contra la dictadura de Fulgencio Batista, que se titula Cuban Rebel Girls (1959), de Barry Mahon.
Un ataque al corazón terminaría con su historia en el momento en que únicamente tenía cincuenta años, más allá de que en sus últimos tiempos su cuerpo y su rostro aparentaban una edad considerablemente más avanzada. Errol Flynn, pese al menoscabo que supusieron para su figura los escándalos en los que se vio inmerso y sus inconvenientes con las drogas, pasó a la historia como el mucho más grande actor del cine de aventuras.
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