(Wandsbek, 1876 - Kiel, 1960) Almirante alemán. Como jefe supremo de la Armada entre 1928 y 1943, Raeder fue responsable del desarrollo de rearme y reorganización de la flota de guerra alemana en los años finales de la República de Weimar y a lo largo de la mayoría de la etapa nazi.
Nació en el seno de una familia de clase media. Tras cursar el bachillerato en el Gymansium de Grünberg (Silesia), en 1894 ingresó como cadete en la Marina de guerra alemana. Tres años después fue ascendido a subteniente y, en 1900, a teniente. Entre 1903 y 1905 estudió en la Academia de Marina de Kiel y se graduó como teniente comandante. Al año siguiente entró al servicio de la Oficina de Información de la Armada imperial, donde se encargó de trabajos del archivo.
Entre 1910 y 1912 sirvió como oficial en el yate imperial Hohenzollern, con el rango de capitán de corbeta desde 1911. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) participó en distintas metas bélicas, entre aquéllas que resaltó la guerra de Skagerrak (mayo-junio de 1916), en aguas de Dinamarca, por la que fue condecorado. En abril de 1917 fue ascendido a capitán de fragata y por año siguiente se le confió el mando del pequeño crucero Köln.
Tras la Gran Guerra, Raeder entró al servicio del mando central de la Marina alemana. En noviembre de 1919 fue ascendido a capitán. Durante esta temporada redactó para el Almirantazgo un informe en 2 volúmenes sobre la actuación de los cruceros en tiempos de guerra (Kreuzerkrieg in ausländischen Gewässern). En 1922 fue ascendido a contraalmirante y nombrado inspector de la Marina. Dos años después le fue asignada la comandancia de la flota rápida del Mar del Norte y, en 1925, el mando sobre todas y cada una de las bases de la Armada en la costa del Báltico. Ese mismo año fue ascendido a vicealmirante. En octubre de 1928 se transformó en jefe del estado mayor de la Marina alemana siendo alto al rango de almirante.
A pesar de estar téoricamente al servicio del régimen constitucional de la República de Weimar, a lo largo de su orden como almirante Erich Raeder se negó a cumplir las condiciones impuestas al ejército alemán en el Tratado de Versalles. En este sentido, cabe atribuirle la máxima compromiso en el desarrollo de rearme y reconstrucción de la Marina de guerra alemana. Bajo su férula, la pequeña Marina tolerada a Alemania en el Tratado de Versalles se convirtió en una fuerte maquinaria de guerra. Raeder actuó de manera frecuente a espaldas no solo del parlamento, sino más bien asimismo del gobierno alemán, para esconder la violación de los acuerdos de Versalles.
Su implicación en el rearme misterio quedó obtenida en un informe sobre la pelea de la Marina alemana contra el Tratado entre 1919 y 1935, anunciado en misterio por el Almirantazgo del Reich en 1937. A partir de 1928, el mando de la Armada volvió a organizar la construcción de barcos Panzer y puso en marcha los programas misterios de avance de los submarinos experimentales U-Boot y E-Boot, aparte de hacer distintos servicios de sabiduría y redes ilegales de financiación.
La actuación de Raeder (que, como comandante en jefe de la Marina, tenía una capacidad de actuación con independencia del gobierno y los organismos de control parlamentario de la insuficiente República de Weimar) fue definitiva en este desarrollo de rearme naval y en los proyectos de agredir Polonia que, por lo menos desde 1930, acariciaba el prominente mando militar alemán.
En 1933, tras el acenso al poder del nazismo, Raeder expresó públicamente su acompañamiento a Hitler y se mostró presto a apresurar el desarrollo de rearme. Fue el primordial artífice de la cooperación entre la Marina y el movimiento nacionalsocialista. En junio de 1934 insistió frente Hitler en la necesidad de desarrollar la flota de guerra para realizar en frente de Inglaterra y ha propuesto que, desde 1936, los enormes barcos alemanes fuesen armados con exactamente el mismo potencial que los barcos británicos del tipo King George.
Raeder convino con Hitler en sostener en misterio el avance de los submarinos U-Boot, en vistas, más que nada, a no ocasionar a la red social en todo el mundo antes del plebiscito del Sarre. Además, se ocupó de negociar con Hitler las partidas presupuestarias que se dedicarían secretamente al rearme naval. El 2 de agosto de 1934, fecha de la desaparición del presidente Hindenburg, Raeder expresó su acompañamiento al Führer al prestar un juramento solemne de lealtad no ahora a Alemania, sino más bien a Hitler.
En octubre de 1935, en medio de una reorganización de las fuerzas armadas alemanas, fue nombrado por Hitler comandante en jefe de la Armada. Desde este puesto dirigió la reconstrucción de la flota de guerra alemana y su rearme. Aunque en 1936 se opuso de entrada a la marcha nazi sobre la región desmilitarizada de Renania, después apoyó abiertamente las resoluciones de Hitler que conducirían de forma implacable a la Segunda Guerra Mundial. En 1937 recibió la insignia dorada del Partido Nacional Socialista (NSDAP), en reconocimiento a su tarea en pro del régimen nazi.
Pero Raeder no solo desempeñó un papel esencial en el rearme de la Armada alemana, sino, desde 1933, estuvo asimismo íntimamente relacionado a los círculos políticos del gobierno nazi. En abril de ese año se unió al recién desarrollado Consejo Secreto de Defensa del Reich, y en el mes de febrero de 1938 fue nombrado integrante del Consejo Secreto de Asuntos Exteriores. Por lo tanto, tomó parte en las resoluciones políticas del régimen desde 1933 a través de su participación activa en los cuerpos consultivos mucho más esenciales de la cúpula nazi.
Durante toda esta etapa, Raeder, exactamente la misma Hitler, pensaba retardar la guerra con Gran Bretaña hasta 1944 o 1945, a fin de llenar la reconstrucción de la flota de guerra y, más que nada, de la flota submarina. Pero el devenir de los hechos de todo el mundo provocó el estallido de la Segunda Guerra Mundial bastante antes de lo que aguardaba el gobierno alemán, en un instante (1939) en el que el desarrollo de rearme se encontraba en su "estadio inicial".
En abril de ese año, Raeder fue ascendido a enorme almirante, rango desarrollado de manera expresa por Hitler para él. Desde entonces dirigió el Seekriegsleistung, el prominente mando de la Marina de guerra. En un alegato que pronunció en esa temporada, Raeder declaró su total adhesión al Tercer Reich en su pelea contra "el comunismo y el judaísmo en todo el mundo" (sin embargo, su antisemitismo era aparentemente moderado, ya que se negó a relevar a oficiales judíos de la Marina y, adjuntado con Karl Dönitz y Günther Lütjens, protestó en 1938 contra los hechos de la «Noche de los Cristales Rotos»).
En 1940, siguiendo órdenes de Hitler, dirigió la operación Wese-Ubung contra Noruega. Sin embargo, a lo largo de toda la guerra Raeder se mostró partidario de concentrar todos y cada uno de los sacrificios de la Marina contra Gran Bretaña. Su propósito era debilitar a los británicos a través de el estrangulamiento de su comercio exterior y sus comunicaciones marítimas a través del bloqueo naval. Se opuso, por consiguiente, a sostener 2 frentes de guerra, como pretendía Hitler al planear el ataque a la Unión Soviética tras la invasión de Noruega y de la ocupación de una gran parte de Europa occidental.
Raeder creía que no era el instante de agredir la Unión Soviética; convenía asegurarse primero la victoria sobre Gran Bretaña. Al mismo tiempo, defendió una política mediterránea combativa, cuyo propósito sería supervisar Oriente Próximo, el Canal de Suez y Turquía para asegurar el éxito de un ulterior ataque naval a Rusia. Estas críticas lo distanciaron paulativamente de Hitler. Por otra sección, desde diferentes frentes se le acusó de retardar el avance de la flota de submarinos, que resultaba mucho más eficiente que la flota de área. Para defenderse, adujo que el avance de la fuerza aérea quitaba elementos a la Marina para llenar su programa de rearme.
El 30 de enero de 1943, Raeder presentó a Hitler su dimisión. El fundamento de su renuncia fue la resolución de Hitler de ofrecer prioridad a la flota de submarinos (U-Boot-Waffe) en frente de los barcos de área. En situación, la flota de área, apuntada en lo personal por Raeder, había sufrido derrota tras derrota, ocasionando la furia del Führer, al paso que la flota de submarinos, apuntada por el vicealmirante Karl Dönitz, primordial colaborador de Raeder, lograba geniales desenlaces. Finalmente, Hitler forzó la renuncia de Raeder para dar el mando de la Armada a Dönitz. Raeder fue degradado a comandante supremo y nombrado almirante inspector de la flota de guerra, cargo este puramente honorífico.
En 1945, Erich Raeder fue prendido por las tropas aliadas y juzgado por el Tribunal Internacional de Nuremberg. Hallado culpable del cargo de crímenes contra la paz por su probada implicación en el plan nazi de agresión bélica, fue culpado a cadena perpetua el 1 de octubre de 1946 y encarcelado en la prisión de Spandau, en Berlín occidental, donde continuó hasta su excarcelación en 1955 por fundamentos de salud. En 1956-1957 publicó los 2 volúmenes de sus memorias, bajo el título Mein Leben (Mi vida). En ellas presentaba a Hitler como una figura heroica y defendía su papel en el desarrollo de rearme de la Marina alemana.
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