La historia de las civilizaciones la narran aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel género humano, de un modo u otro,avance.
Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Enrique II de Castilla es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Enrique II de Castilla es conocer más sobre periodo preciso de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que tuvo Enrique II de Castilla en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Enrique II de Castilla, sino que quizá produjo una huella mucho más honda de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Enrique II de Castilla personalmente.Enrique II de Castilla ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Enrique II de Castilla, atraen nuestra atención, deben valernos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Enrique II de Castilla, el motivo por el cual Enrique II de Castilla vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Asimismo llamado Enrique II el de las Mercedes y Enrique II de Trastámara; Sevilla, 1333/34 - Santo Domingo de la Calzada, Rioja, 1379) Rey de Castilla (1369-1379), primero de la vivienda de Trastámara. Era hijo bastardo del rey Alfonso XI de Castilla, si bien había sido adoptado por Rodrigo Álvarez, conde de Trastámara, de quien tomaría nombre la dinastía que inauguró.
A lo largo de todo el reinado de su hermano paterno, Pedro I de Castilla (asimismo llamado Pedro I el Despiadado), Enrique II mostró una actitud levantisca: se rebeló en Asturias en 1352 y nuevamente en Ciudad Rodrigo en 1354. Derrotado, Enrique II escapó a Francia y a Aragón, estableciendo coaliciones con sus reyes propios. Apoyado por los dos en sus metas al trono español, en 1366 encabezó una exclusiva rebelión nobiliaria; entró en Castilla secundado por las «Compañías» de Bertrand Du Guesclin y se autoproclamó rey en Calahorra. Pedro I recurrió al auxilio de tropas inglesas y derrotó al pretendiente en la guerra de Nájera (1367).
Pero, tan rápido como los ingleses abandonaron Castilla, Enrique II recobró la idea militar, puso cerco a Toledo y derrotó a las tropas reales en Montiel. Sitiado en el castillo de Montiel, el rey Pedro I procuró parlamentar con Enrique, y cayó en la trampa que su hermano le tendió; con asistencia de Bertrand Du Guesclin, Enrique asesinó a Pedro y liquidó de esta forma la disputa por el trono (1369).
El afianzamiento en el poder resultó bien difícil, puesto que Enrique II de Castilla solo tenía el acompañamiento de Francia, al tiempo que debía defenderse de los asaltos de Inglaterra, Portugal, Navarra y Aragón; zonas enteras -como Galicia, Zamora, Ciudad Rodrigo o Carmona- quedaban fuera de su control, leales a la memoria del rey ejecutado. La coalición con el rey francés enseña la intervención de Castilla en la Guerra de los Cien Años, e inclusive puede interpretarse la instauración de los Trastámara en el trono español como un capítulo mucho más de aquella guerra anglo-francesa: Francia aspiraba a supervisar la flota castellana para recortar las comunicaciones inglesas, al tiempo que Inglaterra procuraba la neutralización de esa flota.
Consecuentemente, Enrique II tuvo que proseguir una guerra exterior tras ganar la guerra civil, lanzando primero sus fuerzas contra Portugal; tras ocupar Braganza impuso a Fernando I de Portugal la Paz de Alcoutim (1371). Luego se encaró a Inglaterra, a la que derrotó en la guerra naval de La Rochela (1372). Ante el resurgimiento de la amenaza portuguesa, ocupó Almeida y Viseo y bloqueó el puerto de Lisboa, hasta el momento en que Fernando I firmó el Tratado de Santarem (1373), por el que Portugal prestaría su flota al bando franco-español.
Después volvió sus armas contra Navarra, a cuyo rey venció y también impuso la Paz de Briones (1373). Y por último, se dirigió contra Pedro IV de Aragón, al que asimismo derrotó y también logró firmar la Paz de Almazán (1375). Por todos estos tres tratados de paz, Enrique II estableció coaliciones maritales entre sus hijos y los de los reyes de Portugal, Navarra y Aragón, empezando de esta forma el afianzamiento y la expansión de su dinastía.
En el interior, Enrique II tuvo que impulsar la reconstrucción del país, dañado por la guerra civil. Su enérgica acción exterior libró al territorio español de las amenazas bélicas que se cernían sobre él, facilitando esa reconstrucción. Mas para hacer más simple la restauración de las economías nobiliarias y ganarse el acompañamiento de las considerables viviendas, Enrique debió llevar a cabo a éstas donaciones masivas de permisos, recursos y rentas (las llamadas «mercedes enriqueñas»). Este ritmo de concesión de mercedes le forzó a convocar Cortes con mucha continuidad (Toro, 1371; Burgos, 1373 y 1377.). Al final del reinado se vio obligado a encargarse de nuevo de las guerras exteriores, por el ataque mezclado de Inglaterra y de Navarra (1377); contuvo el ataque sobre Soria y firmó con Navarra la Paz de Santo Domingo de la Calzada (1379), antes de fallecer. Asentada ahora la dinastía, le sucedió en el trono su hijo Juan I de Castilla.
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de alguien como Enrique II de Castilla, que poseyó su importancia en un momento histórico concreto, es indispensable procurar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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