(Hieronymus Bosch; Hertogenbosch, de hoy Países Bajos, h. 1450 - id., 1516) Pintor holandés. Debe su nombre a su localidad natal, donde aparentemente continuó a lo largo de toda su historia. Fue hijo y nieto de pintores, con lo que su capacitación sucedió probablemente en el taller familiar; contrajo entonces un matrimonio provechoso que le dejó vivir desahogadamente, entregado a su vocación por la pintura, que terminaría reportándole enorme éxito. No varios años tras su muerte, personalidades como el rey Felipe II fueron coleccionistas fervorosos de sus proyectos, que se encuentran repartidas por todo el planeta y de las que hay una increíble exhibe en el Museo del Prado.
Si bien no se sabe la cronología de su producción artística, se estima que forman parte a la primera época de El Bosco sus proyectos mucho más comúnes, como El charlatán o La crucifixión. En el centro de su trayectoria se ubican sus realizaciones mucho más reconocidas, una sucesión de producciones atestadas de figuras, totalmente ajeno de la iconografía de la época, ambientadas en panoramas imaginarios y llenas de elementos fabulosos y horripilantes, así como diablos o figuras medio humanas y medio animales, que conviven con figuras abiertas y panoramas relajados y cautivadores.
En esta línea se ubican los trípticos de Las tentaciones de San Antonio, El carro del heno y El jardín de las exquisiteces, en los que alén de la fantasía turbulenta y de la dificultosa interpretación de la simbología, triunfan una técnica increíble, dinámica y pictórica, y un color refulgente, en los que radica parte importante de su hermosura.
Tras estas proyectos magistrales, en las que ciertos intérpretes ven la representación de la disparidad humana, El Bosco pintó cuadros mucho más relajados y positivos (como El hijo pródigo) y cerró su trayectoria con una sucesión de proyectos sobre la Pasión de Jesucristo, en las que la figura benevolente del Salvador hace aparición cercada de una muchedumbre de seres irregulares y de semblantes bestiales.
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