Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que tuvo Edvard Munch en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Edvard Munch, sino que a caso produjo una señal mucho más honda de lo que logremosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Edvard Munch de modo personal.Edvard Munch ha sido una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Edvard Munch, cautivan nuestra atención, deben servirnos siempre como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Edvard Munch, porqué Edvard Munch vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma implacable, la historia.
(Loten, Noruega, 1873 - Ekely, cerca de Oslo, id., 1944) Pintor y grabador noruego. La estilización de la figura, la prolongación de las líneas y, a veces, el profundo dramatismo y la intensidad cromática, hicieron del estilo pictórico del noruego Edvard Munch entre los modelos estéticos del expresionismo de las primeras décadas del siglo XX.
Padeció muy joven la pérdida de sus conocidos cercanos, y el fantasma de la desaparición, que llenó su niñez, lo acompañaría a lo largo de toda su historia, transformándose en entre los temas recurrentes en sus proyectos. En 1885 hizo el primero de sus varios viajes a París, donde conoció los movimientos pictóricos mucho más avanzados y se sintió en especial atraído por el arte de Paul Gauguin y Henri de Toulouse-Lautrec. No tardó en hacer un estilo demasiado personal, apoyado en acentuar la fuerza expresiva de la línea, achicar las formas a su expresión mucho más esquemática y llevar a cabo un empleo simbólico, no naturalista, del color, y de ahí su clasificación como pintor simbolista.
De 1892 a 1908 vivió en Alemania, más que nada en Berlín, si bien logró usuales viajes a Noruega y París. En Berlín presentó en 1892 una exposición que debió ser retirada por el escándalo que provocó y que dio pie a la creación de la Secesión Berlinesa. En Noruega contó próximamente entre sus amistades con esenciales personalidades políticas y literarias y tuvo especial afinidad con el realismo popular del dramaturgo Henrik Ibsen, para quien efectuó los niveles y el vestuario de la obra Peer Gynt en 1896.
En 1908 Edvard Munch, tras una tormentosa relación sentimental y víctima del alcohol, padeció una grave patología inquieta, con lo que debió ser recluido en el siquiátrico del doctor Jacobsen, en Copenhague, del que salió totalmente restituido. En 1908 volvió finalmente a Noruega, donde recibió ciertos pedidos oficiales (pinturas del paraninfo de la Universidad de Oslo) y pasó sus últimos años en soledad. Munch legó a la localidad de Oslo todas y cada una de las proyectos que preservó hasta su muerte, acontecida en 1944.
La obra de Edvard Munch se identifica por un sentido trágico de la vida y de la desaparición, propio de toda la literatura escandinava de Henrik Ibsen a August Strindberg. A pesar de que sus primeras pinturas han recibido la predominación de los impresionistas, ya que conoció bien la obra de Gauguin y Van Gogh, en seguida se inclinó por la iniciativa de plasmar los sentimientos, por exteriorizar las experiencias de angustia y soledad del humano. Su etapa de madurez está empapada de ese "sentimiento trágico" que caracterizó a los románticos, pero extraído del contexto propio del Romanticismo y llevado a sus últimas secuelas, otorgándole un valor "absoluto", como algo de lo que el hombre es imposible dejar en libertad.
En la pintura de Munch hace aparición la cara de todo el mundo alimentado por esas fuerzas ignotas que forman parte asimismo de la condición humana. Su ambicioso emprendimiento que se titula El friso de la vida (1893-1918), al que forman parte indudablemente sus cuadros mucho más representativos, refleja los sentimientos y las obsesiones humanas. Veintidós de esas pinturas fueron expuestas, en 1902, en la exhibe del conjunto berlinés Sezession. La mayoría de ellas refleja la desilusión del fin de siglo y la imagen del hombre como víctima.
Su obra previo a 1908 está muy enlazada a este período que, de alguna manera, concibió tal y como si se tratase de un poema de amor, de vida y de muerte. Así El beso (1892) o La cámara de muerte (1894), las dos en la Nasjonalgalleriet de Oslo, donde menciona al drama acaecido a lo largo de su niñez: la desaparición de su madre y su hermana. Los individuos reflejan su padecimiento, pero formalmente están unidos por una línea serpenteante que recorre toda la área del cuadro. No hay sombras, solo colores planos y pronunciados contornos que marcan el ritmo visual, un medio perfecto para expresar la angustia del espíritu.
No obstante, su obra mucho más simbólica es El grito (1893, Nasjonalgalleriet, Oslo), entre las pinturas que mucho más intensamente han reflejado el horror y la angustia del humano. La figura que se encuentra en primer término expresa un terror inconmensurable. La angustia por la soledad, la desesperación por no localizar un sentido a la vida y su relación con los abismos quedan intensamente reflejados en la obra del pintor noruego.
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre determinantes, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de un ser como Edvard Munch, que poseyó su trascendencia en una época concreta, es vital procurar brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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