Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Eduardo Úrculo es una de las personas cuya vida, en efecto, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Eduardo Úrculo es comprender más acerca de época determinada de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que atesoró Eduardo Úrculo en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Eduardo Úrculo, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más insondable de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Eduardo Úrculo en persona.Eduardo Úrculo ha sido una persona que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Eduardo Úrculo, cautivan nuestra atención, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Eduardo Úrculo, el motivo por el cual Eduardo Úrculo vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Santurce, 1938 - Madrid, 2003) Pintor español. Creador esencial en la crónica de la vanguardia en España, Eduardo Úrculo fue el motor del pop art en España y, adjuntado con el desaparecido Equipo Crónica, uno de sus máximos representantes. Aunque durante su trayectoria artística pasó por distintos estilos, desde el expresionismo popular de sus comienzos hasta el neocubismo de ciertas pinturas de los últimos tiempos, fue en la corriente del pop art donde su obra se manifestó con un lenguaje mucho más osado y personal. A lo largo de su historia efectuó un sinfín de exposiciones, ciertas de ellas tan esenciales como la que en 1997 le dedicó el Centro Cultural de la Villa de Madrid o la exhibe antológica que en 2000 le ofreció el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.
Eduardo Úrculo nació el 21 de septiembre de 1938 en la ciudad vizcaína de Santurce. En 1941, los rigores y dificultades siguientes a la Guerra Civil empujaron a su familia a moverse a Sama de Langreo, una pequeña, y por ese momento próspera, población de la cuenca minera asturiana.
En esa ciudad transcurrió su niñez, que, como la de muchos otros pequeños españoles de la posguerra, estuvo marcada por la carestía y las obligadas estrecheces de esos años bien difíciles. En 1948 ingresó en el centro de enseñanza media, pero 4 años después dejaría los estudios para comenzar a trabajar como ayudante de topografía en una compañía minera.
Aun de esta manera, los años que pasó en tal centro no fueron en balde, toda vez que allí fue donde despertó su interés por el dibujo y donde descubrió, mediante libros ilustrados, la obra de pintores como Henri de Toulouse-Lautrec, Vincent van Gogh o Amedeo Modigliani. «Fue merced a aquellas visualizaciones de escasa calidad que comencé a familiarizarme con unos cuadros que jamás había visto», afirmaría años después rememorando sus azarosos comienzos artísticos.
En 1954, gracias a una grave hepatitis, debió mantenerse en la cama cerca de nueve meses, situación que aprovechó para ocuparse mucho más al estudio del dibujo y la pintura. Una vez recambio de la patología, y reincorporado nuevamente a su viejo trabajo, comenzó a colorear -a la forma de sus admirados pintores impresionistas- las viviendas, los recovecos y las calles de su villa adoptiva. Este fue exactamente el tema de su primera exposición individual, que sucedió en 1957 en el vecino pueblo de La Felguera (Asturias).
Primeras producciones y transición
Tras esa exhibe, el Ayuntamiento de Langreo le concedió una beca que le dejó moverse a Madrid, donde asistió a clases en el Círculo de Bellas Artes y en la Escuela Nacional de Artes Gráficas. Asimismo, a lo largo de su estadía en la ciudad más importante de España, se dedicó a colorear el ámbito paupérrimo de las factorías y los suburbios con una clara intención de demanda. Las proyectos correspondientes a esta temporada fueron clasificadas por la crítica como «pintura popular» o «expresionismo popular».
Por año siguiente, el joven Úrculo vio hecho situación uno de sus sueños de la niñez: viajar a París. En la ciudad más importante francesa, aparte de recibir clases en La Grande Chaumière, tuvo la posibilidad de ver con nuevos ojos muchas de aquellas proyectos que de niño había aprehendido mediante las imágenes en blanco y negro de los libros ilustrados.
En 1960 el servicio militar lo llevó al Sahara Occidental primero y un año después a las Islas Canarias. En Tenerife trabó amistad con el artista surrealista Eduardo Westerdahl, bajo cuya predominación pintaría una secuencia de proyectos abstractas (las únicas de su trayectoria). Aquellas exploraciones, aun siendo fugaces, le sirvieron, sin embargo, para enriquecer plásticamente su pintura y conseguir mayor soltura en la técnica y el régimen de la materia. En febrero de 1962 viajó de nuevo a París, donde reanudó el expresionismo figurativo y los temas de fondo popular que habían caracterizado sus primeras proyectos.
En 1966, y tras pasar por una fuerte crisis creativa que le logró dejar la «pintura popular», se instaló en Ibiza, en esos tiempos genuina meca del movimiento hippy. Este periodo de transición y profundo cuestionamiento de la práctica pictórica acabó un año después en el momento en que, en un viaje por el norte de Europa, descubrió -en una exposición antológica de pop art americano en Estocolmo- los trabajos de Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Robert Rauschenberg. Lo que con tanto afán había buscado en Ibiza -un nuevo lenguaje creativo- lo halló al final, como por arte de birlibirloque, en Suecia.
La «temporada erótica»
Su pintura enseguida se imbuyó de los postulados del pop art, lo que técnicamente se tradujo en el abandono del óleo por el acrílico y en la utilización de una paleta de colores considerablemente más cálida, cromáticamente mucho más cercana al planeta de la propaganda y el cómic. Asimismo, en lo temático, su pintura asimismo experimentó cambios sustanciales: su máximo referente pasó a ser el cuerpo femenino, que, ahora entero ahora fragmentado, representó en sugerentes situaciones.
Este periodo, que englobaría los últimos años sesenta y toda la década de los setenta, fué definido como «temporada erótica». Pero aun de esta forma, las proyectos de esos años no serían tan banales -y mucho más sabiendo la situación política de la España de aquella temporada- como a fácil vista pudiese parecer.
El propio artista, reafirmando exactamente el carácter transgresor de estas pinturas, afirmaría: «Mis trabajos de entonces participaban de alguna manera de la llamada “revolución sexual”, tenían un propósito de pelea, de autoafirmación en frente de un sistema represivo». Coincidiendo con el embarazo de su mujer, en 1975, enriqueció su repertorio iconográfico con un reciente elemento, la vaca, con el que deseaba simbolizar la fertilidad y la maternidad.
Exploración de nuevos caminos
A partir de los años ochenta, las causas autobiográficos van a ir desplazando pausadamente a los precedentes. Así, la soledad del hombre moderno, la figura del viajero errabundo o la relación del artista con su obra, va a quedar plasmada en el cuadro por medio de esos inquietantes individuos -álter ego del propio artista-, vestidos con sombrero y siempre y en todo momento de espaldas al espectador. Estas figuras ensimismadas y de mirada ausente serían, según su creador, una representación existencial del hombre que «como personaje principal solitario de un periplo metafórico, bucea en los espacios de lo íntimo alén de la localidad vacía».
En 1984 efectuó sus primeras estatuas en bronce, que lograron verse expuestas por año siguiente en la feria de arte contemporáneo Arco. Sin dejar jamás la pintura, la estatua va a ir ocupando, más que nada desde la década siguiente, un papel poco a poco más importante en su actividad. En estas piezas, Úrculo, que siempre y en todo momento se definió como «un pintor que hace estatuas», reproducirá en bronce derretido ciertas imágenes mucho más importantes de su repertorio: sillas vacías, maletas, paraguas, sombreros, etcétera.
Con todo, sus estatuas mucho más conocidas van a ser aquellas que se emplazaron en sitios públicos, como: El viajero (1991), en la estación de Atocha de Madrid; Homenaje a Santiago Roldán (1993), en los jardines de la Villa Olímpica de Barcelona; El regreso de Williams B. Arrensberg (1993), en Oviedo, o Exaltación de la manzana (1996), en el parque Ballina de Villaviciosa.
En los últimos años, y fruto de la admiración que sentía por las estampas niponas, nació una sucesión de proyectos de temática oriental que tenían como personaje principal la figura de la geisha. A diferencia de temporadas pasadas, no representará a la mujer oriental desviste, sino más bien vestida con el clásico kimono. Esta indumentaria, en cierta forma, va a ser un motivo en el que proyectará geométricos y rítmicos juegos compositivos.
El 31 de marzo del 2003, en el momento en que en compañía de su mujer, Victoria Hidalgo, asistía a un almuerzo en la Residencia de Estudiantes de Madrid, murió de repente gracias a un ataque cardiaco. Hasta ese instante, el artista se encontraba lleno de vitalidad y de proyectos; tan solo tres semanas antes había asistido en Pekín a la inauguración de una exposición antológica de su obra y para julio tenía sosprechada su primera exhibe en Nueva York, en la Galería Galander O’Reilly, emprendimiento que llevarían adelante su viuda y el hijo del pintor, Yoann, nacido de su primer matrimonio con la francesa Annie Chanvallon.
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Evidentemente conocer profundamente a Eduardo Úrculo es algo que está reservado a muy pocas personas, y que pretender recomponer quién fue y cómo fue la vida de Eduardo Úrculo es una suerte de puzzleque con toda probabilidad logremos reconstruir si colaboramos juntos.
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Eduardo Úrculo, que tuvo su relevancia en un momento concreto de la historia, es indispensable intentar mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
Sin titubeos, contacta con nosotros para contarnos qué conoces sobre Eduardo Úrculo. Estaremos ilusionados de perfilar esta biografía con más información.