Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Eduardo de la Barra es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Eduardo de la Barra es conocer más sobre un periodo concreto de la historia de la humanidad.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que tuvo Eduardo de la Barra en la historia. Cómo vivió y lo que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Eduardo de la Barra, sino que tal vez legó una huella mucho más vasta de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Eduardo de la Barra en persona.Eduardo de la Barra fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Vida y Biografía de Eduardo de la Barra
(Eduardo de la Barra Lastarria; Santiago, 1839 - Valparaíso, 1900) Escritor, filólogo, crítico literario y periodista chileno. Destacada figura del romanticismo en su país, su poesía, como la de Guillermo Blest Gana y José Antonio Soffia, se anota absolutamente en el movimiento romántico.
Estudió en el Colegio Inglés de Valparaíso y en el Instituto Nacional de Santiago, graduándose como ingeniero agrimensor. Entre 1864 y 1872 fue jefe administrativo en el Ministerio de Hacienda, dedicándose después a la docencia en literatura con una cátedra en el Instituto Nacional en 1876. Después fue consecutivamente rector del Liceo de Valparaíso y solicitado de Negocios en Montevideo. Debido a la Revolución de 1891 se vio obligado a emigrar a Argentina, volviendo a Chile en 1895.
Mediante su obra se advierte que Eduardo de la Barra vivió de lleno el ideal romántico: amor, naturaleza, hielo, fuego, pasión, desengaños, triunfo y fracaso. Se sostuvo leal al romanticismo, si bien ahora en su madurez asistió a la llegada del modernismo. De hecho, quizás el interés primordial de la personalidad literaria de Eduardo de la Barra estribe en su relación con Rubén Darío, amistad protectora que lo llevó a acompañarlo en sus inquietudes, a asistirlo en ciertos trabajos y a prologar su libro Azul (Valparaíso, 1888) con una investigación crítico y erudito de determinada extensión. El nombre de este erudito y pedagogo chileno, hombre de intranquilidades críticas y también ideas filológicas que rayan en ocasiones en lo pintoresco, va relacionado íntimamente a las primeras inquietudes del modernismo.
En 1859, en el momento en que contaba veinte años de edad, Eduardo de la Barra ganó el certamen poético convocado por el Círculo de Amigos de las Letras. En 1866 publicó sus poemas en un volumen: Poesías líricas. Hasta entonces sus versos habían ido mostrándose en distintas gacetas y diarios. Su carrera literaria fue triunfadora; en 1875 consiguió primeros premios en sendos certámenes citados por la Academia de Bellas Letras. En su confirmación como poeta de calidad influyó bastante el acompañamiento de su tío y suegro, José Victorino Lastarria.
En 1889 publicó Poesías y en 1890 Rimas chilenas. La relación de sus libros y folletos poéticos requeriría un largo catálogo. Sus poemas se identifican por el precaución de la métrica, materia donde llegó a ser el más destacable especialista hispanoamericano de su tiempo, publicando ciertos trabajos como Estudios sobre la versificación castellana (1889), Nuevos estudios sobre versificación castellana (1889), y Estudios sobre rítmica actualizada (1898). Tradujo también a autores como Sully Prudhomme y Edgar Allan Poe.
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