Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que tuvo Édouard Manet en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que trataron a Édouard Manet, sino que tal vez dejó una huella mucho más insondable de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Édouard Manet personalmente.Édouard Manet fue una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Édouard Manet, cautivan nuestro interés, tienen que servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Édouard Manet, el motivo por qué Édouard Manet vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(París, 1832 - id., 1883) Pintor y grabador francés. Hijo de un considerable funcionario del ministerio de Justicia, Édouard Manet fue un mediocre estudiante entusiasmado únicamente en el dibujo. Ante la resistencia paterna a que iniciara una carrera artística, trató inútilmente de entrar en la Escuela Naval hasta el momento en que, tras un segundo intento fallido, su familia accedió a regañadientes a financiar sus estudios artísticos, que inició en 1850 en el taller del pintor tradicional Thomas Couture.
Tras seis años de estudio, Édouard Manet se estableció en una investigación propio. En esos primeros tiempos entabló relación con artistas y escritores como Henri Fantin-Latour, Edgar Degas y Charles Baudelaire. A principios de 1860 comenzaron a ser reconocidas ciertas de sus proyectos, que merecieron, por ejemplo, la cálida acogida del crítico y escritor Théophile Gautier.
En 1863, el Salón de Otoño le rechazó un cuadro que iba a ser trascendental para la posterior evolución de la pintura: Almuerzo sobre la yerba, que fue doblemente criticado, tanto por su temática -exhibe a una mujer desviste flanqueada por 2 jóvenes vestidos de manera moderna- como por la técnica usada, revolucionaria lo mismo en el régimen de la visión que en el de la representación del ambiente natural, bañado en una luz fuerte y contrastada.
Ese año Édouard Manet contrajo matrimonio con la de holanda Suzanne Leenhoff, con quien había tenido un hijo ilícito antes. En 1865 volvió a escandalizar con la obra Olympia, donde repitió el tema del desvisto femenino y aumentó aún mucho más la intensidad de la luz ambiental, mientras que diluía el contorno de figuras y elementos hasta conseguir imágenes prácticamente bidimensionales. Denegada su inclusión en la exhibición pictórica que se efectuó con ocasión de la Exposición Universal de 1867, improvisó una exposición callejera de múltiples de sus proyectos mucho más recientes que fue recibida con indiferencia.
En 1868, el joven novelista Émile Zola escribió una laudatoria recensión de su trabajo donde identificaba a Manet con la figura romántica del artista incomprendido. Tras un corto transcurso causado por la guerra franco-prusiana de 1870-1871, donde Manet combatió como oficial de la Guardia Nacional, el marchante Paul Durand-Ruel adquirió un número notable de proyectos del fondo del artista. Mantuvo buenas relaciones con los jóvenes impresionistas, muy de forma especial con Claude Monet, si bien siempre y en todo momento se resistió a formar parte en las exposiciones independientes organizadas por estos; prefería prestar sus proyectos al Salón y exponerlas en su estudio si eran rechazadas.
En su producción de finales de la década de 1870 acentuó el naturalismo de su temática, para dar el importancia de sus pinturas a putas y coquettes sorprendidas tomando o seduciendo a sus jóvenes amantes, y al régimen expansivo de la luz. Por último, Manet abandonó su técnica clásico, el óleo, para pasar al pastel. Paralelamente, su salud experimentó un creciente deterioro gracias a una patología de origen infeccioso producido en su pierna izquierda.
A pesar de esto, en 1882 participó en una esencial exhibición de arte francés efectuada en Londres, para cuya ocasión presentó Bar del Folies-Bergère, la última de sus enormes creaciones. Al año siguiente se le declaró la gangrena en la pierna enferma y debió ser amputada, operación de la que no ha podido volver como estaba y que le conllevaría la desaparición poco después. La exhibición póstuma de sus proyectos, conmemorada en el primer mes del año de 1884, marcó el nacimiento de un creciente reconocimiento de su talla como artista, al que la historia ha concedido el apelativo de padre del impresionismo.
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