Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Dylan Thomas, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa básica para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Dylan Thomas, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Dylan Thomas, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Dylan Thomas influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Dylan Thomas.
Las biografías y las vidas de personas que, como Dylan Thomas, atraen nuestro interés, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Dylan Thomas, porqué Dylan Thomas vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.
Vida y Biografía de Dylan Thomas
(Swansea, Reino Unido, 1914 - Nueva York, 1953) Poeta galés en lengua inglesa, indudablemente entre los versistas británicos de la primera mitad del siglo XX con mayor renombre y resonancia en todo el mundo, merced a la profunda singularidad de su poesía y al humor de sus cuentos y piezas teatrales. Durante un tiempo trabajó como periodista para el South Wales Evening Post y, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, como escritor de guiones para la BBC. Se dio a saber como poeta con Dieciocho poemas (1934), al que prosiguieron los volúmenes Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939), con los que se afianzó como máximo gerente del movimiento poético Nuevo Apocalipsis, que practicaba un género de poesía de evocación, de tono metafísico y con determinado fondo romántico, en el que Thomas adoptaba el papel de poeta-profeta. Alcanzó su plenitud poética con el volumen Defunciones y nacimientos (1946). Autor de un volumen autobiográfico en el que protege sus concepciones estéticas, Retrato del artista cachorro (1904), escribió además de esto distintos guiones radiofónicos y cinematográficos.
Dylan Thomas completó su educación básica en una Grammar School de su Gales natal, escuela donde su padre ejercitaba la docencia, y conoció ahora a lo largo de su niñez la vigorosa atracción de la poesía. Poeta principalmente precoz, a los 12 años sorprendía a familiares y amigos con sus creaciones, de fuerte singularidad. Cuando terminó sus estudios de enseñanza media viajó a Londres, y un año después aparecía su primer libro, Dieciocho poemas (1934), anunciado tras ganar un premio ordenado por la gaceta Sunday Referee. Tenía diecinueve años en el momento en que se publicó, y también incluía trece poemas escritos entre 1933 y 1934 y otros cinco compuestos de mayo a octubre de 1934. Se negó a efectuar estudios universitarios y prefirió una capacitación autodidacta
Al este premiado y poco publicado libro le prosiguieron Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939). En 1936 contrajo matrimonio con una humilde chavala irlandesa, Caitlin Macnamara, con quien tendría 2 hijos y una hija, y se estableció en Laugahrne, en una vivienda ubicada en oposición al mar. Su nombre apareció cada vez con una mayor frecuencia en las antologías poéticas contemporáneas, y fue medrando en la admiración de críticos y versistas. Sin embargo, como tiende a suceder (y algo asimismo por el carácter tumultuoso del escritor, auténtico y también inaceptable bohemio y bebedor empedernido), su coyuntura económica resultó siempre y en todo momento bien difícil; de esta manera lo revelan las cartas de Thomas que conocemos, en las que se muestran de forma continua deseosas necesidades de préstamos y auxilios de todo género.
Por esa temporada escribió los contenidos escritos lírico-narrativos del Retrato de un artista cachorro (1940), una compilación de diez cuentos, en parte importante autobiográficos, que describen el planeta provinciano en que se desarrollan y recuerdan en imágenes con transparencia, si bien fragmentarias, las primeras vivencias infantiles del poeta, desde los días de los juegos y de la fantástica despreocupación hasta el día de hoy en que, todavía joven, entró como notero en el diario de la región. También es de esos años su poemario mucho más hermoso y popular, Defunciones y nacimientos (1946), que incluye las creaciones mucho más representativas de su madurez. Los temas dominantes de este volumen son la añoranza de la edad feliz, de los aprecios fáciles y familiares, evocada con acentos elegíacos, y la conciencia dolorosa de los años de guerra.
Su personal voz y el poderoso arrastre de su sonoridad hicieron reconocidas sus lecturas públicas y sus grabaciones para la BBC, con lo que efectuó 4 giras por Estados Unidos para leer su poesía en institutos y universidades. Durante el cuarto de sus viajes, en 1953, padeció un coma etílico tras una intensa y prolongada depresión y murió en un hospital de Nueva York a los 39 años. Aunque la turbulenta etapa final de su historia quizás haya contribuido a valorarlo de forma particular, nadie cuestiona sobre su relevancia como poeta ni sobre sus altas talentos oratorias.
Sus Collected Poems (Poemas terminados) vieron la luz en 1952 y entienden su producción poética hasta dicho año, mucho más siete poemas nuevos. Thomas escribió asimismo el guion cinematográfico de The Doctor and the Devils (1953), la comedia radiofónica Under Milk Wood (Bajo el bosque lácteo, 1954, premiada con el premio Italia este año), la novela incompleta Adventures in the Skin-Trade (1955, póstuma), y 2 volúmenes de ensayos, diálogos radiofónicas y narraciones tituladas respectivamente Quite Early One Morning (1954) y A Prospect of the Sea (1955, póstumo).
Dylan Thomas forma parte a una generación de versistas que apuntaron sus inquietudes antes de la Segunda Guerra Mundial, pero que tras ella cobró madurez. Con Henry Treece, Anne Ridler, David Gascoyne y otros, Thomas participó (si bien con mucha independencia) en el movimiento poético llamado "Nuevo Apocalipsis", conjunto que reaccionó contra la generación previo, la que se realizó conocida cerca de 1930 y que se conoce como la generación de Oxford: a ella pertenecieron W. H. Auden, Day-Lewis, MacNeice y Spender. Frente a esta generación, que prefería el realismo, el tema popular y la sátira política, y que derivaba, si bien con reservas, de la actitud desolada y crítica de Tierra baldía de Eliot, la de Dylan Thomas valoriza el poder constructor de la imaginación y la enorme función alumbradora que el planeta diario y el mítico, mezclados, tienen para la poesía.
Thomas depura su lírica de todo cuanto, según su teoría poética, sea bastardo: prosaísmos, evocación no transfigurada de la verdad, lenguaje informal y todo cuanto sea sórdido y desquiciado y no conserve un hálito elemental de lirismo puro, romantizante. Si en ocasiones el desgarro y la vulgaridad de todo el mundo moderno se muestran en sus versos es de una forma indirecta, simbólica, antieliotiana, para justificar que no es un esteta y que vive los inconvenientes de su tiempo. En la poesía de Dylan Thomas la fusión de su ardor escencial y de su verbo constructor y prácticamente fantástico levantan un planeta alucinante: es el sendero iluminado de William Blake, Arthur Rimbaud y otros soñadores. La claridad meridiana, no obstante, no es su regla; con razón se le ha calificado de obscuro y se le ha adscrito a la línea poética que va desde Vaughan a Hopkins y W. B. Yeats.
Como para bastantes artistas, el surrealismo supuso para él una liberación sensorial y expresiva, más allá de que la tremenda fuerza imaginativa y el sentido de la musicalidad y el ritmo ahora le eran propios. El planeta de Dylan Thomas está cercano a un cierto surrealismo, pero mucho más con pasión y humano, menos onírico y sin la carga de elementos impuros que contribuye el inconsciente. En su planeta la vida y la desaparición son los extremos de un mismo arco, el contrapunto eficiente que desplaza su energía autora. Para el poeta la sola vida ya es algo increíble, una sorpresa renovada cada minuto, y canta sus disfrutes y sus pesares como algo inseparable, como un don glorioso que hay que agradecer al Creador que nos lo ofrece. El secreto ontológico, la pasión por el hombre, los sueños prenatales, la niñez paradisiaca, son temas que Thomas evoca con magia de bardo. El sentido alusivo o enigmático de ciertas de sus metáforas, imágenes o estrofas lo emparenta con la Biblia y con Joyce.
Su verbo es tan prístino, tan virginal, que semeja llegar de forma directa de las fuentes no enturbiadas del lenguaje. Cada verso es una aventura, la lógica poética deja que todo sea una continua sorpresa. El lector intuye que el poema se ha concebido sin un esquema previo; el impulso constructor lo puso en marcha como un fuego que avanza con sus alas. Por eso no hay en sus poemas zonas medias o grises, de reposo, o poco inspiradas. El meollo de su planeta son las imágenes que se suceden, se contrarían, se interfieren y se destrozan. Poeta de inspiración genuina y constructor de imágenes robustas y repletas de color, en su intento designado a lograr, a través del caos, una expresión espontánea y total de los elementos humanos conscientes y también inconscientes, supo mover sus primordiales obsesiones a sus versos y logró dotarlos de resonancias mágicas y de enorme aliento.
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