Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Duque de Saint-Simon es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Duque de Saint-Simon es conocer más sobre una época concreta de la historia del género humano.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Duque de Saint-Simon, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo esencial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Duque de Saint-Simon, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Duque de Saint-Simon, gentes a quienes de de una u otra forma Duque de Saint-Simon influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Duque de Saint-Simon.
(Louis de Rouvroy, duque de Saint-Simon; París, 1675-1755) Político, memorialista y también historiador francés del siglo XVIII, de inusual agudeza sicológica y extraña independencia de pluma. Tras formar parte en distintas acciones militares, en 1702 abandonó el ejército, no habiendo sido recibido en una promoción de brigadieres, tras lo que se integró en la vida de la corte. En el lote político, se mostró opuesto a la autocracia de Luis XIV y abogó por un mayor peso y poder de la nobleza en la alta política, lo que le impidió desempeñar cargos de importancia. Llevó a cabo ciertas metas diplomáticas, en calidad de embajador, hasta el momento en que, tras la desaparición del regente, decidió retirarse de la vida pública y dedicar su tiempo al estudio y a la redacción de ensayos históricos sobre la Iglesia y la alta nobleza, y, más que nada, a su obra capital, sus Memorias (1739-1752), que había soñado redactar desde joven, y en las que se expone como un certero espectador de su tiempo, con enorme talento en la recreación de entornos, si bien con tintes parciales en el juicio de hechos y individuos.
Descendía de una vieja familia de caballeros; era hijo único de un hombre riquísimo de 68 años, nombrado duque y par por Luis XIII de Francia, y de una madre de menos de 30, correspondiente a una familia de ministros. Emparentado con las familias mucho más capaces y reputadas de la temporada, el recién nacido fue sostenido en la fuente bautismal por Luis XIV y la reina María Teresa de Austria, en Versalles.
Compañero de juegos y de estudio del duque de Chartres, sobrino del rey, fue educado en una atmósfera estricta y un tanto triste. Recibió una educación sólida, singularmente en historia, filosofía y teología, y conoció la lengua alemana perfectamente. En 1690 logró sus ejercicios de esgrima y de danza en una academia de equitación, antes de ingresar en los mosqueteros por año siguiente. Su carrera militar tuvo poco brillo y se retiró de ella en 1702.
Entre 1700 y 1715, su historia fue la de un cortesano que intrigaba de manera muy activa para elaborar la sucesión del Rey Sol, cuya autocracia le indignaba. La muerte del duque de Borgoña, donde vio un signo de la cólera divina contra el absolutismo de Luis XIV, le causó un profundo abatimiento y le inspiró una candente Lettre anonyme au Roi (1712). A la desaparición del rey, entró al fin en el Consejo de Regencia. Pero Felipe II de Orleans se mostró menos dócil de lo que aguardaba y de a poco fue reduciendo su predominación en la Corte hasta el momento en que se distanció finalmente de ella y se retiró a sus tierras, en La Ferté-Vidame.
A partir de entonces se dedicó completamente al estudio. Se le había confiado el Diario de la Corte de Francia del marqués de Dangeau, memorial de todo cuanto había ocurrido en la Corte entre 1684 y 1720, y Saint-Simon logró sumes al mismo a lo largo de diez años, las que formaron la materia prima de las futuras Memorias. En 1739 se volcó en la redacción de sus Memorias, que cubrían los años de 1691 a 1723. Esos once años (1739 a 1750) le dejaron crear su versión del fin del "siglo de Luis XIV" y de la Regencia, defendiendo una concepción rigurosamente jerárquica de la sociedad. En 1746 redactó su último artículo esencial, el Parallèle des trois premiers Bourbons, panegírico de Luis XIII, anunciado como un rey mucho más grande que su padre Enrique IV y que su hijo Luis XIV. El final de la presencia de Saint-Simon fue sombrío: cubierto de deudas, había perdido a su querida mujer en 1743, y en 1746 y 1754 murieron sus 2 hijos.
Las Memorias de Saint-Simon
Escritas con la clara intención de ofrecer un cuadro terminado de la vida y de la política de la Corte de Versalles, y fundamentadas en el testimonio directo del propio Saint-Simom, las Memorias sobre el reinado de Luis XIV y la Regencia engloban un espacio de tiempo de sobra de 30 años (de 1691 a 1723), con lo que llega a tratar aun de la "Regencia" de Felipe II de Orléans, con usuales digresiones que ilustran la temporada previo al 1691; no obstante, el mayor interés del relato reside en los últimos quinquenios del reinado del Rey Sol, con lo que el libro fue que se titula por ciertos editores Memorias de la Corte de Luis XIV. Valiéndose del material recogido desde su primera juventud, Saint-Simon se dedicó primero, desde 1723, a crear escritos distintos de historia y política; hacia 1730 comenzó a anotar el Diario de la Corte de Francia de Dangeau, que le sirvió después de guía en la composición de las Memorias, en las que confluyó todo el material de sus estudios precedentes.
Desde la perspectiva de la precisión histórica, la obra es de valor bastante dispar y todo lo opuesto de ecuánime. Saint-Simon es enemigo proclamado de Luis XIV y de su reinado ("ce long règne de vile bourgeoisie"); el absolutismo, la centralización del gobierno y la nivelación política de las clases sociales frente a la autoridad regia le semejan la ruina de Francia. La única solución viable es para él un retorno al régimen feudal, en el que los duques y pares de Francia (esto es, los nobles de su rango) recobren toda la autoridad clásico. La innata honradez de su alma y la honestidad de su fe religiosa se usa para hacerle condescendiente por lo menos en este campo (en verdad, reprobó la Revocación del Edicto de Nantes); pero para todo lo demás es un ciego y ajustado "laudator temporis acti", presto a criticar sin discernimiento cualquier novedad, y defensor absurdamente puntilloso y formalista de todas y cada una de las prerrogativas y los permisos habituales de la nobleza.
Su apasionamiento le induce a elaborar una proporción de juicios políticos de increíble ingenuidad y a modificar aun, en algún momento de buena fe, la realidad de los hechos. Por otra sección, su espíritu novelesco, preocupado siempre y en todo momento en escudriñar tras los bastidores de la escena histórica, presto a opinar el menor chisme relacionado la mayoria de las veces a los testimonios orales, lo transporta a admitir como verdad una proporción de novedades y de comentarios que la historia ha reconocido como inmotivados.
No obstante, su obra es de capital relevancia para la narración de las prácticas, y es un monumento literario de los mucho más magníficos y propios de la literatura francesa; este insuperable y malévolo testimonio, este hombre de cabeza angosta y lleno de prejuicios, es, por naturaleza, un sicólogo de fantástica hondura y seguridad, con la capacidad de expresarse en la manera mucho más precisa, atractiva y excelente que haya alcanzado jamás la prosa del "siglo de oro". Su obstinación en buscar siempre y en todo momento la realidad sobre las apariencias le sirve aquí admirablemente; no sabe apreciar el auténtico alcance de los hechos, no tiene sentido político, pero siente intensamente el drama de la vida del sujeto con relación a su conjunto popular; capta la realidad de las ánimas, vislumbra el misterio mecanismo de los sentimientos y de las pasiones, revela con acertada intuición el avance de las ambiciones, del amor propio, de los profundos aprecios y de las tenaces vanidades que rigen las acciones de sus individuos.
Sus treinta volúmenes son, ya que, una enorme galería de inmejorables "retratos", sin que por otro lado se le escape el sentido de las masas ni la fisonomía de los conjuntos. La vida de la Corte de Versalles revive en sus páginas como en un desmedido fresco con estilo personalísimo, donde la expresión rebuscada alterna con la oración trivial, el vocablo selecto con las expresiones mucho más salvajemente vulgares, y las leyes de la sintaxis quedan infringidas por el vehemente vigor de su con pasión temperamento. Saint-Simon pone un enorme refinamiento psicológico al servicio de sus inigualables características de escritor nato. La obra continuó nueva a lo largo de todo el siglo XVIII (temporada típicamente cerebral, donde Saint-Simon hacía un papel de superviviente); los pocos que la conocieron manuscrita (Duclos, Mme. du Deffand) la consideraron carente de interés literario. Publicada en 1830, fue, en cambio, con mucha pasión leída y exaltada por la primera generación de los románticos.
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