Donald Woods Winnicott

La historia de las civilizaciones la narran aquellos hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela civilización, de una forma u otra,avance.

Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Donald Woods Winnicott es una de esas personas cuya vida, realmente, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Donald Woods Winnicott es comprender más acerca de una época concreta de la historia de la humanidad.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la trascendencia que tuvo Donald Woods Winnicott en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo mientras estuvo en la tierra fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Donald Woods Winnicott, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Donald Woods Winnicott en persona.Donald Woods Winnicott ha sido una persona que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Donald Woods Winnicott, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo sustancial para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de Donald Woods Winnicott, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Donald Woods Winnicott, personas a quienes de de una forma u otra Donald Woods Winnicott influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Donald Woods Winnicott.

Vida y Biografía de Donald Woods Winnicott

(Plymouth, 1896 - Londres, 1971) Pediatra y psicoanalista británico. Estudió en la Universidad de Cambridge y, tras ejercer la pediatría a lo largo de mucho más de 40 años, se especializó en psicoanálisis infantil. Centró sus estudios en la relación madre-lactante, considerada como una unidad indisoluble, y enunció la teoría del «objeto transicional». Entre sus proyectos resaltan El niño y el planeta de afuera (1957), Escritos de pediatría y psicoanálisis (1958) y La solicitud terapéutica y el niño (1971).

Winnicott dio del avance infantil una visión que integra los procesos de transformación biológica con la elaboración sicológica que el niño hace de exactamente los mismos, desarrollo para el que acuñó el término self (en inglés "sí mismo"). A pesar de que no era un psicoanalista de pequeños, su contribución en este campo fué fundamental y perdurable. Durante cierto tiempo fue acólito de Melanie Klein, de la que se alejó sutilmente en el instante de la disputa entre esta y Anna Freud, hija del constructor del psicoanálisis, Sigmund Freud. Pensador solitario, no sistemático, con intuiciones espectaculares, fue claramente influido por su actividad como médico.

Para Winnicott no existe "un lactante", sino más bien "un lactante con alguien": de esto se deduce que el desarrollo psicológico del sujeto es dependiente de la oportunidad de tener en un inicio predisposición un "ámbito facilitador", esto es, "cuidados maternos bastante buenos" que permitan el avance de las potencialidades innatas. Si ese acompañamiento es deficitario o inexistente, el niño está expuesto a traumas a los que no logra realizar frente ("primitivas angustias fatales" o "angustias inconcebibles"), prólogo de la evolución sicológica, o crea defensas mucho más evolucionadas, a las que el creador llama "falso Yo". En estas situaciones, la cabeza del niño puede asumir una parte de las funcionalidades maternas, esto es, el pensamiento se transforma en un sustituto de los cuidados maternos: "el niño se hace a sí mismo de madre por medio del comprensión, de comprender bastante". La consecuencia es una grave escisión entre el "falso Yo" y el "verdadero Yo" psicosomático, "escondido y quizás perdido".

Donald Winnicott estudió el avance del sujeto centrando su atención en el paso del niño del estado de dependencia absoluta al de una dependencia relativa donde admite la presencia del "no-Yo". Esta operación primordial se enfoca en la aptitud del niño para utilizar el "objeto transicional", constituido por un juguete, la esquina de una cubierta o cualquier otra cosa, cuya posesión forma una actividad antidepresiva. La angustia socia al hallazgo del "no-Yo" vendría mitigada y desarrollada por el objeto transicional, el que formaría la región de la ilusión: no es "Yo" ni "no-Yo", y representa el sitio de paso de la fusión con el ámbito a la separación de este.

El médico británico estableció una conexión entre el buen empleo del objeto transicional y el avance del juego, de la imaginación; por contra, un mal empleo puede conducir al fetichismo, a la patraña, a la drogodependencia o a los rituales obsesivos. Otros puntos de sus teorías recuerdan conceptos propios del pensamiento kleiniano. "La actividad popular -redacta- no puede ser exitosa salvo que se base en un sentimiento de culpa personal en relación a la agresión". Los trabajos mucho más estrictamente clínicos del creador son congruentes con el avance de su pensamiento, centrándose en la función de "contención" ("holding") del analista y de su marco ("setting"), en la utilización de la regresión y en la aptitud del analista de estudiar de su tolerante.

Entre sus proyectos mucho más conocidas están Trastornos de la niñez (1931), El niño y el planeta de afuera (1957), El niño y la familia (1957), Escritos de pediatría y psicoanálisis (1958), La familia y el avance individual (1965), Los procesos de maduración y el ámbito facilitador (1965) y La solicitud terapéutica y el niño (1971). En Realidad y juego (1971) recogió una sucesión de ensayos que repiten y desarrollan la teoría ahora expuesta en 1951 (en un producto asimismo incluido en la compilación y que se titula "Elementos de transición y fenómenos de transición"), según la que la mayor parte de los pequeños experimenta una etapa de apego afectivo a un elemento inanimado (exterior a su cuerpo y distinto del cuerpo materno) vivido como un genuino "compañero" animado. Estos elementos (mantas, almohadas, osos de peluche y otros similares), por ser blandos, suaves y cálidos, son substitutos del pecho materno y forman las primeras características "no yo" del niño (puesto que el pecho es una propiedad que el niño pequeño no distingue de sí).

Por consiguiente, este objeto-reemplazante "de transición" forma parte a un espacio intermedio ubicado entre la verdad psíquica interior, mágica (cuyo prototipo es la relación "mágica" con el pecho materno) y la verdad externa, constituida por elementos compartidos con otros sujetos. El objeto de transición es el prototipo de toda una sucesión de fenómenos imprescindibles para la estabilidad psíquico aun en la vida adulta. Son "fenómenos de transición" de la vida y la civilización adultas todas y cada una aquellas "ilusiones" que no entran de forma directa en enfrentamiento con la verdad: el arte, las ideologías, el juego, los sentimientos religiosos, el soñar lúcidos, el fetichismo de lo perverso, hurtar, las toxicomanías y los talismanes de los rituales obsesivos. Todos ellos son el resultado del desarrollo de desilusión que comienza en la niñez en el momento en que el niño se ve obligado a realizar su "infortunio", al no poder ahora opinar en la omnipotencia de la madre.

En el ensayo siguiente de Realidad y juego (1971), que se titula "Soñar, fantasear y vivir", Winnicott una parte de un caso clínico para ilustrar la profunda diferencia que existe, según su forma de ver las cosas, entre el soñar y el vacío fantasear, en que el sujeto está psicológicamente disociado y es inútil de desarrollar una relación creativa con la verdad. En otros ensayos de este libro, el creador realiza una genuina teoría del "juego" y de la "imaginación", no considerados como fugas de la verdad, sino más bien como una época evolutiva hacia el abandono de la imaginaria omnipotencia del sujeto y como una iniciación a la verdad exterior, que solo puede percibirse como espacio de "inter-juego" entre diferentes sujetos. Este espacio de juego potencial, que se lleva a cabo primero entre el niño y la madre y después entre el sujeto y la sociedad y entre el sujeto y el planeta, está relacionado con todas y cada una aquellas vivencias que inducen al sujeto a alimentar sentimientos de seguridad.

A consecuencia de este criterio teorético, que pone en primer chato los fenómenos de transición del juego, la imaginación y la ideología, la técnica psicoterápica de Winnicott se apoya en una actitud "permisiva", siendo índice de esta permisividad su inclinación a confiar en la idea terapéutica de los progenitores (guiados por el psicoterapeuta) mucho más que en la intervención directa del médico a propósito del niño perturbado; de esta forma lo señala su "respeto" por el síntoma, que es tolerado, en vez de "curado" inmediatamente o impedido.

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