Dinastía Seléucida

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Vida y Biografía de Dinastía Seléucida

Familia reinante del 312 al 64 a. C. en el mucho más riguroso de los imperios helenísticos, que llegó a cubrir desde Capadocia hasta la India, introduciendo Mesopotamia, Persia, Siria, Palestina, Armenia y Asia central. Seleuco I Nicátor (312-281 a. C.), su principal creador, fue entre los en general de Alejandro Magno que se repartieron su herencia. Era el gobernador heleno de Babilonia en el momento en que reventó la Guerra de los Diádocos entre los herederos de Alejandro (315-301); luchó en coalición con Ptolomeo, Casandro y Lisímaco contra las ambiciones de Antígono de recomponer la unidad. Fue expulsado de Babilonia por Antígono; pero entonces la recobró (312), afianzó el control sobre Mesopotamia y Persia y se proclamó rey (306).

Luego efectuó campañas que extendieron su territorio y creó una exclusiva capital en el centro de Mesopotamia, llamada Seleucia. Pero no creó un reino unificado, sino se limitó a aglutinar un grupo de principados semiindependientes en los que respetó las construcciones establecidas por los persas sin más ni más que superponerles gobernantes helenos nombrados por él (los estrategas). Su poder en las zonas periféricas era poco mucho más que simbólico.

A la India renunció completamente, cediéndosela al rey Chandragupta en lugar de la distribución de 500 elefantes, que le sirvieron para vencer finalmente a Antígono en la guerra de Ipso (301). Luego venció a Lisímaco y se anexionó su reino en Tracia, acariciando el sueño de reunificar la herencia de Alejandro. Pero murió ejecutado por un príncipe egipcio.

Le sucedieron su hijo Antíoco I Soter (281-261), su nieto Antíoco II Theos (261-246), su bisnieto Seleuco II Callinicos (246-225) y sus tataranietos Seleuco III Soter (225-223) y Antíoco III, el Grande (223-187 a. C.). Éste fue el rey más esencial de la dinastía. Reestructuró la administración provincial, impuso el culto al emperador y aseguró la coalición con los países vecinos a través de links maritales de sus hijas. Volvió a prolongar los dominios seléucidas en Siria y la India; pero no ha podido evitar el ascenso del poder de Roma, que le derrotó en la guerra de Magnesia (190).

Perdió de este modo sus territorios de Asia Menor y empezó un desarrollo de descomposición del imperio fundado por Seleuco. Murió ejecutado y le sucedieron sus hijos Seleuco IV (187-175) -asimismo ejecutado- y Antíoco IV Epifanes (175-164 a. C.). Éste probó por última vez la fuerza del imperio seléucida, invadiendo y ocupando Egipto (169); pero su sumisión a la hegemonía de Roma quedó asimismo probada en el momento en que ésta le demandó el restablecimiento del statu quo previo. Antíoco se esmeró por impulsar la helenización cultural del imperio; aun procuró remover el judaísmo, ocasionando la Guerra de los Macabeos (166-164).

Perdidas Palestina y una parte de Siria, la caída del reino se aceleró bajo sus sucesores: Antíoco V (164-162), Demetrio I Soter (162-150), Demetrio II Nicátor (145-139) y Antíoco VII Sidetes (139-129). Luego, las invasiones de los partos dejaron el reino achicado a Siria, donde rigieron los últimos seléucidas hasta el momento en que Pompeyo la transformó en provincia romana en el 64 a. C.

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