Dinastía Capeto

Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Dinastía Capeto es uno de esos sujetos cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Dinastía Capeto es conocer más acerca de etapa determinada de la historia del género humano.

Vida y Biografía de Dinastía Capeto

Casa reinante en Francia entre los años 987 y 1328, de la que descienden del mismo modo los reyes siguientes, de las viviendas de Valois y de Borbón. Esta familia germánica, probablemente de origen sajón, hace aparición en Francia desde el siglo IX, con Roberto, el Fuerte (? - 866), que encabezó la defensa del centro de Francia contra los normandos (asimismo se conoce a los Capeto como Robertianos). Dos hijos suyos fueron reyes de Francia tras la desintegración del Imperio Carolingio: Odón I (Eudes o Eudo) (888-93) y Roberto I (922-23); y asimismo lo fue el yerno de este último, Raúl de Borgoña (923-36).

Después, no obstante, volvió a reinar la dinastía Carolingia, hasta el momento en que accedió al Trono el nieto de Roberto I, Hugo Capeto (987-96), que da nombre a la dinastía. Aunque el principio teorético de decisión del rey se sostuvo, los Capeto instituyeron la sucesión hereditaria, donde se vieron favorecidos por la presencia de descendientes directos a lo largo de mucho más de tres siglos.

A Hugo Capeto le sucedieron su hijo Roberto II, el Piadoso (996-1031), su nieto Enrique I (1031-60) y su bisnieto Felipe I (1060-1108). Durante todo ese tiempo, no obstante, el poder de los reyes era únicamente nominal fuera de los dominios de la Corona en la región central de Francia, cerca de París, al paso que en el resto del «reino de los francos» los señores feudales disfrutaban de una independencia prácticamente total.

La afirmación del poder monárquico empezó con el hijo de Felipe I, Luis VI, el Gordo (1108-37), que sometió a los vasallos rebeldes y estableció una ventajosa coalición con el Papado. Le sucedió su hijo Luis VII, el Joven (1137-80), casado con Leonor de Aquitania; al divorciarse de esta última, perdió los ducados de Poitou, Guyena y Gascuña, que pasaron al segundo marido de Leonor, Enrique Plantagenet, entonces rey de Inglaterra (Enrique II); la superposición de derechos sobre esos territorios del suroeste de Francia sería fundamento de enfrentamientos con Inglaterra desde hace tiempo.

Le sucedió su hijo Felipe II Augusto (1180-1223). Las guerras que mantuvo contra los reyes de Inglaterra (Juan sin Tierra y Ricardo Corazón de León) le dieron los feudos que aquéllos tenían al norte del Loira, con lo que amplió de enorme manera el dominio real; tras la guerra de Bouvines (1214), una tercer parte del territorio francés era ahora dominio directo de la Corona, lo que ofrecía enormes opciones de hacer mas fuerte la autoridad monárquica.

Con su hijo Luis VIII, el León (1223-26), la monarquía pasó a ser hereditaria de derecho (ahora lo era en verdad). Su hijo Luis IX, el Santo (1226-70), puso fin a la cruzada contra los herejes albigenses por el Tratado de París (1229), propagando los dominios de la Corona hasta el Mediterráneo. También venció a Enrique III de Inglaterra, a quien logró abandonar Normandía, Maine, Anjou y Poitou, al paso que se reconocía vasallo del rey de Francia como duque de Aquitania.

Su hijo Felipe III, el Atrevido (1270-85), incorporó Navarra a Francia tras pelear por el control de aquel territorio contra Castilla y Aragón y desposar con la heredera de la Corona navarra a su hijo, Felipe IV, el Hermoso (1285-1314). Le sucedieron los breves reinados de su hijo mayor Luis X, el Testarudo (1314-16), y el hijo de este, Juan I, el Póstumo (1316); al agotarse la descendencia masculina, pasó la sucesión a los otros 2 hijos hombres de Felipe IV: Felipe V, el Largo (1316-22), y Carlos IV, el Hermoso (1322-28).

Al fallecer este último sin herederos masculinos directos, puede darse por extinguida la vivienda. Se impuso el principio de sucesión en los hombres, pasando la Corona de Francia a Felipe VI de Valois, gerente de una rama secundaria de la familia; la reclamación del Trono francés por los reyes de Inglaterra extendería el combate entre los dos reinos en la llamada «Guerra de los Cien Años» (1339-1453).

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