Diego de Torres Villarroel

La historia de la civilización está contada por aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela humanidad, de una forma u otra,prospere.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Diego de Torres Villarroel, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos valorar no sólo la existencia de Diego de Torres Villarroel, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Diego de Torres Villarroel, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Diego de Torres Villarroel influenció, y desde luego, entender y comprender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Diego de Torres Villarroel.

Las biografías y las vidas de personas que, como Diego de Torres Villarroel, cautivan nuestra atención, tienen que valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Diego de Torres Villarroel, el motivo por qué Diego de Torres Villarroel vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Diego de Torres Villarroel

(Salamanca, 1693 - id., 1770) Escritor y poeta español cuya obra desarrolló el género autobiográfico como forma novelística. Hijo de un librero, estudió gramática latina con el humanista don Juan González de Dios. Hacia los quince años consiguió en un certamen público una beca para el Colegio Trilingüe, donde continuó de 1709 a 1713, con poquísimo beneficio intelectual, y entregado mucho más bien a la satisfacción de sus instintos anárquicos. Abandonados los estudios, que hubiesen resultado escenciales para su capacitación humanística, se dedicó a lecturas de todo género, sin plan preciso alguno; hasta entonces, seguía su historia de ocio y caos.

Deseoso de independencia, escapó en 1713 a Portugal, y tras haberse hecho pasar por médico en Coimbra, actuó, consecutivamente, como bailarín, guitarrista, titiritero y militar. Desertor, ingresó en una cuadrilla de toreros, y volvió con ellos a la patria. De nuevo en el seno de la familia, se dedicó al estudio de las matemáticas y la física, siquiera todavía sin un procedimiento ordenado, y compuso pronósticos o calendarios, publicados anualmente bajo el seudónimo de "El Gran Piscator Salamanqués".

En 1715, y para gozar de los resultados positivos de una capellanía, recibió el subdiaconado. Luego trabajó como bordador en Madrid; después actuó en calidad de exorcista de espíritus y brujas, y complicó en sus enredos, entre otros muchos, a la condesa de Arcos, que le tuvo en su casa a lo largo de un par de años. Participó en concursos públicos, fue encarcelado, absuelto y nombrado vicerrector. Y, por último, consiguió en 1726 la cátedra de matemáticas de la Universidad helmántica. En 1745, a los cincuenta y un par de años, fue ordenado sacerdote. Vivió de prioridad en Salamanca y Madrid, y estuvo protegido por los duques de Alba, de quienes llegó a ser gestor, y bajo cuyo amparo continuó hasta el objetivo de sus días.

Su admiración por Francisco de Quevedo fue un hecho de enorme importancia que influyó en su obra literaria y en la visión crítica y satírica de la sociedad de su tiempo. Si bien en Ocios políticos en poesías de múltiples metros (1726) ahora dio muestras de su talento para la broma, en Sueños morales (1727 y 1728), fundamentada en los Sueños de Quevedo y subtitulada Visiones y visitas de Torres con Francisco de Quevedo, satirizó con crudeza a sus contemporáneos.

En esta obra, que ciertos piensan su creación más esencial, aceptó el importancia personal y, valiéndose de un estilo expresionista refulgente y hasta elevado en la descripción de los individuos, trascendió el mero retrato humorístico para enseñar la repugnancia que le generaban algunas prácticas y hábitos. No había en él intención de ser leal a la verdad en semejantes especificaciones, sino más bien de modificar una visión de todo el mundo desde la forma distorsionada del sujeto que tomaba como referencia. Sin mayores noticias estilísticas ni ideales publicó en 1743 La barca de Aqueronte, una sátira contra médicos, abogados, jueces, mujeres, nobles, académicos, etcétera., que escribió en 1731.

Todos y cada uno de los elementos y propósitos trazados en sus Sueños morales se desarrollaron con maestría en Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel (1743-1758). En esta obra el "muy famoso tunante" enlazó con la tradición picaresca para realizar del género autobiográfico, en contraste a varios de sus contemporáneos que lo practicaron, una biografía, o quizá deba decirse una radiografía, de una clase popular nuevo en el siglo XVIII, la burguesía, a la que, en cierta manera, él pertenecía. Al menos su forma de pensar era burguesa en la medida en que, coincidiendo con los burgueses, daba a su producción literaria un sentido utilitario, publicando sus proyectos "con el beneficio de la suscripción". Incluso en el prólogo no tenía la duda en admitir con determinado cinismo que el propósito último de redactar y divulgar libros era económico: "Tú afirmarás que Torres hizo negocio en burlarse de sí y yo afirmaré que tienes razón como soy católico". Es desde esta visión burguesa y merced a un cuidadoso estilo y noticiosos elementos especialistas que la autobiografía deviene género novelesco en Torres Villarroel.

Dividida en seis partes o "trozos", que corresponden a otros muchos decenios de la vida del escritor, la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel expone una personalidad original y extravagante que, si bien refleje su historia en los espéculos deformantes de la novela picaresca, tiene en parte una base real alén de tendencias o tradiciones literarias. Investigaciones de documentos testimonian que, de hecho, la obra es una genuina biografía encajada en la pauta de las novelas picarescas.

Los tres primeros libros cuentan en especial las aventuras de un habitual "pícaro" que, tras una niñez turbulenta y también intranquiliza y empujado por un indomable temperamento aventurero, deja hogar y estudios y escapa a Portugal para vivir una vida de vagabundo, como criado de un ermitaño, bailarín, tocador de guitarra, soldado, médico y torero. Los libros siguientes refieren sus desorganizados estudios de autodidacta, la vida errante del estudiante inteligente, sus éxitos como creador de calendarios astrológicos y, al final, la carrera de instructor de matemáticas en la Universidad y su historia de sacerdote.

Si bien el creador muestre su gusto por la exageración y la sátira, y por las diatribas contra la civilización o, explicado de otra forma, contra la incultura de la temporada, consiguen destacable relieve las bufonerías de la desvergüenza, un sarcasmo a lo Quevedo que no solo se hace patente en el violento hipérbaton y en el exitación por lo crudo y lo grotesco, sino más bien asimismo en exactamente la misma creación de las expresiones, y que acusa el influjo de la prosa barroca de los Sueños de Quevedo. El último libro mucho más bien tiene el carácter de un grupo de veloces apuntes que de una organizada autobiografía. A pesar de su deformación ridícula, la Vida de Diego de Torres Villarroel es una obra franca y, aparte ser un archivo vivo sobre una personalidad y sobre una temporada, pertence a las manifestaciones mucho más importantes de la literatura de españa del siglo XVIII, en relación sella, con la extinción de la picaresca, una tradición narrativa y ética.

La actualizada revalorización de la obra de Torres Villarroel dio rincón a un análisis mucho más atento de su producción poética, donde, como en la prácticamente ignota Conquista de Nápoles, aceptó con absoluta naturalidad las influencias conceptistas y las culteranas para determinar su personal estilo. Entre las varias proyectos sobrantes que escribió en los intervalos de sus aventuras cabe nombrar Sacudimiento de mentecatos habidos y por haber (1726), Los desahuciados de todo el mundo y de la gloria (1736-1737), Juguetes de Talía (1738), Anatomía de lo aparente y de lo invisible en las dos esferas (1738), Vida natural y católica (1743), El ermitaño y Torres (1752), Recetas de Torres, añadidas a los antídotos de cualquier fortuna, El gallo español, Vida de la venerable madre Gregoria de Santa Teresa y varios tomos de Pronósticos, en los que pronosticó la desaparición de Luis I, el motín madrileño contra Esquilache o la Revolución francesa.

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