La historia de la civilización está escrita por los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela civilización, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Diego de San Pedro es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Diego de San Pedro es conocer más acerca de periodo preciso de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que detentó Diego de San Pedro en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo mientras permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Diego de San Pedro, sino que tal vez produjo una señal mucho más honda de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Diego de San Pedro personalmente.Diego de San Pedro fue una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Diego de San Pedro, atraen nuestra atención, deben valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Diego de San Pedro, porqué Diego de San Pedro vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Diego Fernández de San Pedro; segunda mitad del siglo XV) Escritor español. Se sabe poco de su historia; se le suponen orígenes judíos. Estuvo al servicio de Pedro Girón, maestre de Calatrava, y fue alcaide en Peñafiel (1466); con posterioridad, fue oidor y asesor del rey Enrique IV de Castilla. Algunas de sus creaciones aparecen en el Cancionero general. Sobresalió como prosista con 2 novelas breves de corte sentimental, Tratado de amores de Arnalte y Lucenda (1491) y Cárcel de amor (1492), que fueron objeto de consecutivas ediciones y traducciones.
El escritor español Diego de San Pedro alcanzó una justa y también insólita celebridad por sus novelas sentimentales. Se tienen pocos datos sobre su historia, y frecuentemente son inciertos. Probablemente fue judío converso, si bien es imposible aseverarlo de manera segura, y se estima que era bachiller en derecho. Se dijo que sirvió en la corte de Pedro Girón y que fue alcaide de la fortaleza de Peñafiel (Valladolid), pero estos datos podrían referirse a otro San Pedro. Se conoce, en cambio, que estuvo al servicio del hijo de don Pedro, Juan Téllez Girón, segundo conde de Urueña, probablemente entre 1469 y 1498. Residió la mayoría de su historia en Peñafiel (entre los señoríos de la familia Girón), en concreto en la corte del conde. Hay rastros que apuntan que entre 1482 y 1492 acompañó a su señor en la campaña de Granada.
Poco tiempo tras terminar la guerra, gracias a la edad y del encarecimiento económico del conde de Urueña, se retiró del servicio en la corte. Su muerte es posterior a 1500, si bien no se sabe la fecha precisa. Su carácter se adecuó al ámbito que se respiraba en la corte, como afirman las dedicatorias de sus proyectos, la mayoria de las veces destinadas a damas nobles; no obstante, con el pasar de los años, se realizó poco a poco más devoto, hasta el punto de protestar de sus proyectos frívolas de juventud.
Los pocos datos biográficos populares contrastan con su destacable popularidad literaria, ya que ahora en vida ciertas de sus proyectos se propagaron por toda Europa, siendo traducidas al francés, alemán, inglés, italiano y flamenco ahora a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI. Las proyectos mucho más esenciales del grupo de su producción son 2 cuentos de género sentimental, el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda (1491) y Cárcel de amor (1492). Ambas se anotan en la tradición de los tratados de amor, muy recurrentes en la Península Ibérica desde principios del siglo XV, que, por su parte, descienden de la tradición ovidiana; no obstante, su revolucionario régimen sirvió para actualizar el género, que abandonó los cánones del amor cortés para adoptar una óptica mucho más humanística. Ejemplos de proyectos que le influyeron de manera directa fueron las Heroidas de Ovidio y La elegía de doña Fiammetta de Boccaccio.
El Tratado de amores de Arnalte y Lucenda cuenta en primera persona, con un estilo latinizante, los amores infortunados de un caballero, usando la epístola como modo de expresión. Técnicamente es mayor a este relato Cárcel de amor, que, más allá de que comparte evidentes similitudes argumentales con el Tratado, se distingue de éste en el ámbito, la composición, la técnica narrativa, el estilo menos latinizante y la actitud del personaje principal, bastante superior resueltos en todos y cada uno de los sentidos. Partiendo de exactamente la misma materia narrativa, el fracaso amoroso de un caballero y de su querida por causas extrañas a ellos, y usando la epístola como vía de expresión, el creador mejora su técnica introduciéndose como espectador de la historia y exponiendo el devenir sentimental de los personajes principales. Si bien las datas de publicación de las dos novelas son muy próximas, esta destacable evolución estilística prueba una distancia mayor entre las datas de composición.
A pesar de que Cárcel de amor tiene todas y cada una de las especificaciones de la literatura medieval, tiene un valor como obra renovadora. Diego de San Pedro, hábil en elementos narrativos, supo adecuarse a la sensibilidad de su temporada. La historia de las dificultades de Leriano, que padece en la alegórica prisión de amor los tormentos de su pasión no correspondida por la hermosa princesa Laureola, hija del rey de Gaula, fue el libro de tendencia de su tiempo, favorito más que nada entre las mujeres de la corte por su tono sentimental, y se transformó en el breviario amoroso de los cortesanos. A pesar de los anatemas de la Inquisición y las condenaciones de Juan Luis Vives y otros moralistas, se tradujo a varios lenguajes y su popularidad fue colosal en España y Europa hasta bien entrado el siglo XVI.
Diego de San Pedro compuso asimismo el llamado Sermón ordenado por Diego de San Pedro: pues afirmaron unas señoras que le querían oír predicar, y un tratado o ars amatoria ovidiana, escrito en tono burlesco, que usa la composición del sermón medieval para mostrar sus ideas cariñosas. De otro talante son sus 2 poemas mucho más extensos: La passión trobada (1492), narración verdadera y cruda de la crucifixión de Jesucristo que fue encargada por una monja devota y también incluida en el cancionero espiritual Coplas de Vita Christi; y el Desprecio de la fortuna (1498-1500), poema de retractación pública en el que se arrepiente de sus proyectos literarias precedentes por su temática ligera. Fue también creador de múltiples poemas cariñosos y religiosos que se dieron a conocer compilados en el Cancionero general (1511).
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son en todos los casos determinantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de alguien como Diego de San Pedro, que tuvo su importancia en un momento histórico concreto, es imprescindible tratar de ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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