Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que atesoró Darío I el Grande en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Darío I el Grande , sino que tal vez legó una señal mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Darío I el Grande en persona.Darío I el Grande ha sido una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Darío I el Grande , atraen nuestra curiosidad, tienen que valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Darío I el Grande , porqué Darío I el Grande vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Rey de Persia (550 - 485 a. C.). Era hijo del déspota de Partia, de una rama secundaria de la familia real Aqueménida. Pertenecía a la guarda real del emperador Cambises II en el momento en que este murió en el 522 a. C.; adjuntado con otros nobles, se encaró al usurpador Gaumata, que, haciéndose pasar por el hermano del emperador, Bardiya o Smerdis (fallecido, de todos modos), se había proclamado rey.
Darío se realizó con el poder a través de un golpe de Estado en el 521, más allá de que extendió la historia de historia legendaria de que había sido escogido rey a través de la hipomancia o adivinación por los caballos; con la desaparición de Gaumata y el aplastamiento de sus incondicionales, Darío sometió a la casta sacerdotal persa.
Hasta el 518 se dedicó a consolidar su poder, descartando a nueve contendientes, aparte de someter las rebeliones de Babilonia, Susa y Egipto. Pronto reanudó la activa de expansión de sus precursores: envió expediciones al Punjab y a las costas del golfo Pérsico (hacia el 512). Su guerra contra los escitas le dejó anexionarse Tracia y someter al rey de Macedonia; pero no logró llevar sus conquistas alén del Dniéster.
Espoleadas por el relativo fracaso de Darío frente a los escitas, las ciudades griegas de Jonia se sublevaron contra la dominación persa y llamaron a Atenas en su asistencia (499). La revuelta fue reprimida con dureza, pero Darío creyó preciso impedir nuevos estallidos llevando la guerra hasta el corazón de Grecia; el primer intento fracasó por el naufragio de la flota persa a lo largo de una tormenta (492). El segundo parecía tener mucho más garantías de éxito, ya que el oro persa garantizó la neutralidad de la mayor parte de las ciudades, dejando recluidas a Atenas y Esparta; no obstante, los atenienses lograron vencer al ejército persa en la guerra de Maratón (490 a. C.).
En el momento en que, 4 años después, murió Darío, los ecos de aquella derrota en el radical occidental del Imperio animaron novedosas insurjas en Egipto y Babilonia, que su hijo y sustituto, Jerjes I, tardaría en reprimir. Sin embargo, adjuntado con estas adversidades militares, Darío le legó un Imperio firmemente ordenado desde el criterio político y militar, cerca de la figura del déspota, gobernador provincial con extensas atribuciones políticas y militares, observado por un secretario real; la monarquía absolutista que implantó iba acompañada de un respeto delicioso por los cultos religiosos de los pueblos conquistados, que convivían con el culto oficial a Zoroastro.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre importantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de alguien como Darío I el Grande , que tuvo su significación en un momento concreto de la historia, es esencia tratar de brindar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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