Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo parte de la actuación. Conde John Rushworth de Jellicoe es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Conde John Rushworth de Jellicoe es conocer más sobre una época concreta de la historia del género humano.
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(John Rushworth, primer Conde de Jellicoe; Southampton, 1859 - Kensington, 1935) Almirante inglés que dirigió la fuerza naval británica en la vital guerra de Jutlandia, el 31 de mayo del año 1916, victoria que propició el objetivo de la amenaza naval alemana a lo largo de todo el resto de la Primera Guerra Mundial.
Hijo de un capitán mercante, John Jellicoe fue educado en la localidad de Rottingdeon. En 1872 se alistó en la Royal Navy con el nivel de cadete. En el año 1883 ingresó en el Royal Naval College, donde se transformó en un especialista artillero, tras lo que brincó, en el año 1888, al almirantazgo, en calidad de asistente del directivo. En el año 1891 fue impulsado al nivel de comandante y, al poco tiempo, se le asignó el mando del acorazado Victoria, correspondiente a la flota británica desplegada en el Mediterráneo.
Ahora como comandante, en el año 1898 Jellicoe fue puesto a cargo de otro acorazado, el Centurión, con el que tomó parte activa en la expedición de Pekín para sofocar la rebelión de los bóxers, la que terminaba de reventar en el año 1900, y en cuya misión resultó dificultosamente herido. Como directivo de la artillería naval en el Mediterráneo, y más tarde como almirante en la flota del Atlántico (puestos desempeñados entre los años 1902 a 1914), Jellicoe se dedicó, en cuerpo y alma, al avance de técnicas de tiro y artillería pesada para los buques, que cristalizaron en el popular firedirector.
En vísperas del comienzo de la Primera Guerra Mundial, John Jellicoe fue puesto al cargo de la Grand Fleet (Enorme Flota), anclada en su base persistente de Scapa Flow (Islas Orcadas), aparte de ser nombrado segundo comandante bajo las órdenes directas de su superior, George Callaghan, para pasar a ser ascendido al nivel de comandante en jefe, con rango de almirante, nivel que entonces le fue afirmado en el tercer mes del año del año 1915. Entre los años 1914 a 1916, Jellicoe se dedicó a regentar y elaborar esmeradamente a su flota, dejándola lista para repeler cualquier ataque alemán, como de esta forma ocurrió en la guerra de Jutlandia, el 31 de mayo del año 1916.
Jellicoe fue acusado y criticado en su tiempo por emplear una táctica de ataque en la guerra de Jutlandia exageradamente osada, que se cobró la vida de sobra de seis mil hombres y la pérdida de catorce navíos, entre aquéllos que estaba el Princess Royal, el Lion y el Queen Mary. En dicho combate, Jellicoe mandó por enfrente a la flota del vicealmirante David Beatty a fin de que desgastara a la Armada alemana, apuntada por el almirante Reinhard Scheer, al paso que él llegaba con todo el abultado de la flota desde la base de Scapa Flow, para de esta manera asombrar en pleno fragor de la guerra a la desprevenida flota alemana, lo que forzó a Scheer a retirarse y escapar del rincón a toda prisa, amparado por la niebla y la obscuridad de la noche. Finalmente, nuestro curso y devenir de la guerra dio la razón a Jellicoe, puesto que merced a su victoria se ha podido frenar completamente a la armada contrincante, si bien no ha podido eludir la guerra submarina abierta por los alemanes.
Tras la resonante victoria de Jutlandia, Jellicoe fue nombrado Primer Lord del Almirantazgo. Sin embargo, en el lapso del año siguiente, Jellicoe fue inútil de entablar un plan conveniente para frenar la amenaza de los submarinos alemanes a cargo del almirante Alfred von Tirpitz, a eso que se sumó una pertinaz presión del presidente británico, David Lloyd George, quien fue el encargado de su salida del almirantazgo, a fines del año 1917, siendo sustituido por otro enorme marino inglés, el mencionado David Beatty.
Tras la firma del armisticio de la Primera Guerra Mundial, Jellicoe fue enviado, en misión particular, a los dominios coloniales para asesorar la reconstrucción de los barcos después de los estropicios ocasionados por la guerra. En el año 1919, Jellicoe fue ascendido a almirante de la flota, para transformarse, en el año 1920, en gobernador de Nueva Zelanda, cargo en el que estuvo hasta el año 1924, fecha donde se retiró de toda actividad política y militar. Fue sepultado en la catedral de San Pablo de Londres, al lado del almirante Nelson, con todos y cada uno de los honores dispensados a un héroe militar. Jellicoe dejó plasmadas sus vivencias y entendimientos militares en 2 libros: La Grand Fleet: 1914-1916, su creación, avance y trabajo (1919) y La crisis de la guerra naval (1920).
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