La historia universal la escriben los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela humanidad, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o formando parte de la acción. Claudio Arrau es uno de esos seres humanos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Claudio Arrau es comprender más sobre una época concreta de la historia del género humano.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Claudio Arrau, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Claudio Arrau, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Claudio Arrau, gentes a quienes de un modo u otro Claudio Arrau influyó, y indudablemente, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Claudio Arrau.
(Claudio Arrau León; Chillán, 1903 - Mürzzuschlag, Austria, 1991) Pianista chileno considerado entre los mucho más espectaculares intérpretes de siempre. El repertorio de Arrau, muy extendido, englobaba desde Bach hasta los autores contemporáneos, pasando por Mozart, Beethoven, Liszt, Schubert, Chopin o Debussy. Arrau no fue solo entre los mucho más relevantes pianistas del siglo XX (cuyo magisterio quedó preservado en sus varias grabaciones discográficas) sino más bien asimismo entre los últimos continuadores de una tradición interpretativa que hunde sus raíces en Franz Liszt: aquella que considera el virtuosismo técnico únicamente como un medio para ser útil a la música, y no como un fin en sí.
Hijo de Carlos Arrau y Lucrecia León, fue su madre, apasionada al piano, quien lo ingresó en el planeta de la música. A los cinco años, el precoz Claudio ofreció su primer concierto en Santiago de Chile en el Palacio de la Moneda, donde interpretó proyectos de Mozart, Beethoven y Chopin en oposición al presidente de la República, Pedro Montt, y otras autoridades.
A los siete años, en 1910, recibió una beca del gobierno de Chile para estudiar música en Alemania, país donde radicó a lo largo de once años; en Berlín tuvo como profesor a Martin Krause, entre los últimos acólitos de Liszt. En sus años de capacitación ofreció recitales en distintas ciudades de Alemania, Reino Unido y Escandinavia. Antes de cumplir los veinte años había sido premiado en 2 ocasiones con el premio Liszt, y después consiguió el Grand Prix International des Artistes. Contrajo matrimonio con la artista Ruth Schneider, con quien tuvo tres hijos.
Tras su retorno a Chile, en 1921, Arrau visitó Estados Unidos en 1924 y en ese país ofreció recitales con las orquestas sinfónicas de Boston y Chicago. Ese mismo año regresó a Berlín, donde le fue brindado un cargo de instructor en el conservatorio local, pero prefirió proseguir con sus giras y recitales. Su figura se realizó histórica entre el público de Alemania y Austria gracias a su conocimiento y dominio de las proyectos de los primordiales músicos de estos países, particularmente de Ludwig van Beethoven.
En 1935 ofreció una sucesión de 12 recitales en la ciudad más importante alemana en los que interpretó el grupo de piezas para teclado de Johann Sebastian Bach, realizando lo mismo por año siguiente con las proyectos de Wolfgang Amadeus Mozart. Dos años después, en una da un giro por Chile, Argentina y México, sus recitales incluyeron las sonatas y recitales para piano de Beethoven.
Arrau ahora era un intérprete de popularidad mundial a fines de la década de 1930. El endurecimiento del régimen nazi lo llevó a dejar Alemania y en 1941 se trasladó a Estados Unidos, fijando su vivienda persistente en Nueva York, una localidad que Arrau consideraba su hogar, si bien pasó una gran parte de su historia viajando por el planeta, con una vitalidad impactante que le dejó efectuar giras y recitales hasta tras cumplir ochenta años. A partir de 1941, de hecho, Arrau siguió su trayectoria en los niveles cosechando éxitos y honores por todo el planeta.
Aparte de entre los enormes pianistas del siglo, Arrau fue un sistemático estudioso de la literatura pianística del Clasicismo, el Romanticismo y el Impresionismo, de la que nos dejó grabaciones frecuentemente integrales (de este modo de la música pianística de Frédéric Chopin o Beethoven) que forman genuinos jalones de la interpretación. Fue asimismo señalado intérprete de Bach desde su juventud, si bien una investigación detallado de la obra de Bach lo llevó a negarse a interpretarla en piano por estimar que el difícil contrapunto de cantor de Leipzig no quedaba bastante bien retratado en el sonido refulgente y lleno de armónicos del piano moderno. Por esta razón impidió que se publicaran sus grabaciones, por demás magistrales, de El Clave Bien Temperado y los Ejercicios para Clave, que se anunciaron póstumamente.
Llama la atención tal rigor (el intérprete apuntó que interpretaría nuevamente a Bach el día que supiera tocar el clave) en temporada tan temprana, en el momento en que solamente empezaba a realizarse nuevamente la técnica clavecinística, mirada poco menos que como un capricho de purista por intérpretes y público. Es una exhibe, indudablemente, del precaución con que Arrau encaraba la música que iba a interpretar. No estamos, no obstante, con interpretaciones oratorias y también historicistas; muy a la inversa, Arrau se caracterizó siempre y en todo momento por lo poco aparatoso de su interpretación y por la hondura del sentimiento que transmite, para el que se vale a veces de tiempos lentísimos que no reducen la expresividad y que detallan su maestría técnica.
Como una parte de sus estudios musicológicos merece destacarse su edición de las Sonatas para piano de Beethoven, efectuada para la editorial Peters. En 1967 creó los Fondos Claudio Arrau para contribuir a la capacitación de jóvenes músicos. De entre los honores logrados, es digna de mención la Medalla Hans von Bülow que le concediera en 1978 la Filarmónica de Berlín. En 1980 consiguió el Premio Nacional de Arte de Chile. Sus restos descansan en su patria natal, en la localidad de Chillán.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente esenciales, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de alguien como Claudio Arrau, que detentó su importancia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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