Claude Bernard

La historia universal está escrita por aquellas mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de un modo u otro,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la trascendencia que atesoró Claude Bernard en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Claude Bernard, sino que quizá dejó una huella mucho más profunda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Claude Bernard de forma personal.Claude Bernard fue un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Claude Bernard, cautivan nuestra curiosidad, deben valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Claude Bernard, el motivo por el cual Claude Bernard vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Claude Bernard

(Saint-Julien, 1813 - París, 1878) Fisiólogo francés. Es el máximo gerente de la fisiología francesa del siglo XIX. Con él, la fisiología pasó de ser una compilación de hechos, como la interpretase Magendie, a una «ciencia de fenómenos vivientes». Sus trabajos versaron sobre la regulación inquieta de la secreción salival, la digestión pancreática y la función glucogénica del hígado. Descubrió la inervación vasomotora y creó el término de secreción interna. Realizó asimismo aportaciones a la farmacología en fase de prueba.

Claude Bernard se formó en los institutos de Villefranche y Thoyssey, y a los diecinueve años ingresó como usado en una farmacia de Vaise, suburbio de Lyon. Luego de haber escrito un drama que se titula Arthur de Bretagne, marchó a París; pero el célebre crítico Saint-Marc de Girardin, a cuya cuenta sometió el manuscrito, le aconsejó el estudio de la medicina; Claude Bernard, aun más allá de el, le logró caso.

Logrado un mediocre puesto de de adentro en el Hôtel-Dieu, llamó la atención del fisiólogo François Magendie, de quien fue preparador, y no tardó en ofrecer pruebas de su genialidad. En 1843 ha podido ahora probar la función glucogénica del hígado, y a ello prosiguió una sucesión de vivencias que llegaron a ser tradicionales. Doctorado en 1843, fue socorrer de Magendie y instructor de fisiología del Collège de France. A los 40 años (1853), logrado ahora el título de doctor en ciencias con la proposición Investigaciones sobre una exclusiva función del hígado, considerado como órgano productor de la materia azucarada, pasó a instruir fisiología general en la Sorbona.

A la desaparición de Magendie ocupó su puesto en el Collège de France (1854) como instructor de medicina en fase de prueba. Su obra Introducción al estudio de la medicina en fase de prueba (1865) le abrió en 1868 las puertas de la Academia Francesa; este año se le confió la cátedra de fisiología general del Museo de Historia Natural de la Sorbona, y en 1869 fue nombrado integrante del Senado Imperial de Napoleón III. En 1870 comenzó a enfermar gracias a una dolencia renal contraída a raíz del frío y la humedad de su laboratorio, y un ataque de uremia le causó la desaparición.

Claude Bernard pertence a las columnas escenciales de la fisiología en fase de prueba del siglo XIX, y, al tiempo, entre los pensadores mucho más consagrados de la temporada; defendió el determinismo relacionado al neo-vitalismo, lo que, no obstante, no ahogó en él las demandas religiosas. Experimentador más especial, partió del principio según el que el ensayo debe usarse como contraprueba de una hipótesis o de una intuición que ya existían, y una vez conseguida la demostración, para la sugerencia de novedosas ideas que habrán de ofrecer rincón a otras vivencias. Estudió asimismo, aparte de la glucogénesis hepática, el sistema inquieto simpático y los venenos. Entre sus proyectos aparecen Leçon sur la physiologie expérimentale appliquée a la médecine (1856), Les propriétés des tissus vivants (1866) y Leçon sur les phenomènes de la vie (1878).

Pero es indudablemente su Introducción al estudio de la medicina en fase de prueba (1865) la parte mucho más influyente de su producción. La obra se realizó prontísimo conocida por los principios que propugnaba y por la predominación que ejercitó en el movimiento naturalista, eminentemente en Zola. Bernard establece las reglas de una medicina que sea realmente ciencia y procedimiento: si antes se la comprendía como una arte que valía según el intelecto y el olfato del médico, en este momento no puede ahora confundirse con concepciones abstractas y sin base sólida.

Para Bernard, la medicina va a ser realmente una ciencia en el momento en que se funde sobre la fisiología, sometiéndose, como la física y la química, al procedimiento en fase de prueba, sin el que no hay certeza ni seguridad en la realidad. Pero no se debe de confundir la experiencia con la fácil comprobación de los hechos, sin guiarse por un convencimiento exacto; antes bien, debe ser una experimentación estricta y completa. En esta exigencia reside la auténtica independencia del espíritu y del pensamiento: no solo excluye el yugo filosófico y teológico, sino tampoco acepta ninguna autoridad científica personal.

Con esta objetividad absoluta de la novedosa medicina se alcanzarán de a poco, siguiendo un duro, pero brillante sendero, las conquistas que descubrirán a la raza humana sus fuentes de entender y de confort. De este modo, afirma Bernard, las hipótesis incitarán a nuevos descubrimientos y la experimentación va a ser la sensato guía de ellos: sin argumentar el porqué de las cosas, sino más bien destacando el de qué manera, la ciencia ofrece el antídoto y agrede la patología sin caer en abstracciones o en concepciones rígidamente dogmáticas. Émile Zola desarrolló en su pensamiento de novelista naturalista las reconocidas premisas científicas de Bernard, en pues de una objetividad artística que fuera al tiempo la pelea ética por los nuevos especiales de la sociedad; su ensayo La novela en fase de prueba representa la tentativa de utilizar los principios de la fisiología a una concepción del arte.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de un ser como Claude Bernard, que detentó su trascendencia en un momento concreto de la historia, es indispensable procurar mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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