La historia de la civilización la cuentan aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel mundo, de un modo u otro,progrese.
Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Clarín [Leopoldo Alas] es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Clarín [Leopoldo Alas] es comprender más sobre etapa determinada de la historia de la humanidad.
Comprender las luces y las sombras de las personas significativas como Clarín [Leopoldo Alas], personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que podamos apreciar no sólo la existencia de Clarín [Leopoldo Alas], sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Clarín [Leopoldo Alas], gentes a quienes de un modo u otro Clarín [Leopoldo Alas] influenció, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Clarín [Leopoldo Alas].
Las biografías y las vidas de personas que, como Clarín [Leopoldo Alas], seducen nuestra atención, deben ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Clarín [Leopoldo Alas], porqué Clarín [Leopoldo Alas] vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Leopoldo García-Alas y Ureña, asimismo popular por su seudónimo Clarín; Zamora, 1852 - Oviedo, 1901) Novelista español, creador de La Regenta (1884-1885), una de la máximas producciones de la narrativa decimonónica. Junto con Benito Pérez Galdós, es el primordial gerente en España de las corrientes que dominaron la escena literaria europea a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX: el realismo y el naturalismo.
Si bien nació en Zamora, donde su padre había sido nombrado gobernador civil, era de familia asturiana y desde los siete años vivió en Oviedo, localidad a la que le uniría una angosta relación y que se transformaría, de alguna forma, en la personaje principal de su pieza maestra, La Regenta. Estudió en Oviedo, con refulgentes puntuaciones, tanto en el instituto como en la facultad. Muy joven manifestó una exaltada afición por la literatura y una destacable aptitud para el teatro y el periodismo satírico.
La revolución de 1868 despertó sus simpatías por la causa republicana y liberal, y sus años en Madrid (1871-1882), donde estudió filosofía y letras y se doctoró en leyes, le dejaron tener contacto con el círculo intelectual krausista, cuya predominación, muy de forma especial de su instructor Francisco Giner de los Ríos, fue definitiva en su capacitación.
Con el seudónimo de Clarín, se transformó, desde 1875, en entre los ayudantes mucho más activos de la prensa «democrática». En 1883 contrajo matrimonio y consiguió la cátedra de economía y estadística en la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente logró su traslado a la Universidad de Oviedo, donde enseñó derecho de roma, actividad que alternó con las de articulista y escritor.
Sus productos literarios y satíricos, publicados en la mayoría de los casos en la gaceta Madrid Cómico, alcanzaron enorme popularidad, pero su mordacidad le valió varias enemistades e inclusive algún desafío. A su llegada a la ciudad más importante asturiana, emprendió la redacción de La Regenta, cuyo primer volumen aparecería en 1884. Dentro de su producción crítica resaltan los Folletos literarios, una secuencia de ocho opúsculos publicados entre 1886 y 1891.
Lector infatigable y estudioso concienzudo, sus mucho más de 2 mil productos filosóficos, políticos y literarios publicados lo transformaron en el mayor crítico literario de su tiempo, y en una autoridad intelectual influyente y reconocida. Su ideología progresista y su adscripción a la ética liberal del krausismo entroncan con la intención política, característica de ese fin de siglo, de sobrepasar la clásico inercia cultural de españa.
Sin embargo, desde 1890, al sentir que no pertenecía a ninguna de las clases sociales históricamente activas y desdeñando a una burguesía cuya única aspiración se limitaba al beneficio, de a poco reemplazó ese dinamismo histórico por una ética mucho más bien individual que reclamaba la emancipación del hombre por la civilización. Para él, la oportunidad del avance popular se encontraba íntimamente relacionada al avance ética del hombre.
Esa novedosa orientación lo llevó a concentrarse mucho más en su obra literaria y a comprobar sus convicciones positivistas. Sin distanciarse terminantemente de la ciencia, relativizó su poder y centró sus sacrificios literarios en la descripción de la interioridad humana. Para Clarín, no hay valor genuinamente humano que no sea valor de interioridad. De ahí sus inexorables críticas a la Iglesia institucional y su repugnancia por la falsedad, la impostura y la hipocresía, elementos centrales de la sociedad provinciana y decadente que detalla fabulosamente su novela La Regenta.
El centro de su pensamiento filosófico y espiritual se articula entre el reconocimiento del poder de la razón y la persistente intuición del secreto. El «realismo humano» de Clarín adopta las enseñanzas de movimientos y individuos tan dispares como el naturalismo de Victor Hugo, el psicologismo de Paul Bourget o el racionalismo espiritual de Ernest Renan. Si bien es evidente que la enorme obra que deja Clarín es su novela La Regenta, sus cuentos breves y su teatro forman parte insoslayable de su producción y resaltan por la ironía y la inocencia capaz. En cuanto a su vocación teatral, en 1885 estrenó Teresa, obra considerada en la actualidad como entre los intentos mucho más visibles de renovación del teatro español del siglo XIX.
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