Ciro II el Grande

La historia de las civilizaciones está contada por aquellos hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel género humano, de una forma u otra,prospere.

Ya sea inspirando a otras personas o siendo parte de la actuación. Ciro II el Grande es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Ciro II el Grande es comprender más sobre periodo preciso de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que detentó Ciro II el Grande en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para quienes conocieron a Ciro II el Grande, sino que a lo mejor legó una huella mucho más honda de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Ciro II el Grande en persona.Ciro II el Grande ha sido un ser humano que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Ciro II el Grande, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la vida de Ciro II el Grande, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Ciro II el Grande, gentes a quienes de un modo u otro Ciro II el Grande influenció, y indudablemente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Ciro II el Grande.

Vida y Biografía de Ciro II el Grande

(Anshan, de hoy Irán, 579 a.C. - río Sir Daria, 530 a.C.) Soberano de Persia que creó el Imperio persa o aqueménida, designado a transformarse en la primera capacidad de la temporada hasta el momento en que fue conquistado, en el 331 a.C., por el monarca macedonio Alejandro Magno.

Era hijo de Cambises, príncipe de Anshan correspondiente a la vivienda de los Aqueménidas, y de la princesa meda Mandane, hija del rey de los medos Astiages (Ishtuwegu), de quien Cambises era un leal vasallo. En el año 559 a.C., Ciro sucedió a su padre en Pasargada; en 550 a.C. se puso adelante de una rebelión de los persas contra los medos, en la que triunfó merced a la poca lealtad de las tropas que proseguían al rey medo.

Esta victoria no significó la aniquilación de los medos; como nuestro Ciro se ocupó de probar al perdonar a Astiages, la ascensión al poder de los Aqueménidas serviría para hacer mas fuerte la unión de los dos pueblos. Esta política de integración de Persia y Media se transformó en entre los referentes primordiales del reinado de Ciro el Grande (550 a.C. - 530 a.C.), adjuntado con su tolerancia religiosa.

Una vez asegurada su situación en la meseta del Elam, Ciro el Grande se dispuso a seguir con su expansión territorial, marchando sobre el reino de los lidios en Anatolia, a los que derrotó en Pteria. Tras perseguir al rey de los lidios, Creso, hasta la Anatolia Occidental, lo volvió a vencer en el «Campo de Ciro» y lo atrapó al apoderarse Sardes, la ciudad más importante lidia.

Una vez asegurada Anatolia, Ciro puso sus ojos en Babilonia, regida por el rey Nabónido. Aprovechando habilidosamente la situación de debilidad de los neobabilonios, y la crisis religiosa que encaraba al rey con el influyente culto al dios Marduk, la deidad de la región, logró hacer una rápida campaña que terminó con la sumisión de la otrora vigorosa localidad de Mesopotamia (539 a.C.).

Entre las disposiciones de Ciro hay que poner énfasis la liberación de los judíos y la orden de reconstrucción del templo de Jerusalén. El enorme prestigio que estas conquistas le granjearon logró que la mayor parte de los reyes de Siria, adjuntado con las ciudades fenicias, le rindiesen vasallaje, con lo que los persas lograron los servicios de las flotas de estas. En el 530 a.C. emprendió una campaña contra los masagetas en el norte de su reino, en el curso de la que halló la desaparición. Con sus sucesores Cambises II (530-522 a.C), Darío I el Grande (522-486 a.C.) y Jerjes I (486-465 a.C.), el Imperio persa alcanzó su máxima extensión, más allá de que jamás sería con la capacidad de imponerse a la pujanza de las ciudades-estado griegas, que derrotaron a los persas en las guerras médicas (490-478 a.C.).

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